Un pa¨ªs de ni?os sin hermanos

Una de las caracter¨ªsticas que sol¨ªa distinguir a las sociedades avanzadas es el acceso a m¨¦todos anticonceptivos para limitar la descendencia a voluntad. Ahora, sin embargo, el progreso en este campo se mide en la posibilidad de tener tantos hijos como se desean. Las espa?olas declaran en las encuestas que quieren tener dos, pero el ¨ªndice de fecundidad se queda en 1,3, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE). Por debajo de la media europea y eso que no es muy alta, no pasa del hijo y medio. El retraso de la maternidad trae problemas para concebir el primer hijo y tener un segundo, a veces es imposible.

El primer embarazo entre las espa?olas es a los 29,3 a?os de media

La edad es la causa de casi la mitad de los tratamientos con ¨®vulos donados

Cada vez son m¨¢s las que se extraen ¨®vulos para recurrir a ellos despu¨¦s

Las extranjeras se organizan para que una cuide los hijos de varias amigas

Las mujeres quieren dos hijos, pero la tasa de fecundidad no pasa de 1,3

La escuela p¨²blica para menores de tres a?os cubre s¨®lo el 7% de la demanda

El cambio de pareja es a veces la causa de buscar otro ni?o a una edad tard¨ªa

Las inmigrantes mantienen joven su calendario de concepciones

La maternidad penaliza y las espa?olas lo han aprendido tan bien que cada vez tienen su primer hijo m¨¢s tarde. Primero hay que acabar los estudios, viajar al extranjero, buscar trabajo, preparar oposiciones, conseguir un empleo fijo, promocionar en la empresa, ahora no es el momento de abandonar, la guarder¨ªa no tiene un horario acorde, los abuelos est¨¢n lejos... Cuando toda esta neblina empieza a disiparse va cobrando forma la silueta de otro fantasma, el de la infertilidad. El tiempo se ha ido volando.

Con 18 a?os sac¨® Paloma Molina sus primeras oposiciones. La jovenc¨ªsima administrativa se matricul¨® entonces en la Facultad de Derecho. Estudiaba y trabajaba. Ni se le ocurr¨ªa pensar en cr¨ªos. Acabada la carrera se encerr¨® en casa durante unos a?os para repetir como un loro un tortuoso temario que la llevar¨ªa al grupo m¨¢s prestigioso del funcionariado espa?ol, el grupo A: un horario aceptable y un precioso sueldo. Por fin lleg¨® la estabilidad. ?Tambi¨¦n la emocional? Cuando las oposiciones entran por la puerta el amor puede saltar por la ventana. A los 31 a?os se hab¨ªa separado de su novio y retom¨® la misma relaci¨®n a los 33. El reloj biol¨®gico segu¨ªa corriendo.

La edad media del primer parto entre las espa?olas es a los 29,3 a?os, una de las m¨¢s altas de Europa. "Eso es una barbaridad, porque indica que muchas lo tienen ya cumplidos los 35, por ejemplo", explica la dem¨®grafa del CSIC Margarita Delgado. Y cuando se mide la edad media de los embarazos en general superan los 30 a?os y se ponen a la cabeza de la UE. Precisamente en eso se bate el r¨¦cord.

De los partos primerizos (que suponen un 54% del total), m¨¢s de la mitad (56,1%) correspondieron a una madre de 30 o m¨¢s a?os en 2005. Una d¨¦cada antes, ese porcentaje estaba 20 puntos m¨¢s abajo, como indican las estad¨ªsticas del INE.

Entre las madres espa?olas el retraso de la maternidad es una tendencia imparable. Sin embargo, las extranjeras que viven en Espa?a, aunque han copiado otros h¨¢bitos, como el n¨²mero de hijos que tienen en total, cada vez menos, mantienen joven su calendario de embarazos. Ellas son madres por primera vez a los 26 a?os, como media.

En 2005 la contribuci¨®n de las inmigrantes al total de los nacimientos fue del 15%. Pero si se pone la lupa en los distintos tramos de edad de las madres las diferencias son notables. Entre los 15 y los 19 a?os las inmigrantes dieron a luz al 31% de los beb¨¦s; y de 20 a 24 a?os, cuando las espa?olas apenas han acabado los estudios, ellas aportaron el 36% de los ni?os que nacieron ese a?o. Y un poco mayores, de 25 a 29 a?os, a¨²n el porcentaje de hijos que aportan es mayor que el peso de su poblaci¨®n en Espa?a. Luego desciende dr¨¢sticamente su aportaci¨®n al total de partos.

