La familia (mafiosa) unida
Los ¨²ltimos cap¨ªtulos de Los Soprano se estrenan en Espa?a
Los Soprano, la famosa 'familia' de mafiosos de la televisi¨®n, ponen punto final a su carrera criminal. Los ¨²ltimos cap¨ªtulos de la serie m¨¢s vista se estrenan ahora en Espa?a.
El avi¨®n privado de Al Gore estaba listo para despegar en un aeropuerto de Chicago, con destino a Estambul. Ten¨ªa una conferencia en Turqu¨ªa al d¨ªa siguiente, el 11 de junio. Sin embargo, con el ex vicepresidente a bordo y los pilotos en la cabina, el avi¨®n no pod¨ªa despegar hasta que no llegara la mercanc¨ªa.
Un coche se aproxim¨® a la escalinata del avi¨®n. De ¨¦l sali¨® un individuo que entreg¨® a la tripulaci¨®n el material que esperaban para poder despegar: una caja de acero impenetrable cerrada con un candado digital. S¨®lo Gore ten¨ªa el n¨²mero de tel¨¦fono de quien le dar¨ªa la clave que permit¨ªa abrir ese cofre, y hab¨ªa dado su palabra de que no har¨ªa la llamada hasta que el avi¨®n no estuviera en el aire.
Cumpli¨® su palabra. Hizo la llamada cuando el avi¨®n alcanz¨® la altura de crucero, introdujo los d¨ªgitos en el candado y pudo comprobar que su contacto tambi¨¦n hab¨ªa cumplido su promesa: en el interior de la caja hab¨ªa un DVD con el episodio final de la serie Los Soprano que el resto de la poblaci¨®n televisiva de Estados Unidos podr¨ªa ver unas horas despu¨¦s. Gore se convirti¨® en la ¨²nica persona no vinculada con la producci¨®n de la serie que disfrut¨® de semejante privilegio. Su contacto era Brad Grey, presidente de Paramount -que hab¨ªa distribuido su documental, Una verdad inc¨®moda- y productor ejecutivo de Los Soprano.
En una era medi¨¢tica en la que Internet permite la irradiaci¨®n inmediata de cualquier minucia, el creador de la serie, David Chase, hab¨ªa logrado su objetivo: evitar que se filtrara el que para muchos ha sido el mejor final de la historia de la televisi¨®n para la mejor serie de la historia de la televisi¨®n.
El principio fue m¨¢s complicado. Ninguna de las grandes cadenas generalistas de Estados Unidos quer¨ªa comprar el gui¨®n de un mafioso que compart¨ªa las labores propias de su empleo, desagradables en su mayor¨ªa, con las sesiones de terapia en la consulta de una psic¨®loga para combatir sus ataques de ansiedad. ?Al Capone enganchado al Prozac? ?En serio?
Chase hab¨ªa cumplido ya 50 a?os y no hab¨ªa destacado especialmente en ninguna de las series en las que hab¨ªa trabajado. ?l conoc¨ªa la televisi¨®n de calidad porque hab¨ªa trabajado en dos series exquisitas, The Rock??ford Files y Doctor en Alaska. Despu¨¦s se march¨® a una cadena joven, de pago, para escribir El show de Larry Sanders, una serie excelente sobre la trastienda de la televisi¨®n que combin¨® el clamor m¨¢s fervoroso de la cr¨ªtica con la ignorancia m¨¢s despreciable de la audiencia. HBO cancel¨® la serie y David Chase descubri¨® que, en televisi¨®n, con calidad y nada m¨¢s no se llega a fin de mes. Por eso, cuando decidi¨® escribir el episodio piloto de su serie, esa idea del mafioso padre de familia que le rondaba en la cabeza, lo hizo para vend¨¦rsela a una de las networks, no a una cadena de pago.
Fue imposible. La NBC, la ABC y la CBS rechazaron Los Soprano por ser "muy oscura", y la Fox no quiso comprarla porque les parec¨ªa lenta de ritmo y, sobre todo, poco violenta. Chase no hab¨ªa querido incluir asesinatos porque sus conocidos en el crimen organizado le hab¨ªan dicho que ¨²ltimamente mataban poco.
Con las puertas cerradas en las cuatro grandes, a Chase no le qued¨® m¨¢s remedio que volver a HBO. Sell¨® con ellos un contrato que ahora parece rid¨ªculo: 100.000 d¨®lares por la primera entrega y 50.000 por episodio si decid¨ªan encargarle una temporada completa. Los directivos de esa cadena entendieron a Tony Soprano. Vieron enseguida que no era una serie sobre la Mafia y la muerte, sino sobre la familia y la vida, sobre la crisis de la madurez, el sentido de la existencia, la lucha por la felicidad, el peso del destino y el agobio del lugar en el que te ha tocado nacer o vivir, todo ello visto a trav¨¦s de los ojos del due?o de un negocio en declive, el l¨ªder de una empresa dedicada a una actividad claramente en decadencia. Los mafiosos de Los Soprano se ven obligados por tradici¨®n a ajustarse al c¨®digo interno del crimen organizado, pero han tenido el infortunio de residir en la Nueva Jersey de finales del siglo XX, no en el Chicago de la Ley Seca. Es mafia sin glamour, barriobajera, perezosa. Tony no se hace trajes a medida, prefiere su bata ro¨ªda de estar por casa.
