N¨¢ufrago
Ante todo, un l¨ªder pol¨ªtico debe dar la sensaci¨®n de fortaleza, de confianza y de seguridad en s¨ª mismo. La bondad natural no es una virtud muy apreciada por la opini¨®n p¨²blica, salvo por algunas abuelas en el chocolate a media tarde. Nunca viene mal que un l¨ªder pol¨ªtico sea profundamente honrado, pero ninguna cualidad privada sirve de nada si el ciudadano no percibe que ese se?or al que va a votar le salvar¨ªa en una tempestad si fuera capit¨¢n de barco o encontrar¨ªa una salida con el ¨¢nimo levantado en medio de una cat¨¢strofe. La fortaleza del pol¨ªtico debe estar lo m¨¢s alejada posible de los gritos y los pu?etazos en la mesa, que en la mayor¨ªa de los casos s¨®lo ocultan un miedo consolidado. La c¨®lera hay que administrarla en voz baja, como sucede con las blasfemias anglosajonas. King Kong se apaleaba el pecho cuando cre¨ªa que le iban a birlar a la novia. La dureza de una persona, hombre o mujer, est¨¢ en la mirada. Por otra parte, un l¨ªder pol¨ªtico debe usar casi todo su talento en escoger a sus colaboradores y expertos en cada materia y el resto en escuchar al m¨¢s inteligente y hacer cumplir lo que ¨¦ste le aconseje sin dar se?ales de duda o vacilaci¨®n. Mandar es un instinto. Se tiene o no se tiene. Es un don animal, que equivale sentirse amo de una camada. Quien carece del gen de mando, al dar una orden, se lleva un susto si le obedecen. Cuando se tiene poder y autoridad, gobernar es una cuesti¨®n de olfato. Son muy famosos estos consejos de Maquiavelo: si no eres amado, procura al menos ser temido y si te ves obligado a hacer un da?o que ¨¦ste sea contundente y r¨¢pido para que el ciudadano lo olvide pronto, pero a la hora de hacer el bien trata de dosificarlo lentamente, poco a poco, para que la opini¨®n p¨²blica lo entienda como una felicidad duradera. En medio de la histeria que se va a desarrollar en la pr¨®xima campa?a electoral, preg¨²ntate cu¨¢l de los dos candidatos ser¨ªa capaz de salvarte si te estuvieras ahogando. Desconf¨ªa del que grite o bracee m¨¢s. La victoria no estar¨¢ de parte del gallo que mejor maneje los espolones, sino del que m¨¢s serenidad imparta. Dale el voto al que demuestre que sabe realizar la maniobra de hombre al agua, porque en el fondo, como elector, no eres m¨¢s que un n¨¢ufrago.
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