Que el juego contin¨²e
Narrativa. La tercera obra de Vikram Chandra (Nueva Delhi, 1961) es un libro voluminoso pero manejable: se lee r¨¢pido, se lee bien y se lee desde dentro (la trama es tan intrigante y est¨¢ tan minuciosamente construida que a uno le cuesta escaparse de ella para regresar a su vida cotidiana). Juegos sagrados cuenta las historias complementarias del inspector de polic¨ªa Sartaj Singh, protagonista de un inolvidable relato incluido en Amor y a?oranza en Bombay, y del g¨¢nster Gainesh Gaitonde. Tanto el uno como el otro contribuyen, con la fascinante galer¨ªa de personajes secundarios que les circundan (un fundamentalista sant¨®n paral¨ªtico, una agente del servicio secreto en lucha contra los prejuicios machistas de su gremio, una abuelita mafiosa, una actriz de cine cuyo negocio principal es proporcionar compa?¨ªa femenina a los poderosos, un guaperas chantajista, un contable que gestiona los ahorros de polic¨ªas y ladrones) a irnos mostrando poco a poco el complejo entramado de relaciones humanas, pol¨ªticas, sociales, religiosas, criminales y econ¨®micas que constituyen la vida de una gran ciudad como Bombay. Sartaj Singh es melanc¨®lico y feroz, honesto sin fanatismos, un detective menos interesado en descubrir la verdad, en hacer que las piezas encajen, que en mostrar que la verdad es una entelequia del pensamiento que no tarda en ser atropellada en las calles reales, y menos obsesionado con el bien como con el equilibrio entre el bien y el mal (y por eso no es un justiciero procedente del cine de acci¨®n sino un metaf¨ªsico heredero de la mitolog¨ªa de la India). Gainesh Gaitonde es brutal y fr¨¢gil, apasionadamente fr¨ªo, un jefe que descubre que su vocaci¨®n m¨¢s genuina es la obediencia, un mat¨®n de barrio que aspira a la santidad o por lo menos a la ¨¦pica, dos cosas que en la tradici¨®n india se confunden, un abstemio borracho a partes iguales de egolatr¨ªa y desapego. Ambos avanzan por el libro tirando de los respectivos hilos de sus vidas, que se cruzan sin enmara?arse, sin coagularse en nudos, y dejando al descubierto una historia que son muchas historias: de esp¨ªas y terrorismo nuclear, de relaciones amorosas y ambiciones personales, de asesinatos y rezos, de negocios sucios y almas limpias, de extorsiones y sacrificios. Tantas historias y tantos subg¨¦neros entrelazados, de hecho, que sin el pulso t¨¦cnico y po¨¦tico de un fabulador de la talla de Vikram Chandra habr¨ªan hecho derivar el libro hacia el follet¨ªn de usar y tirar o hacia el novel¨®n sin trastienda.
Juegos sagrados
Vikram Chandra
Traducci¨®n de Dora Sales
Mondadori. Barcelona, 2007
1.070 p¨¢ginas. 28,90 euros
Bombay es una ciudad que, como el mismo mundo, del cual este libro se ofrece como metonimia, est¨¢ siempre a punto de volar por los aires, de convertirse en el estallido de sus infinitas diferencias (razas, lenguas, credos, clases sociales), pero que cada vez se sobrevive a s¨ª misma en un sabio ejercicio de contrafuerzas tect¨®nicas, de invisibles pactos subterr¨¢neos, del que muchos se maravillan pero que pocos saben explicar. Uno de los que han sabido hacerlo ha sido Vikram Chandra (otro ha sido Suketu Mehta, cuya monumental y sobrecogedora Bombay. Ciudad total, editado tambi¨¦n por Mondadori, deber¨ªa complementar la lectura de Juegos sagrados), que en este libro magistral ha destapado el laberinto para que podamos verlo desde arriba, y as¨ª entender el plano secreto de Bombay (el plano secreto de la existencia) un poco mejor, sin por ello hacerla menos misteriosa o imposible. Si uno pertenece a la tradici¨®n hind¨² ver¨¢ en este libro un ejemplo m¨¢s, actualizado para lectores contempor¨¢neos, del eterno juego, lila en s¨¢nscrito, del Se?or con el Universo, que parece burlarse de sus criaturas cambiando las reglas a capricho o actuando como si en realidad ninguna regla pudiera obligarle a ?l. Si uno no es hind¨² la novela de Chandra le mostrar¨¢ que la vida, cualquier vida, es juego, un juego que es, a partes iguales, serio e intrascendente, sagrado y profano, placentero y doloroso, propio y ajeno: dados rodando por el suelo que s¨®lo detendr¨¢ la muerte. Juegos sagrados es una de esas escasas novelas imprescindibles que entretienen sin tomarnos por tontos y que hace pensar sin pasarse de lista. Y cuando uno termina sus mil y pico p¨¢ginas se pregunta por qu¨¦ Vikram Chandra no le habr¨¢ a?adido mil, tres mil m¨¢s para que el juego siga, para que el juego nunca termine. -
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