Es f¨¢cil elogiar ahora Los Soprano, cuando la serie ha culminado su trayecto con 86 episodios en nueve a?os que han acaparado m¨¢s de veinte premios Emmy. La que es posiblemente la mejor serie de la historia de la televisi¨®n pudo no haber existido nunca. En 1995, cuando Chase intentaba vender el gui¨®n, todo el mundo ve¨ªa defectos y s¨®lo le pon¨ªan pegas. El episodio piloto hab¨ªa sido una ruina porque Chase hab¨ªa insistido en rodar en escenarios reales. Tambi¨¦n se hab¨ªa empecinado en darle el papel de protagonista a un actor de serie B con problemas de sobrepeso, James Gandolfini. Otro de los papeles protagonistas (Silvio Dante) fue para el guitarrista de Bruce Springsteen, Steve van Zandt, que jam¨¢s hab¨ªa actuado. Y a este elenco se sumaba un tal Tony Sirico (Paulie Walnuts), que result¨® tener un historial delictivo mayor que el de su personaje de ficci¨®n. A los directivos de la HBO ni siquiera les gustaba el t¨ªtulo; lo ¨²ltimo que quer¨ªan era que sus pocos espectadores creyeran que era una serie sobre el mundo de la ¨®pera.
El primer episodio de Los Soprano se emiti¨® el 10 de enero de 1999 y consigui¨® tres millones y medio de espectadores, algo inesperado para un canal de pago. Convertida inmediatamente en una serie de culto, la HBO empez¨® a sumar m¨¢s de diez millones de espectadores en los siguientes episodios y alcanz¨® los veinte millones en alguna de las temporadas posteriores. A partir de ah¨ª, la HBO se convirti¨® en la cadena de Los Soprano.
Los Soprano no s¨®lo cambi¨® el estatus y la cuenta de resultados de la HBO, sino tambi¨¦n las normas por las que se rige la ficci¨®n televisiva. Ha elevado el list¨®n de lo permi?sible en el baremo de sexo y violencia sin acercarse a la zafiedad o el sadismo. Ha demostrado que la televisi¨®n permite crear per???sonajes complejos y que la frontera entre el bien y el mal, el bueno y el malo, ha de estar en la mente de los espectadores y nunca en el gui¨®n. Ha educado a la audiencia para que sepa apreciar el significado de un detalle y entienda lo esencial que es ese matiz en la construcci¨®n de un personaje, una relaci¨®n, una trama. Ha llevado a la perfecci¨®n la t¨¦cnica del "reparto coral" que otorga a todos los personajes cualidades de protagonista. Y ha creado un aspecto visual ¨²nico, una manera de hacer televisi¨®n que no parece televisi¨®n: los 86 episodios tienen la textura de 86 pel¨ªculas de cine.
La dureza de 'los soprano' no est¨¢ en las im¨¢genes, sino en los contrastes. Tony es capaz de cortarle la cabeza a Ralph Cifaretto, pero luego, en casa, tiene que rega?ar a su hijo porque no hace los deberes. La casa es para los Soprano el refugio de la conciencia, y Carmela (Edie Falco) est¨¢ preocupada por la perfecci¨®n del hogar como si la suya fuera una familia normal. En una de las secuencias m¨¢s impactantes, Tony se va en coche con su hija a conocer las universidades de la zona. A medio camino entre una y otra, Tony se topa con un sopl¨®n que traicion¨® a la familia, cant¨®, y acept¨® el programa de protecci¨®n de testigos del FBI. Tony sabe lo que tiene que hacer con ¨¦l, sabe lo que el c¨®digo interno establece para los soplones. Y lo hace: sin que su hija lo vea, estrangula al chivato con la normalidad de quien simplemente est¨¢ haciendo su trabajo. Ese contraste es la esencia de la serie: padre y mafioso, marido y ad¨²ltero, violento y tierno, implacable y con remordimientos. El m¨¢s imp¨ªo de los mafiosos cumple con su trabajo con pasmosa rutina, pero el sentimiento de culpabilidad que le aflige al meter a su madre en una residencia de ancianos acaba llev¨¢ndole al psiquiatra.
La Mafia que Chase retrata se ve enfrentada a un mundo que cambia demasiado deprisa para un colectivo tan inamovible, una banda de hombres duros que de repente no sabe qu¨¦ hacer cuando descubre que uno de ellos es gay, unos agentes del FBI que ya no saben distinguir entre amigos y enemigos, entre legal e ilegal. La familia vive en Nueva Jersey, uno de los lugares m¨¢s despreciados por los norteamericanos por ser el s¨ªmbolo de las factor¨ªas sucias y los edificios ennegrecidos. Arrebatada de todo el esplendor que pudiera tener en el pasado, intentan adaptarse a los tiempos y preparan barbacoas los fines de semana. Es entonces cuando Tony Soprano se pone el ch¨¢ndal de los domingos. Es una familia en declive en todos los sentidos porque es eso lo que la serie intenta representar: la decadencia.