Con 18 a?os tuvo Lucy Portugu¨¦s a su primer hijo, un ni?o ya crecidito que a¨²n la espera en Bolivia. Su hermano, que ya est¨¢ de camino, ser¨¢ espa?ol y nacer¨¢ en 2008. "Es que no quiero que se lleve m¨¢s a?os de diferencia con su hermano, por eso lo he hecho, y porque me apetec¨ªa. Los asuntos econ¨®micos quedan en un segundo plano". Despu¨¦s de todo, tampoco espera que su situaci¨®n laboral cambie mucho. Abandon¨® los estudios muy joven y ahora trabaja como limpiadora y cuida ni?os. "Si pudiera estudiar geriatr¨ªa o puericultura, pero no tengo tiempo", dice. "De joven se juega mejor con ellos, luego se hace m¨¢s cansado".

Y empiezan los problemas. Las cl¨ªnicas de fertilidad lo saben bien. Pasados los 35, la calidad y la cantidad de los ¨®vulos empiezan a perderse poco a poco, pero a los 37 la curva de la fertilidad "cae dr¨¢sticamente". Muchas de las mujeres que se acercan al Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) no pararon a tiempo el reloj biol¨®gico. Entre 1999 y 2002, el 20 % de las que solicitaron tratamiento para quedarse embarazadas eran mayores de 38 a?os, mientras que los ¨²ltimos cuatro a?os el grupo de esa misma edad ya casi alcanza el 30%. "Tambi¨¦n es interesante resaltar el aumento de mujeres que necesitan donaci¨®n de ovocitos por causa de su edad", explica la directora del IVI en Valencia, Amparo Ruiz. Y da estos datos: al inicio de esta d¨¦cada, la edad era la causa que llevaba al tratamiento por ovodonaci¨®n en el 30,3% de los casos; este a?o son ya un 47,2% las mujeres que lo necesitan por raz¨®n de la edad. En ese grupo no s¨®lo est¨¢n las que tienen su primer hijo, sino las que tuvieron uno y a?os despu¨¦s, con una nueva pareja, quieren tener otro. Y cada vez son m¨¢s las que se hacen extraer ¨®vulos en edad f¨¦rtil para implant¨¢rselos con posterioridad llegado el caso, seg¨²n Ruiz. Las nuevas t¨¦cnicas de vitrificaci¨®n en lugar de la antigua congelaci¨®n garantizan mayores ¨¦xitos de embarazos.

Paloma Molina tambi¨¦n se dio de bruces con la infertilidad y comenz¨® su viaje m¨¦dico, de estaci¨®n en estaci¨®n. "Pas¨¦ por pruebas y m¨¢s pruebas y ten¨ªa previsto empezar la estimulaci¨®n hormonal en la Navidad de hace dos a?os, despu¨¦s del periodo, pero el periodo no lleg¨®. Se llama Celia", bromea. Consigui¨® quedarse embarazada con 35 a?os y ten¨ªa 36 cuando dio a luz. Pero ahora est¨¢ tratando de conseguir el segundo y todav¨ªa no sabe si su hija podr¨¢ por fin, o no, tener hermanos.

Actualmente hay m¨¢s de 800.000 parejas con problemas de fertilidad y s¨®lo 38 hospitales p¨²blicos que atienden estos casos. Proliferan los privados especializados en t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida. Cada a?o hay 16.000 nuevas parejas con la necesidad de pasar por esto, seg¨²n la Asociaci¨®n Pro Derechos Civiles, Econ¨®micos y Sociales. Los costes econ¨®micos son altos, pero ?qui¨¦n mide la frustraci¨®n y el coste emocional? No se garantiza el ¨¦xito al 100%.

A pesar de todo, muchas mujeres prefieren seguir ara?ando a?os al implacable calendario de fertilidad. El momento no parece nunca el oportuno. Junto con Alemania, Reino Unido y Suiza, seg¨²n datos de Eurostat, las espa?olas son las que m¨¢s retrasan su maternidad. "Normalmente, la tasa de desempleo ha sido m¨¢s elevada en Espa?a, y ahora que se ha reducido un poco, todav¨ªa se puede hablar de trabajos en precario, que afectan m¨¢s a las mujeres. La estabilidad econ¨®mica es fundamental para tener hijos. Pero es que adem¨¢s, hasta ahora, Espa?a no hab¨ªa prestado mucha atenci¨®n a las ayudas por maternidad. Creo que se est¨¢ en el camino adecuado pero se necesitar¨¢ tiempo para ver si las ¨²ltimas ayudas anunciadas son efectivas para incentivar los embarazos. O si se necesitan m¨¢s ayudas", explica la dem¨®grafa Margarita Delgado.

No hay estudios contrastados que indiquen que una inyecci¨®n econ¨®mica sea la clave, opina Mar¨ªa Pazos, de la Plataforma por el Permiso de Paternidad, por eso ella defiende un permiso de paternidad m¨¢s largo y obligatorio. En definitiva, ayudas reales. Porque el dinero no paga un horario de guarder¨ªas compatible con el trabajo de los padres y muy generosas tendr¨ªan que ser las ayudas para contratar a un particular los meses que se necesita. As¨ª que, cuando no hay abuelas, la cosa se complica. "La oferta p¨²blica de guarder¨ªas es fundamental para estimular la natalidad", a?ade Margarita Delgado.

