?Yihadistas, islamistas, fascistas?
Una de las cosas necesarias para detener a los terroristas es encontrar el t¨¦rmino que los designa
C¨®mo debemos llamar a los que quieren matarnos? ?Islamo-fascistas? ?Islamistas? ?Yihadistas? ?O simplemente asesinos? Quiz¨¢ piensen que ¨¦se es un detalle insignificante; lo que importa es lograr que no lo hagan. Pero una de las cosas necesarias para detenerlos es encontrar el t¨¦rmino apropiado. Significa que sabemos qui¨¦nes son exactamente nuestros enemigos. Significa tambi¨¦n no hacer que todos los musulmanes se sientan tratados como terroristas y, por tanto, no crearnos enemigos nuevos sin necesidad.
Pensemos, por comparar, en la ¨²ltima gran amenaza terrorista que sufrimos en Gran Breta?a. Evidentemente, era muy distinto llamar a quienes estaban empe?ados en hacernos saltar por los aires "irlandeses", "cat¨®licos" (o, como dec¨ªan los ingleses, "papistas"), "republicanos irlandeses", "terroristas cat¨®licos", "extremistas nacionalistas" o simplemente "el IRA (siglas inglesas de Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s)". En general, por suerte, nos quedamos con "el IRA". Y eso nos ayud¨® a ganar, despu¨¦s de una larga lucha. En el caso actual, las cosas no son tan sencillas. "Al Qaeda" no es el equivalente de "el IRA"; al menos, no por s¨ª solo. Necesitamos un t¨¦rmino m¨¢s amplio para calificar a los extremistas violentos que cometieron los atentados de Londres y Madrid. Los expertos en antiterrorismo hablan con cautela de violencia "inspirada por Al Qaeda", pero es una definici¨®n demasiado complicada para usarla en el d¨ªa a d¨ªa, igual que otras sugerencias como "extremistas musulmanes violentos" o "militancia isl¨¢mica actual". Nos hace falta algo que resuma mejor el concepto.
Casi todos los terroristas isl¨¢micos son islamistas; la mayor¨ªa de los islamistas no son terroristas
El ¨²nico aspirante serio al t¨ªtulo de Estado fascista isl¨¢mico es la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n
?Qu¨¦ les parece "islamo-fascistas"? Existen semejanzas muy significativas entre la mentalidad y las trayectorias de los fascistas del sangriento siglo XX europeo y las de los mal¨¦ficos individuos que han ensangrentado la Europa de este comienzo del siglo XXI. Comparten, sobre todo, tal vez, la esteticizaci¨®n de la violencia y el culto a la muerte heroica, el Heldentod. Si a eso se a?aden una actitud profundamente ambigua ante la modernidad, el anhelo de superar lo que se considera la humillaci¨®n hist¨®rica de su pa¨ªs o civilizaci¨®n, el cultivo del antisemitismo, y la capacidad de atraer a hombres j¨®venes, social y sexualmente frustrados, la comparaci¨®n parece estar bien fundada.
Sin embargo, los argumentos contra esta etiqueta son m¨¢s fuertes. En primer lugar, en los ¨²ltimos 50 a?os, las etiquetas de "fascismo" y "fascistas" se han usado tanto y se han vaciado tanto de contenido, que ya no quieren decir pr¨¢cticamente m¨¢s que "algo que la izquierda detesta en ese momento". Si algo es malo, y uno es de izquierdas, lo llama "fascista"; nos gusta estar en contra de lo fascista. La lista de cosas que se han calificado de "fascistas" en el ¨²ltimo medio siglo ocupa varias p¨¢ginas, y en ella entran, desde luego, Margaret Thatcher, Estados Unidos, la Rep¨²blica Federal de Alemania, el capitalismo, los hombres (los machistas), el Deutsche Bank y The Daily Mail.
Los fascistas de principios del siglo XX se llamaban fascistas a s¨ª mismos. Sab¨ªan qui¨¦nes eran, y nosotros tambi¨¦n. Ser antifascista en 1938 era luchar contra Hitler, Mussolini y Franco. Los "islamo-fascistas" de hoy no se identifican como tales, y no est¨¢ claro qui¨¦n est¨¢ incluido en el t¨¦rmino.
La etiqueta de "islamo-fascismo", con el a?adido de las referencias al "totalitarismo", une dos cosas que tienen que permanecer separadas. Una es la mentalidad de los fan¨¢ticos que matan y buscan la muerte. Otra es un sistema pol¨ªtico totalitario que controla grandes Estados. Es, por as¨ª decir, la diferencia entre la Europa de 1921 y la de 1938, cuando el fascismo gobernaba en Alemania, Italia y Espa?a.
