Todas las almas
Durante bastante tiempo, y desde la victoria de 1982, se reproduce entre los socialistas la analog¨ªa de "las dos almas" en el partido, una transposici¨®n mec¨¢nica de lo que hab¨ªa ocurrido en el PSOE de la II Rep¨²blica entre largocaballeristas y prietistas. Una de ellas, la social-liberal la visibiliz¨® sobre todo el ministro de Econom¨ªa y Hacienda en el primer Consejo de Ministros, Miguel Boyer; la otra, la autodenominada socialista aut¨¦ntica, la representaba el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, que vigilaba las desviaciones pr¨¢cticas e ideol¨®gicas de la primera. Felipe Gonz¨¢lez, primus inter pares, establec¨ªa el equilibrio. Varios a?os despu¨¦s, cuando Guerra abandona el Gobierno, de lo que impl¨ªcitamente acusa a Gonz¨¢lez es de haber abandonado esa posici¨®n de equilibrio a favor de la corriente social-liberal, que ya entonces dirig¨ªa el mejor sustituto de Boyer, Carlos Solchaga.
No fue exactamente as¨ª. La sensibilidad principal del PSOE y de los Gobiernos socialistas no se identificaba con esas dos almas, sino con una tercera, a la que s¨®lo de modo ret¨®rico o literario podemos referirnos como tercera v¨ªa, si se la pretende identificar con la que luego bautizar¨ªa Tony Blair. Esa otra sensibilidad socialdem¨®crata, la corriente principal del socialismo espa?ol como ha demostrado la historia de estos a?os, ha tenido su principal te¨®rico en Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall desde que elabor¨® el programa pol¨ªtico del PSOE a principios de los a?os ochenta, que supuso la base ideol¨®gica con la que obtener el poder y convertirse en un partido de Gobierno. Charles Power (Espa?a en democracia 1975-2000) lo ha descrito as¨ª: "En el congreso de 1981, el PSOE hizo suyo un programa pol¨ªtico inspirado en el reformismo radical (o radicalismo constitucional) defendido por uno de sus principales ide¨®logos, el soci¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall. Desde principios de 1980, ¨¦ste ven¨ªa animando a su partido a 'dejar de so?ar en el milenio' y a deshacerse de las 'telara?as seudorrevolucionarias' que constre?¨ªan su libertad de maniobra, proponiendo en su lugar una visi¨®n del socialismo democr¨¢tico entendido como 'proceso de transformaciones acumulativas' (?) para Maravall el socialismo deb¨ªa entenderse como un proceso de acumulaci¨®n de reformas centradas en la transformaci¨®n democr¨¢tica del Estado, la reforma igualitaria de la sociedad y la salida de la crisis econ¨®mica con 'conquistas acumulativas que sean avances positivos hacia el socialismo democr¨¢tico' para lo cual era necesario articular y expresar una mayor¨ªa de progreso, una mayor¨ªa integrada por una pluralidad de capas y clases sociales". Cuando Blair, Giddens o Beck teorizan a finales de los a?os noventa la tercera v¨ªa est¨¢n poniendo sobre el papel lo que los socialistas espa?oles, por una vez, hab¨ªan practicado antes que sus hom¨®logos europeos: modernizar el socialismo, la socialdemocracia, en los albores del siglo XXI.
En los ¨²ltimos meses, Felipe Gonz¨¢lez ha vuelto a verse con algunos de los que le acompa?aron en su larga etapa de gobierno y que hab¨ªa dejado de frecuentar. El pasado verano se reuni¨® con Miguel Boyer, que despu¨¦s de abandonar el socialismo colabor¨® con la fundaci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en un extra?o viaje ideol¨®gico del que parece haberse recuperado. Cuentan los presentes que volvi¨® a funcionar la qu¨ªmica entre ambos. El pasado d¨ªa 22, Felipe y Guerra se fundieron en un abrazo al juntarse en una habitaci¨®n del hotel Palace para hacer el remake de la hist¨®rica fotograf¨ªa de un cuarto de siglo antes, la noche de la victoria; luego, han vuelto a verse al menos una vez m¨¢s. Pero no hubo concesi¨®n a la nostalgia ni acercamientos forzados; el lenguaje del cuerpo manifestaba distancia. Con Maravall no ha habido reencuentro porque nunca hubo alejamiento. Ya fuera del Ejecutivo, el soci¨®logo colabor¨® con Felipe Gonz¨¢lez en casi todas las campa?as electorales, especialmente en aquella hist¨®rica de 1993, en la que contra todo pron¨®stico Felipe volvi¨® a tumbar en la lona a Aznar. Le preguntas al ex presidente de Gobierno con qu¨¦ corriente, con qu¨¦ sensibilidad del socialismo se siente m¨¢s c¨®modo al cabo de casi una vida, y no tiene duda alguna: con lo que ha teorizado Maravall.
En el socialismo han coexistido todas las almas. Seguramente esa es una de las razones de su atractivo, tambi¨¦n hoy, cuando una nueva generaci¨®n hace otra representaci¨®n del poder.
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