La escuela p¨²blica para menores de tres a?os, por la que suspiran miles de padres, apenas alcanza el 7% de la poblaci¨®n. Y es dif¨ªcil saber qu¨¦ porcentaje de la demanda satisfacen las guarder¨ªas privadas con las que han de conformarse las familias. Las que tienen dinero para pagar entre 117 y 390 euros al mes, en funci¨®n de la ciudad y el servicio que se reciba, seg¨²n un estudio de Consumer Eroski. Y las que tienen una abuela que recoja a la criatura o la lleve por las ma?anas.

Paloma Molina no responde al tel¨¦fono. Una llamada, otra. Su ni?a, Celia, va este a?o por primera vez a la guarder¨ªa. Hasta ahora no conoc¨ªa un term¨®metro. Ayer, la bronquitis subi¨® el mercurio hasta 40. "Ya lo sab¨ªa, me lo hab¨ªan dicho mil veces. Prep¨¢rate cuando vaya a la guarder¨ªa". As¨ª que hoy ha faltado al trabajo.

Ah¨ª pueden empezar de nuevo los problemas. No se tienen hijos para triunfar en el trabajo, pero, cuando ya se han tenido, las continuas enfermedades de los peque?os en la guarder¨ªa pueden desmontar de un soplo el castillo de naipes en que se convierte la agenda diaria de una madre trabajadora. Porque, de nuevo, el problema parece ser exclusivo de la madre. Las mujeres nacen con la condena impl¨ªcita de hacerse cargo de la educaci¨®n y la sanidad. En una encuesta entre 1.200 madres trabajadoras elaborada por la investigadora de la Universidad Carlos III Constanza Tob¨ªo pone de manifiesto que la mayor dificultad de estas mujeres para conciliar el empleo y la familia son los continuos contagios en la guarder¨ªa, antes incluso que los horarios de ambas cosas. De nuevo las mujeres, en este caso las abuelas, echan una mano para salir de ese atolladero. Para las madres esta ayuda es fundamental, por encima, contestan, de la que encuentran en sus maridos. Ellos no suelen faltar al trabajo. Ellas tienen que hacerlo. As¨ª que, cuando la abuela no vive cerca, algunas mujeres no tienen tantos hijos como quisieran.

Lo ratifica la dem¨®grafa Margarita Delgado: "Lo que est¨¢ claro es que a las mujeres les gustar¨ªa tener m¨¢s hijos de los que est¨¢n teniendo. En las encuestas siempre aluden a razones econ¨®micas y de conciliaci¨®n familiar". Cuando se hacen prospecciones de natalidad tambi¨¦n se interroga a las mujeres sobre los hijos que tuvieron sus madres, porque esa es la infancia que tienen idealizada. "Pero no hay que confundir esa idealizaci¨®n con los hijos reales que una mujer quiere tener, porque ellas tambi¨¦n manifiestan su deseo de seguir trabajando", explica Delgado.

Lucy, la boliviana, ya espera su segundo. Paloma, madrile?a, tambi¨¦n est¨¢ en ello. Le hubiera gustado tener tres hijos, pero, "con los pies en la tierra", s¨®lo intentar¨¢ que sean dos. "Tengo dificultades con la concepci¨®n, tampoco la edad que tengo es tan favorable ya y no quiero ni hablar de las dificultades para la conciliaci¨®n", dice.

A Lucy tambi¨¦n le gustar¨ªa tener tres, pero no sabe si la econom¨ªa le dar¨¢ para tanto. Ni siquiera sabe todav¨ªa c¨®mo se las va a arreglar para atender al peque?o que nacer¨¢. "Tengo conocidas que podr¨ªan ayudarme con el ni?o mientras trabajo; tambi¨¦n est¨¢ en Espa?a mi hermana...". Aunque buena parte de las plazas en guarder¨ªas p¨²blicas son para las inmigrantes porque su renta es la adecuada para entrar en estos centros, a veces ellas se organizan para cuidar a los beb¨¦s y poder seguir trabajando. En el piso de alguna de ellas se cuida a los ni?os de varias las horas que sean necesarias.

La dem¨®grafa Margarita Delgado ha pasado toda una vida estudiando los cambios en la poblaci¨®n y mirando de cerca la maternidad. Le gusta mencionar esta frase del ex presidente norteamericano Bill Clinton. "Dijo una vez que una sociedad no ser¨¢ pr¨®spera mientras sus ciudadanos no puedan trabajar y tener hijos y hacer bien ambas cosas".