Vacunas, preservativos y cinturones de seguridad
Lo primero que hago cuando subo a un coche es abrocharme el cintur¨®n de seguridad. La machaconer¨ªa amenazante de la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico y la convicci¨®n de que vale la pena pon¨¦rselo han generado en m¨ª ese automatismo. En cualquier coche, a cualquier hora, vaya delante o detr¨¢s. Supongamos que costara 300 euros la garant¨ªa de que no me romper¨¦ el omoplato izquierdo por no llevar el cintur¨®n abrochado. No estar¨ªa dispuesta a pagarlos, prefiero usar el cintur¨®n y conservar el dinero. Es que con esos 300 euros lo ¨²nico que protejo es mi omoplato pero s¨¦ que se podr¨ªan romper una larga lista de mis huesos y ¨®rganos vitales. As¨ª que prefiero ponerme el cintur¨®n, y lo seguir¨ªa haciendo aunque el protegeomoplatos fuera gratis.
El preservativo es m¨¢s barato y previene m¨¢s eficazmente el c¨¢ncer de c¨¦rvix que la vacuna
El otro d¨ªa charl¨¦ sobre la vacuna del virus del papiloma humano con una amiga, superviviente de c¨¢ncer de c¨¦rvix. Como economistas de la salud, sospechamos, a falta de estudios solventes sobre la rentabilidad de la vacuna, que hay destinos mucho m¨¢s efectivos en t¨¦rminos de salud para esos fondos, aunque quiz¨¢ no tan efectistas. Necesitamos saber a cu¨¢ntos millones de ni?as hay que vacunar hoy, al coste de unos 300 euros por vacuna, m¨¢s las posibles dosis de recuerdo, para salvar a una de ellas de morir de ese c¨¢ncer dentro de varias d¨¦cadas. Espa?a es uno de los pa¨ªses del mundo con menor incidencia de la enfermedad, y el riesgo absoluto de morir por esa causa es de apenas 2 por 100.000 mujeres y a?o. Se suicidan m¨¢s mujeres de las que mueren por c¨¢ncer de c¨¦rvix. Har¨ªa falta hacer n¨²meros antes de decidir precipitadamente la financiaci¨®n p¨²blica universal de la vacuna a las ni?as de 12 a?os.
La cuesti¨®n es que incluso si fuera gratuita, seguramente ni mi amiga ni yo vacunar¨ªamos de momento a una hija adolescente. Mejor esperar y ver. Demasiadas inc¨®gnitas sobre eficacia y seguridad, poca evidencia de efectos a largo plazo y la baja incidencia en Espa?a del c¨¢ncer de cuello de ¨²tero. Pero, sobre todo, como argumento definitivo, no parece una buena idea inculcar a las adolescentes la falsa seguridad de que pueden tener relaciones sexuales sin preservativo, que no van a pillar c¨¢ncer porque est¨¢n vacunadas. "Hija, no uses el cintur¨®n de seguridad, que ya llevas protegeomoplatos".
Con el preservativo se matan varios p¨¢jaros de un tiro, se evitan riesgos no vacunables, como el HIV-sida y riesgos vacunables como la hepatitis B; por no mencionar los embarazos no deseados. La ¨²nica forma de contraer el c¨¢ncer de cuello de ¨²tero es mediante las relaciones sexuales, y el preservativo previene m¨¢s eficazmente que la vacuna. Es muy barato, no tiene efectos secundarios ni incertidumbres a largo plazo.
Por eso, si tuvi¨¦ramos hijas adolescentes, mi amiga la superviviente y yo seguir¨ªamos la estrategia de concienciarlas sobre el uso del preservativo tan machaconamente como la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico con el cintur¨®n de seguridad, hasta que se convirtiera en un automatismo. Y de momento esperar¨ªamos prudentemente antes de vacunarlas.
En vez de machacar con el uso del preservativo, muchos responsables sanitarios del pa¨ªs abogan apasionadamente por la vacunaci¨®n generalizada a nuestras ni?as y ponen el grito en el cielo cuando surge alguna voz discordante que reclama sensatez, no precipitarse, hacer n¨²meros (?vacunar a cu¨¢ntos millones de ni?as para evitar una muerte?).
Mientras tanto, en un ¨¢rea de salud que conozco los enfermos diagnosticados de c¨¢ncer esperan en promedio un mes y medio para empezar la radioterapia, y dicen que la lista de espera de ciertas pruebas diagn¨®sticas dar¨ªa dos veces la vuelta al mundo.
Beatriz Gonz¨¢lez L¨®pez-Valc¨¢rcel es catedr¨¢tica de Econom¨ªa en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
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