Si Pakist¨¢n, con sus armas nucleares, y Arabia Saud¨ª, con su petr¨®leo, se pasan al otro bando, podr¨ªamos llegar a esa situaci¨®n m¨¢s pronto de lo que pensamos, pero, por ahora, el ¨²nico aspirante serio al t¨ªtulo de Estado fascista isl¨¢mico es la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n. Uno de los principales disidentes iran¨ªes, Akbar Ganji, acaba de escribir un interesante art¨ªculo en Newsweek en el que habla de si su pa¨ªs merece la etiqueta. Ganji escribe con la innegable autoridad de quien estuvo en las c¨¢rceles de los ayatol¨¢s por sugerir que algunos elementos del r¨¦gimen iran¨ª estaban tratando de organizarlo "con arreglo a criterios fascistas". Sin embargo, dice, "el sistema pol¨ªtico de Ir¨¢n es muy distinto al de un Estado fascista totalitario". Es verdad que "las advertencias sobre interpretaciones fascistas de la religi¨®n pueden alertarnos sobre los peligros que representa una minor¨ªa clerical organizada dentro del Estado iran¨ª... Pero, cuando dirigentes como Bush y Blair hablan de 'fascismo isl¨¢mico', para muchos iran¨ªes no es m¨¢s que un mero intento de preparar a la opini¨®n p¨²blica para la guerra".
Si "islamo-fascistas" no sirve, ?qu¨¦ tal "islamistas"? El islamismo, a diferencia del islamo-fascismo, es un t¨¦rmino que aceptan todos los analistas serios del mundo isl¨¢mico y muchos de los propios islamistas. Se refiere, en t¨¦rminos generales, a la refundaci¨®n del islam, durante los decenios posteriores a la ca¨ªda del Imperio Otomano, como ideolog¨ªa pol¨ªtica, como principio por el que deben regirse el Estado y la sociedad. En este sentido, hablamos de que hay partidos islamistas que gobiernan en Turqu¨ªa, se oponen a las elecciones en Marruecos y est¨¢n oficialmente prohibidos pero muy organizados en otros pa¨ªses, como los Hermanos Musulmanes en Egipto. Ahora bien, precisamente por ese motivo, emplear la etiqueta "islamistas" para designar a quienes pretenden matarnos impide hacer una distinci¨®n que es importante.
Casi todos los terroristas isl¨¢micos son, en cierto sentido, islamistas, pero la mayor¨ªa de los islamistas no son terroristas. Lo que son es reaccionarios. Proponen una visi¨®n religiosa y profundamente conservadora de la sociedad que, con sus posturas sobre la libertad de expresi¨®n, la apostas¨ªa, la homosexualidad y las mujeres, resulta m¨¢s bien odiosa para quienes poseen convicciones laicas y liberales (incluido yo, sin ning¨²n g¨¦nero de duda). No obstante, en la mayor¨ªa de los casos, y por lo menos en los ya mencionados, utilizan medios pac¨ªficos, no la violencia. El sector pol¨ªticamente m¨¢s moderado del islamismo pol¨ªtico, representado por el partido Justicia y Desarrollo del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, en el Estado laico de Turqu¨ªa, est¨¢ m¨¢s pr¨®ximo a la derecha cristiana de Estados Unidos (muchos de cuyos miembros consideran que la homosexualidad es un pecado y el aborto es asesinato) que a Al Qaeda. Para los que somos laicos y liberales, esta reacci¨®n religiosa tambi¨¦n es algo pernicioso, que debemos combatir por todos los medios pac¨ªficos a nuestro alcance, pero es distinto; y no tener clara esa diferencia es un error.
En resumen, ?c¨®mo debemos llamar a los terroristas suicidas y a los que pretenden cometer atentados masivos? La mejor respuesta que he encontrado hasta el momento es "yihadistas", sobre todo cuando se matiza "extremistas yihadistas" o "terroristas yihadistas". Ya s¨¦ que yihad puede significar asimismo una lucha espiritual pac¨ªfica, pero los l¨ªderes de opini¨®n musulmanes con los que he consultado parecen aceptar este uso. Establece un l¨ªmite claro entre los musulmanes normales y corrientes, e incluso los islamistas pol¨ªticos no violentos, por un lado, y los que trafican con la muerte, por otro; y, al mismo tiempo, no oculta la relaci¨®n con la religi¨®n. Es m¨¢s, la pone m¨¢s de manifiesto que cualquiera de los t¨¦rminos alternativos. La yihad, la guerra santa, es precisamente lo que los terroristas suicidas -en sus mensajes de despedida antes de los atentados- dicen orgullosamente estar librando.
?stas son las personas que quieren matarnos y destrozar el tejido civil de nuestras sociedades. Y, cuando digo "nos", no me refiero s¨®lo a los liberales laicos o a los cristianos; me refiero tambi¨¦n a los musulmanes inocentes que caen asesinados en esos atentados y que ven en peligro su admisi¨®n en la sociedad por culpa de ellos. La conclusi¨®n es que hay dos obligaciones. Una obligaci¨®n es que nosotros, los no musulmanes que vivimos en sociedades libres como Gran Breta?a, escojamos nuestras palabras con cuidado. Hasta que a alguien se le ocurra un t¨¦rmino mejor, creo que "yihadistas" es el m¨¢s apropiado. Pero nuestros conciudadanos musulmanes tienen otra obligaci¨®n equivalente y paralela: la de condenar, de forma audible e inequ¨ªvoca, a los yihadistas que nos amenazan a todos. -
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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