Hay referencias constantes a la mitolog¨ªa del g¨¦nero, en especial a la saga cinematogr¨¢fica de Coppola. Uno de los secuaces se instala una bocina en su coche que toca las notas de El Padrino, y otro recita de memoria frases de Al Pacino.
Los miembros de la banda, cuando salen de las calles de Nueva Jersey, pierden el norte y la dignidad. Se ven fuera de su mundo, lejos del antro en el que pasan el d¨ªa y la noche, el Bada Bing Club. En uno de los episodios m¨¢s memorables, Christopher y Paulie acaban en un bosque nevado persiguiendo a un mat¨®n ruso. Son dos peces fuera del agua. "Que no salga con vida, porque el tipo mat¨® a 16 chechenos ¨¦l solo. Trabajaba para el Ministerio del Interior", le dice Tony a Paulie por un m¨®vil que se entrecorta. "No te lo vas a creer", comenta Paulie a Christopher, "pero el ruso es un decorador de interiores". "Pues su casa era una mierda", responde Christopher.
?Qu¨¦ tiene de veros¨ªmil la Mafia que queda retratada en Los Soprano? David Chase y los guionistas contrataron a expertos en el funcionamiento interno de los clanes que todav¨ªa controlan algunos negocios en la zona de Nueva York y hablaron con miembros de familias desaparecidas o pistoleros acogidos al programa de protecci¨®n de testigos. Los productores sab¨ªan por la polic¨ªa que la Mafia de verdad segu¨ªa la serie; lo que desconoc¨ªan es qu¨¦ pensaban de ella, hasta que ocurri¨® algo que Chase cont¨® recientemente a Vanity Fair: "Un tipo entr¨® en un bar en el que estaba uno de los actores de la serie, se sent¨® y no apart¨® su mirada de ¨¦l en toda la noche. Cuando el bar se qued¨® vac¨ªo, el tipo se acerc¨® a ¨¦l y le dijo: '?Sabes qu¨¦? Yo soy de Jersey. Quiero que sep¨¢is que est¨¢is enfadando a mucha gente por all¨ª. No les gusta vuestra serie, as¨ª que tened cuidadito con qu¨¦ cojones est¨¢is haciendo', y se march¨®". Nunca volvieron a saber de ¨¦l.
Con el paso de los a?os, Los Soprano se ha convertido en una f¨¢brica de d¨®lares. Las ganancias de la serie por ventas en DVD se miden en cientos de millones; los derechos de reposici¨®n en las cadenas de cable en abierto se vendieron a A&E por 215 millones de d¨®lares, y a eso hay que sumar los ingresos por ventas en el mercado internacional. Ni David Chase ni los actores han querido conceder m¨¢s entrevistas sobre la serie una vez emitido el ¨²ltimo episodio. Gandolfini, que fue demandado por 100 millones de d¨®lares por la HBO cuando quiso dejar Los Soprano tras la quinta temporada, ha firmado ahora un acuerdo con la cadena para desarrollar nuevos proyectos.
Y as¨ª, la serie llega a su fin con los ¨²ltimos nueve episodios, que a partir del d¨ªa 13 emite Canal +. Los Soprano se enfrentan a la guerra contra otra familia, a la p¨¦rdida de poder y a la perspectiva de una vida en cadena perpetua. Tony se ve a s¨ª mismo cuando visita por ¨²ltima vez a su t¨ªo Junior y ve c¨®mo el m¨¢s temible de los mafiosos es ahora un pobre viejo comido por el alzh¨¦imer. En estos episodios, Tony sigue enfrentado a su propio pasado ("Mi madre nunca estaba contenta conmigo") y al futuro de sus hijos. La hija quiere ser abogada; el hijo est¨¢ preocupado por la defensa de los derechos civiles. Los dos demuestran una hip¨®crita falta de inter¨¦s por el negocio familiar que les ha permitido estar donde est¨¢n y disfrutar de lo que tienen.
Algunos amigos de tony mueren, otros viven. Algunos enemigos mueren de manera limpia y otros se resisten a morir, pero mueren. Y al final, Tony, Carmela y sus dos hijos se re¨²nen a cenar en un restaurante. Y lo que ocurre entonces es el final de Los Soprano, el momento m¨¢s sagrado de la serie, la secuencia que fan¨¢ticos o traidores ya se han bajado de Internet y ya han destripado a quienes todav¨ªa pueden disfrutarla. Sepa o no c¨®mo terminan Los Soprano, conviene contemplar estos ¨²ltimos episodios como si fueran televisi¨®n de reclinatorio: puede que el medio tarde a?os o d¨¦cadas en darnos un producto tan cercano a la perfecci¨®n.
Los ¨²ltimos nueve cap¨ªtulos de 'Los Soprano' se emiten en Canal + a partir del pr¨®ximo d¨ªa 13, a las 21.30.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.