Gestionando ahorros

Fue muy r¨¢pido, r¨¢pido y breve. Apenas una hora para explicarse con la urgencia de lo joven. Tersura r¨ªtmica, hormigueo en las guitarras, descaro en la voz y una infalible sucesi¨®n de canciones tocadas por la inmediatez de un estribillo m¨¢s que afortunado. La f¨®rmula ha funcionado varias veces en Barcelona, pero en la ¨²ltima, la que tuvo lugar el s¨¢bado en la noche, se hubo de ser muy fan, un entregado seguidor, para no tener la sensaci¨®n de que la cuerda se comienza a acabar. Una vez est¨¢ bien, dos quiz¨¢ tambi¨¦n, pero a la tercera todo parece tan lineal que s¨®lo nuevos y brillantes hallazgos mel¨®dicos pueden salvar una noche.

Y al parecer, no los hay. Una de las canciones estrenadas por el grupo result¨® una anodina repetici¨®n carente de gracia. Nada nuevo bajo un sol que parece iluminar cosas ya antes explicadas por los mismos Artic Monkeys.

Su racaner¨ªa esc¨¦nica, una hora de concierto, sus pegas para acercarse a ellos, incluida negativa a realizar entrevistas para medios digitales, parecen repetir la historia de aquellos que una vez salidos de la nada se comportan como nuevos ricos. ?se se antoja el caso de Arctic Monkeys.

El concierto, eso s¨ª, result¨® vistoso. Un dise?o de luces no muy original, pero s¨ª efectivo, ceg¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n ojos y c¨¢maras de quienes quer¨ªan inmortalizar el momento. Luz blanca y roja dominante para realzar la imagen de un grupo que puede dilapidar sus ahorros en el mismo poco tiempo que le cost¨® conseguirlos