Biblioteca codificada
Visita al enorme almac¨¦n de la editorial Random House Mondadori en Barcelona. Doce millones de libros entran y salen cada a?o para ser le¨ªdos, guardados o desechados
Los colegios suelen organizar visitas culturales con sus alumnos. Son excursiones muy esperadas por los chavales. No s¨¦ ahora, pero hace muchos a?os, no tantos, los escolares visit¨¢bamos una f¨¢brica de refrescos, una industria lechera y, si hab¨ªa suerte, la rotativa del diario m¨¢s importante de la ciudad. Generalmente sal¨ªas con la boca abierta. Tanta cinta transportadora, tanta gente haciendo cosas a un ritmo sincopado, todo tan ordenado, tan calculado. Nada fuera de lugar. El final del trayecto siempre era el mismo: los camiones con las entra?as abiertas esperando ansiosos las cajas listas para el consumo. La misma sensaci¨®n de escolar asombrado ante el orden, los avances tecnol¨®gicos y las cintas transportadoras se siente cuando se visita el almac¨¦n de la editorial Random House Mondadori (RHM) en Barcelona. El gu¨ªa de la excursi¨®n es Justo Garc¨ªa, director de log¨ªstica de RHM, alma del nuevo sistema de clasificaci¨®n de libros llamado sorter, que se estren¨® en abril y que ha duplicado la capacidad de producci¨®n. Pero vayamos por orden.
Al final del trayecto, cada pedido se pesa. Si el peso es inferior, es que falta alg¨²n libro; si existe sobrepeso, alguno sobra
El almac¨¦n que vistamos se construy¨® hace 20 a?os y, como la editorial que acoge, ha ido creciendo hasta llegar a los 15.000 metros cuadrados (RHM cuenta, adem¨¢s, con otro almac¨¦n en Sabadell de 5.000 metros cuadrados). Aqu¨ª arriban los libros de Plaza & Jan¨¦s, Lumen, Beascoa, Mondadori, Grijalbo, Debolsillo, Debate, Montena, Electa, Collins, Rosa dels Vents, Sudamericana y Caballo de Troya. De todos ellos se ocupan 90 personas. Antes de salir hacia los puntos de venta, cada volumen tiene que pasar por varios tr¨¢mites. Primero, se les ficha. Aqu¨ª nada se hace sin c¨®digo. Todo lleva c¨®digo: los libros, los expositores, los marcap¨¢ginas de promoci¨®n, los folletos. Todo. Nada se libra. Cuando cualquier producto editorial entra se le abre un fichero maestro, una especie de DNI: Isbn, p¨¢ginas, tem¨¢tica, t¨ªtulo, autor, y peso.
Las novedades llegan en pal¨¦s a recepci¨®n. La semana de la visita, Random House Mondadori lanzaba al mercado 72 t¨ªtulos nuevos. Al a?o publica 800 novedades, lo que significa, seg¨²n los c¨¢lculos de Justo Garc¨ªa, entre siete y ocho millones de libros anuales. S¨®lo de novedades. A ¨¦stos hay que sumar los movimientos de los libros de fondo, de cat¨¢logo. El total: doce millones de libros al a?o. ?Doce millones de libros que entran y salen! Cuatro libros para cada habitante de Madrid ciudad. Para algunos, casi una biblioteca. Esos doce millones de libros significan tambi¨¦n m¨¢s o menos tres millones de l¨ªneas de pedidos entre los que se barajan entre seis mil y siete mil referencias vivas, que no est¨¢n descatalogadas.
Todos esos libros se guardan en el silo, el espacio m¨¢s amplio del almac¨¦n. Siempre en movimiento. Por los pasillos corren peque?as m¨¢quinas en busca de los libros que indica un peque?o ordenador cerca de los mandos: "Osho. Piso 5. Calle 7. 7.295 unidades. Exportaci¨®n". Jos¨¦ Manuel gira la m¨¢quina trilateral y se deja guiar, y cuando llega a destino, dispara. La mano de metal saca el pedido. Se deja en el pasillo central para que lo recojan y lo empaqueten. Su destino es Baltimore (Estados Unidos). En el silo conviven todos los libros sin complejo: novela, ensayo, infantil, best seller, autoayuda. Todos. Y se saben todos los movimientos. Si ha llegado una devoluci¨®n -se devuelven entre tres y cuatro millones de libros-, se limpian, se clasifican, y vuelven al silo por si acaso los piden otra vez. Y todo eso sin un solo papel, por radiofrecuencia. Y gracias a los c¨®digos, claro.
Justo Garc¨ªa cuenta el camino que hace una novedad. Primero se coloca en platea, un lugar preferencial, muy a mano, cerca de la salida, y se va vigilando su comportamiento. Generalmente hay una curva muy alta de salidas las primeras semanas y a los cuatro meses comienza la devoluci¨®n. El momento cr¨ªtico es cuando la devoluci¨®n es m¨¢s alta que la salida, o sea, que entran m¨¢s que salen. Malo. La novedad deja de considerarse como tal al cabo de un a?o, cuando pasa a denominarse de fondo. Lo normal es que pase a bolsillo. Los libros de tapa dura que se mantienen en cat¨¢logo son m¨ªnimos.
Pero sigamos camino. Despu¨¦s del silo, las obras de cat¨¢logo requeridas, adem¨¢s de las novedades de esa semana, van a la zona que llaman picking. Desde que en abril instalaron el sorter, un clasificador pionero en Espa?a, mucho han cambiado las cosas. Antes, las empleadas -la mayor¨ªa de los que trabajan en esa zona son mujeres- iban de un sitio a otro buscando los libros para empaquetar. Ahora, con este nuevo sistema, que ha supuesto una inversi¨®n de 1.800.000 euros, todo se ha simplificado. La m¨¢quina, a trav¨¦s de un esc¨¢ner, sabe que ese libro va a un pedido concreto y lo hace llegar a trav¨¦s de un sistema de cintas y trampillas hasta el interior de su caja correspondiente. Cuando la caja est¨¢ completa, una luz se enciende y r¨¢pidamente es reemplazada por otra. Son las doce de la ma?ana. La m¨¢quina les informa de que ese d¨ªa hay que mover 20.000 libros y que s¨®lo quedan dos mil. Con el nuevo ingenio, el almac¨¦n de RHM ha duplicado la producci¨®n. El sorter tiene capacidad para hacer 900 pedidos al d¨ªa. Ahora casi todos los d¨ªas est¨¢ cargado hacia las dos de la tarde, cuando antes se terminaba entre las seis y las siete.
Las novedades van por otro camino. Una m¨¢quina escupe el pedido. All¨ª est¨¢n las 72 novedades de esa semana, cada una preparada en un casillero. Las luces rojas indican a la empleada d¨®nde est¨¢n los libros que necesitan para completar el pedido en curso.
Todos los pedidos siguen su rumbo. Su ¨²ltima prueba: el peso. Al final del trayecto, cada pedido se pesa. Si el peso es inferior, es que falta alg¨²n libro; si existe sobrepeso, alguno sobra. Se coloca o se quita. Solucionado. Todos listos en salidas. Los camiones van llegando, cargan y los libros salen en busca de lectores. Unos los encontrar¨¢n, pero otros volver¨¢n al silo, esperando una segunda oportunidad. Otra oportunidad que les aleje de la destrucci¨®n, de la guillotina.
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