Trampa y bochorno

Unas 125.000 personas saltaron el s¨¢bado a la calle, a una manifestaci¨®n convocada en protesta por el caos ferroviario que sufre el ¨¢rea metropolitana de Barcelona. Pero a muchos de los asistentes de buena fe y hartos de ese colapso, les dieron gato por liebre: la manifestaci¨®n se olvid¨® de los trenes para transmutarse en una exaltaci¨®n del independentismo. Los propios organizadores, a quienes el d¨¦ficit y estropicios de las infraestructuras parecen importarles una higa, han admitido la trampa, al asegurar que su verdadero objetivo es un refer¨¦ndum secesionista. Salvo Iniciativa, que se mantuvo fiel al lema convocante, CiU y ERC se aprestaron a manipular a sus seguidores, al unirse al trucado sesgo de la marcha.

Result¨® especialmente pat¨¦tico observar al ex presidente Jordi Pujol marchar delante de una cuatribarrada con la estrella secesionista, y comparar esa imagen con su trayectoria de d¨¦cadas. Ya dijo su antecesor, Josep Tarradellas, que en la vida uno se lo puede permitir todo, salvo el rid¨ªculo.

El oportunismo de los dirigentes de estos partidos se dobl¨® de insensibilidad. Ni siquiera se les ocurri¨® incorporar a su evento la menor condena ni referencia a la tragedia de ese d¨ªa, el asesinato cometido en Francia por ETA. Prefirieron ensimismarse en banderas rom¨¢nticas, c¨¢nticos exaltados y gritos de halago, que penetrar en la dura realidad. Adem¨¢s, los socios de Gobierno del PSC volvieron a mostrar su inmadurez, al colocarse a la vez en misa y repicando. O se est¨¢ en el balc¨®n, o en la calle. Resulta chirriante que seis consejeros del Ejecutivo se dedicaran a hacer populismo en vez de a trabajar en sus despachos, como si Catalu?a no tuviera otros desaf¨ªos que divertirse en juegos artificiales de ocasi¨®n, aparentemente gratuitos.

Pero lo m¨¢s bochornoso fue la actitud de CiU. Todo el mundo sabe que el balance de su dedicaci¨®n a las infraestructuras durante los 23 a?os de su Gobierno se aproxima a la nada: en los a?os en que la autonom¨ªa madrile?a de Alberto Ruiz-Gallard¨®n construy¨® 101 kil¨®metros de metro, Pujol contabiliz¨® 10, algo que perjudica al transporte de miles de pasajeros y que contribuye a la saturaci¨®n de las Cercan¨ªas de Renfe, la coartada de la convocatoria. En vez de protestar contra s¨ª mismos, Pujol, Mas y sus colaboradores optaron por envolver esas verg¨¹enzas en un ondear de banderas y en la ret¨®rica de la doble lectura del "derecho a decidir".

Mejor que hubieran decidido construir metros cuando no s¨®lo era su derecho, sino su obligaci¨®n. Desde que salieron del poder, los pol¨ªticos convergentes juegan con fuego: esparcen con una mano radicalismo soberanista, y tratan de disimularlo con su trayectoria hist¨®rica moderada. No es seguro que muchos de sus seguidores se avengan a quemar en ese fuego las yemas de sus dedos cuando los usen para introducir con ellos su papeleta en las urnas, en la pr¨®xima convocatoria.