Esto va mal
Ante la zozobra de los grandes eventos, el amarre de la flota por tiempo indeterminado, la r¨¢pida amortizaci¨®n del boato de Richelieu en Roma y el horizonte de incertidumbre que empa?a la fiebre del oro que situ¨® a la parroquia como l¨ªder de la V¨ªa L¨¢ctea, se recomienda encarecidamente la lectura del volumen reci¨¦n editado por la Facultat d'Economia de Val¨¨ncia, que remata los actos conmemorativos de su 40? aniversario en esta plaza. Para los reticentes a la lectura y temerosos de los efectos secundarios que pueda suscitar el contacto con el libro, con cualquier libro que no sea de contabilidad, el departamento universitario program¨® unas jornadas -queda la de ma?ana y la del 13 de diciembre- donde cualificados docentes exponen al p¨²blico interesado parte de los contenidos del texto editado, en un lenguaje adaptado al medio. O sea, que se entiende. A diferencia del congreso de econom¨ªa valenciana patrocinado por los poderes p¨²blicos hace dos meses en Elche, donde todo el mundo estaba encantado de conocerse y los m¨¢s promiscuos intelectuales regalaban los o¨ªdos de la mano que les da de comer, la radiograf¨ªa que muestra La Comunidad Valenciana en el umbral del siglo XXI. Estrategias de desarrollo econ¨®mico revela un estado del paciente, digamos poco prometedor. Lejos de exhibir un vocabulario beligerante, los acad¨¦micos son gente educada y se la envuelven con papel de fumar, la pluma, digo, a la hora del diagn¨®stico. Pero, como dice el refr¨¢n, a buen entendedor pocas palabras bastan.
Sin lugar a dudas, cuatro d¨¦cadas con sus luces y sombras han cambiado el sistema productivo. Antes hab¨ªa empresarios feudales, sindicatos de clase, batallas contra la desindustrializaci¨®n y pactos para frenar la inflaci¨®n. Ahora subsisten patronales medievales, sindicatos con subvenci¨®n y sindicalistas de clase business. A cada cual, su medalla. Pero en el umbral de lo que se avecina, el modelo de desarrollo valenciano, por as¨ª llamarlo, es insostenible. Los expertos, no los cantama?anas, apelan a la aplicaci¨®n inaplazable de una normativa medioambiental, al replanteamiento de la econom¨ªa productiva, a la adecuaci¨®n de la formaci¨®n del capital humano (l¨¦ase tambi¨¦n estudiantes) a los requerimientos de la sociedad, a la reconversi¨®n de un sector tur¨ªstico encallado, a la aplicaci¨®n de racionalidad y de costes sociales en los nuevos desarrollos urbanos, al fomento del transporte p¨²blico, a una mayor calidad del empleo que sustituya precarizaci¨®n y temporalidad... en fin, lo contrario de lo que rige. No importa que la burbuja inmobiliaria estalle... ?en el pa¨ªs del artificio! Los se?ores del ladrillo se disponen a edificar un cuarto de mill¨®n de casas en cinco a?os y, cuando se agote el ¨²ltimo metro cuadrado, empezar¨¢n con el resto del mundo. ?Qui¨¦n dijo innovaci¨®n? Ah, s¨ª, un tal Schumpeter, que no solo predicaba sobre los progresos tecnol¨®gicos, sino tambi¨¦n sobre los cambios en la organizaci¨®n industrial: aprovechar las oportunidades y transformar las innovaciones en inversiones. Aqu¨ª, por lo visto, sigue vigente la escuela de John Silver. El de la isla del tesoro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.