El fracaso de la educaci¨®n secundaria no obligatoria es un triunfo
Gestores y pol¨ªticos afirman que el 30% de abandono de la educaci¨®n no obligatoria en Catalu?a es un fracaso; en realidad, es su triunfo. No se trata de una teor¨ªa de la conspiraci¨®n; es, al contrario, algo evidente. Son objetivos transversales a todos los sectores ideol¨®gicos de la Administraci¨®n: sacar al mercado una masa "competente" con las suficientes "habilidades" como para resolver de manera "creativa" las situaciones de la vida laboral. Con ese 30% que abandona, las ¨¦lites tendr¨¢n m¨¢s espacio para gestionar el espacio p¨²blico, retardando adem¨¢s la emergencia e inclusi¨®n, dentro de ellas, de la segunda generaci¨®n de inmigrantes; la primera se quema asegurando la prosperidad de la segunda.
?Qui¨¦n somete a an¨¢lisis a los asesores en educaci¨®n de nuestros ministros y consejeros?
Que nadie se extra?e por las comillas: este l¨¦xico, propio de las teor¨ªas del aprendizaje infantil, hoy se impone en todos los tramos de la educaci¨®n, con la anuencia de nuestras autoridades, incluso las universitarias, que s¨®lo se rebelan en susurradas pataletas de pasillo, pero que se han sometido a estas exigencias, as¨¦pticas s¨®lo en apariencia. Es el resultado de haber dejado los criterios generales de los planes de educaci¨®n en manos de una casta tecnopedag¨®gica. De all¨ª los discursos de los gobernantes, cuando, por ejemplo, ante el informe de la Fundaci¨®n Jaume Bofill, se?alan que el problema es el corporativismo de los profesores. ?Y el corporativismo de los pedagogos, t¨¦cnicos, asesores y consultor¨ªas -incluso privadas- que est¨¢n en la sombra?
A¨²n m¨¢s: esa anuencia lleva a adoptar la jerga de esta mir¨ªada de car¨ªsimos asesores a quienes se llama para renovar, pretendidamente, la ense?anza, toda la ense?anza, incluso la universitaria. La tendencia ha llegado a la ense?anza superior y se ha cerrado. Las cifras de la Fundaci¨®n Bofill lo atestiguan: se ha conseguido mano de obra instant¨¢nea. As¨ª, logrado que ese 30% se vaya a reponer mercader¨ªas en los supermercados o a servir cortados en las franquicias, la poblaci¨®n universitaria es sometida a id¨¦ntico vaciamiento. Ante esta situaci¨®n, cuando alguna conciencia docente conturbada pierde el sue?o, un pedagogo con poderes omn¨ªmodos puede, siempre, sugerirle hacer un curso de PowerPoint o de vocalizaci¨®n, imprescindible -de ahora en m¨¢s- para cobrar sus complementos salariales. Con lo cual se le conceder¨¢ al insomne la casilla del m¨¦rito docente y aceptar¨¢ que est¨¢ en el mejor de los mundos posibles: un mundo donde el 30% de los que acaban la educaci¨®n obligatoria ingresa al contingente de mano de obra sin pretender m¨¢s que haber "progresado adecuadamente"; un mundo donde se puede enrarecer o volver m¨¢s dif¨ªcil el acceso a las disciplinas complejas que, en las humanidades al menos -y quiz¨¢ tambi¨¦n en los otros campos- se sustentan en las diversas artes de la argumentaci¨®n.
La tard¨ªa universalizaci¨®n del sistema educativo en Catalu?a y Espa?a quiso poner esas artes complejas al servicio de una ciudadan¨ªa cada vez m¨¢s plural en su composici¨®n, tanto desde el punto de vista de las clases sociales como de los or¨ªgenes nacionales. En la actualidad, parece tratarse de obtener una casta restringida que s¨ª seguir¨¢ utilizando esas disciplinas arduas, aunque se las sustraiga, al mismo tiempo, del com¨²n de la vida universitaria, como antes se las sustrajo de la secundaria.
Sabemos c¨®mo se llaman y qu¨¦ hacen nuestros maestros de primaria y nuestros profesores de secundaria y de universidad. Pero, ?qui¨¦n somete a an¨¢lisis a los asesores en educaci¨®n de nuestros ministros y consejeros? Entre las "recetas para mejorar" -suponiendo que eso verdaderamente se desease- la Fundaci¨®n Bofill sugiere que se "eval¨²e" las instituciones educativas y a sus profesionales. Pero ?qui¨¦n eval¨²a a los evaluadores? Lo sabemos. Son los propios evaluadores. El corporativismo de la casta pedag¨®gica es tan claro como el de cualquier otro cuerpo profesional; s¨®lo que no est¨¢ sometido a sospecha. De all¨ª viene su poder; nadie, hasta ahora, le ha atribuido responsabilidad en los resultados de su cada vez m¨¢s poderosa intervenci¨®n en la ense?anza p¨²blica.
Nora Catelli es profesora de Teor¨ªa de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Barcelona.
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