Algo huele a podrido en Westminster
Los esc¨¢ndalos cuestionan la fama de incorrupta de la pol¨ªtica brit¨¢nica
?Est¨¢ la pol¨ªtica en el Reino Unido tan limpia de corrupci¨®n como suelen presumir los brit¨¢nicos? Probablemente no, a juzgar por los esc¨¢ndalos que han rodeado el ¨²ltimo a?o y medio a la financiaci¨®n de sus partidos. Primero fue el caso de la venta de honores, que salpic¨® a los dos grandes partidos y se sald¨® sin procesamientos, pero sin disipar la sospecha de que algo huele a podrido en Westminster.
Ahora, se trata del descubrimiento de que un empresario inmobiliario hizo llegar generosas donaciones al Partido Laborista a trav¨¦s de terceras personas para guardar el anonimato. ?Por timidez, o porque las donaciones eran en realidad el pago de favores? Va a ser dif¨ªcil esclarecer ese punto fundamental.
Tony Blair se escap¨® por los pelos. La polic¨ªa quiso procesar a dos ¨ªntimos colaboradores suyos por entender que hab¨ªan prometido la concesi¨®n del t¨ªtulo de lord a varias personas a cambio de que donaran dinero al Partido Laborista. La Fiscal¨ªa de la Corona, sin embargo, descart¨® los procesamientos por entender que no hab¨ªa pruebas. El Partido Conservador mantuvo un perfil bajo en esa pol¨¦mica porque tambi¨¦n estaba bajo sospecha.
Ahora las cosas son diferentes. El primer ministro, Gordon Brown, ya ha reconocido que las donaciones del empresario David Abrahams, 850.000 euros desde 2003, eran ilegales porque se hicieron a trav¨¦s de personas interpuestas. La polic¨ªa no tendr¨¢ problemas para probar eso y concluir que los laboristas han incumplido la ley del a?o 2000 sobre Partidos Pol¨ªticos, Elecciones y Referendos.
Los tories se han mostrado esta vez mucho m¨¢s beligerantes por dos razones. Primero porque lo que se examina es un caso concreto que afecta directamente a los laboristas. Segundo, porque el esc¨¢ndalo no afecta a un primer ministro en declive que estaba a punto de ceder su sitio, sino a uno que acaba de llegar. Ahora no se trata de hacer caer a Blair, sino de minar la credibilidad de Brown. Esto es ya campa?a para las elecciones de 2009 o 2010.
Establecida ya la ilegalidad de las operaciones, ahora hay dos aspectos en juego: uno, saber qu¨¦ laboristas y desde cu¨¢ndo estaban al corriente de que las donaciones proced¨ªan efectivamente del empresario David Abrahams; dos, mucho m¨¢s dif¨ªcil, probar que el anonimato era una forma de esconder favores de la Administraci¨®n. Hubo una operaci¨®n sospechosa de recalificaci¨®n de terrenos en Durham, pero de ah¨ª a probar que haya relaci¨®n con las donaciones hay una enorme distancia.
Dimisiones
Quemar algunas personalidades dentro del escalaf¨®n laborista puede ser m¨¢s f¨¢cil. Ya ha dimitido el hasta ahora secretario general del partido, un cargo de escaso rango, a diferencia de lo que ocurre en Espa?a: Peter Watt dimiti¨® al conocerse el caso y reconoci¨® que sab¨ªa que las donaciones eran de Abrahams, pero cre¨ªa que eso no era ilegal.
El caso afecta tambi¨¦n al tesorero, Jon Mendelsohn, que lo sab¨ªa desde que lleg¨® al cargo en septiembre y quiz¨¢ antes. Tambi¨¦n puede salpicar a la vicel¨ªder, Harriet Harman, que acept¨® una de las donaciones cuando hac¨ªa campa?a para ese cargo. Pero, ?qu¨¦ sab¨ªa Brown sobre Abrahams y desde cu¨¢ndo?
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