Una multitud pide que se ejecute a la profesora de Sud¨¢n
La maestra brit¨¢nica permiti¨® llamar Mahoma a un osito de peluche
Miles de personas se echaron ayer a la calle en Jartum (Sud¨¢n), a la salida de los rezos en las mezquitas, para protestar porque consideran que la pena impuesta a Gillian Gibbons es demasiado leve. La mujer, una brit¨¢nica que trabajaba como profesora en la ciudad africana, fue condenada el jueves a 15 d¨ªas de c¨¢rcel por permitir que sus alumnos llamaran Mahoma a un osito de peluche. La multitud -la mayor¨ªa hombres, algunos armados ostentosamente- ped¨ªa que fuera ejecutada porque creen que ha ofendido gravemente al islam.
Ante el nuevo giro de la situaci¨®n, el Gobierno de Reino Unido ha enviado al pa¨ªs a Nazir Ahmed, el primer musulm¨¢n que obtiene la categor¨ªa de lord. Su misi¨®n es conseguir la repatriaci¨®n sana y salva, despu¨¦s de que la mujer se hubiera librado de una condena que pod¨ªa haber sido de una veintena de latigazos y seis meses de c¨¢rcel.
La mujer, una maestra de 54 a?os de Liverpool, hab¨ªa llegado a Sud¨¢n en agosto para trabajar en una escuela cristiana protestante, Unity, que tiene alumnos cristianos y musulmanes. Gibbons nunca pens¨® que el osito fuera a traerle problemas. En septiembre, durante una clase sobre los animales y sus costumbres, quiso explicarles a la veintena larga de alumnos, la mayor¨ªa de siete a?os, el funcionamiento de la democracia. Les pidi¨® que cada uno eligiera un nombre para el peluche. Hasta 20 de los 23 ni?os eligi¨® el nombre Mahoma. Y as¨ª pas¨® a llamarse la mascota, con pleno apoyo democr¨¢tico.
No pas¨® nada hasta que algunas familias de los alumnos de Gibbons supieron del nombre que le hab¨ªan puesto al osito y empezaron a protestar porque cre¨ªan que llamar Mahoma a un animal, aunque fuera de peluche, era ofensivo para los musulmanes. Una compa?era de la maestra, Sara Khawad, llev¨® el caso a las autoridades educativas sudanesas.
Jan Pronk, enviado de Naciones Unidas en Sud¨¢n hasta que fue expulsado del pa¨ªs, ha advertido de que m¨¢s vale no protestar demasiado, al menos hasta que Gibbons est¨¦ de vuelta en el Reino Unido. Ayer las autoridades sudanesas trasladaron a la maestra, que estaba recluida desde hace cinco d¨ªas en la prisi¨®n de mujeres de Omdurman, en la periferia de la ciudad de Jartum, a un lugar secreto. El Gobierno quiere con esto evitar un posible linchamiento.
El caso ha sido un jarro de agua fr¨ªa para los musulmanes brit¨¢nicos, empe?ados en demostrar a sus compatriotas que el islam no es la religi¨®n de fan¨¢ticos intolerantes que proyectan los islamistas y sus atentados terroristas contra la cultura occidental. En el Reino Unido no se entiende que un error sin mala intenci¨®n, que deber¨ªa haberse saldado con las excusas de la maestra, termine con una pena de c¨¢rcel. "Me preocupa, y estoy seguro de que a mi madre tambi¨¦n, que esto sea utilizado para aumentar el resentimiento hacia el islam. No quiero que el veredicto provoque ninguna animadversi¨®n hacia los musulmanes", se ha apresurado a declarar John, el hijo de 25 a?os de la maestra Gillian Gibbons.
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