Birkin seduce al fantasma de Serge Gainsbourg
?xito de la cantante brit¨¢nica en su gala de Santiago
No hay Jane (Birkin) sin Serge (Gainsbourg). ?l, icono de la canci¨®n francesa y su enfant m¨¢s terrible, pervive 16 a?os despu¨¦s de su muerte en cada soplo, sonido y letra de los conciertos de su musa, quien, brazos en alto y al grito de su nombre, reivindica desde los escenarios la figura de su mentor por siempre jam¨¢s. "Soy su lado femenino, su cara B. ?l es el fuerte y yo la fr¨¢gil. Todos tenemos nuestros fantasmas y ¨¦ste es el m¨ªo. Cheers para los fantasmas", clam¨® Birkin en el momento m¨¢s emotivo de su actuaci¨®n, el s¨¢bado, en el Auditorio de Santiago con el aforo casi al completo. La artista brit¨¢nica acababa de interpretar Images fant?mes, un tema con la m¨²sica de Ravel, Pavana para una infanta difunta. Era "la preferida de Gainsbourg" y Birkin la incluy¨® en su ¨²ltimo disco en solitario Fictions, quiz¨¢s para dejar claro que nunca piensa emanciparse del cantautor con el que form¨® una m¨ªtica pareja, nacida en 1969 con el er¨®tico Je t'aime moi non plus.
A punto de cumplir 61 a?os, la actriz y cantante conserva a¨²n cierta aura y aspecto de eterna adolescente, aunque su inconfundible voz, mitad susurro, mitad aguda, madur¨®. Cobr¨® fuerza y voluptuosidad. Sensual y glamurosa, enfundada en unos pantalones bombachos a los que at¨®, en la cintura, un fular de colores, Jane Birkin encandil¨® al p¨²blico compostelano, primera escala en Espa?a de su gira internacional de cuatro meses, con un concierto de casi dos horas que finaliz¨® con una larga ovaci¨®n en pie. Horas antes, la artista fue galardonada, en una recepci¨®n en el Ayuntamiento de Santiago, por su primera pel¨ªcula como directora, Boxes, que recibi¨® una menci¨®n especial del festival Cineuropa.
Birkin, que declar¨® reiteradamente durante el concierto su alegr¨ªa por descubrir Santiago, "su belleza exterior, con su moho y sus figuras monumentales, pero sobre todo por sus gentes", cant¨® algunas de las m¨¢s famosas canciones que Gainsbourg cre¨® para ella, como Di doo dah, de su primer disco en solitario (1973), Ex fan des Sixties, que reivindica los ¨ªdolos de los a?os 60, la balada de Johnny Jane o Fuir le bonheur de peur qu'il ne se sauve, en la que el cantautor escribi¨® su amargura por la separaci¨®n sentimental de la pareja, en 1981, tras 15 a?os de vida com¨²n. Birkin tambi¨¦n interpret¨® cl¨¢sicos de Gainsbourg, como la divertida y alegre Elisa o la carta de ruptura que cant¨® el artista franc¨¦s antes de conocer a su musa brit¨¢nica, Je suis venu te dire que je m'en vais. Y en boca de la cantante, casi aparece melodiosa la declaraci¨®n de odio a "la p¨¦rfida y perversa Manon".
Intercalados entre los homenajes y reivindicaciones a Gainsbourg, Jane Birkin ofreci¨® en solitario varios de los temas de su disco Rendez-vous, en el que canta a d¨²o con Brian Ferry, Alain Chamford, Yosul Inoue, Brian Molko, Feist o Manu Chao. Y aunque consciente de que pronuncia "el portugu¨¦s como si fuese japon¨¦s", o sea ininteligible, la londinense se atrevi¨® a cantar, eso s¨ª, leyendo la letra, el alegre tema que comparte en su disco con "el guapo" Caetano Veloso, O Leaozinho.
En el escenario, acompa?an a Birkin tres m¨²sicos que tocan m¨¢s de siete instrumentos diferentes, como banjo, arpa o viol¨ªn. Pero el exagerado sonido del piano y del ¨®rgano devalu¨® algunas de las mejores interpretaciones de la artista, que en algunas ocasiones se las vio y dese¨® para que su fr¨¢gil voz se sobrepusiera al atronador acompa?amiento musical. Un fallo que la cantante supo suplir creando complicidad con el p¨²blico. Birkin no dej¨® de sonre¨ªr salvo para el momento m¨¢s reivindicativo de su actuaci¨®n, el que dedic¨® a la l¨ªder birmana de la oposici¨®n Aung San Suu Kyi "y a todos los estudiantes y los monjes" asesinados este verano por la feroz dictadura de ese pa¨ªs, "que sigue haciendo todo lo que quiere porque nadie lo sancion¨®". Una impunidad que le indigna y contra la que llam¨® a rebelarse.
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