Antoni Jutglar: el combate por la Espa?a que no pudo ser
El a?o que ya est¨¢ en curso de cierre se lleva a dos historiadores que dejan una profunda huella en quienes les conocieron y, desde luego, en el ¨¢mbito en que trabajaron. Primero fue Eduard Pons Prades, de quien ya se?al¨¦, en el homenaje que se le rindi¨® en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona, y p¨®stumamente en el Ateneu Barcelon¨¨s, que fue un historiador que hizo historia desde dentro de la historia. Ahora ha sido Antoni Jutglar quien nos ha dejado -el 28 de noviembre, a los 73 a?os- tras larga ausencia acad¨¦mica. Sin embargo, ambos siguen presentes en el recuerdo de quienes fuimos sus amigos y disc¨ªpulos.
Como luchador por la libertad, en los tiempos de la dictadura franquista, los "a?os de plomo" que definiera un d¨ªa Carlos Barral, Antoni Jutglar mantuvo siempre un arriesgado compromiso que se remonta a los a?os cincuenta del pasado siglo XX, como part¨ªcipe de aquel proyecto clandestino que fue el ef¨ªmero Frente de Liberaci¨®n Popular (el FLP), una especie de plataforma organizada bajo la influencia que en sus militantes ejerc¨ªa el castrismo cubano: sufri¨® entonces, Jutglar, arresto, tortura y prisi¨®n. Impermeable al desaliento, en los a?os sesenta, siendo ya profesor de la Universidad de Barcelona, contribuy¨® a fundar el Sindicato Democr¨¢tico de Estudiantes (SDEUB) en el c¨¦lebre encuentro clandestino de antifranquistas que se celebr¨® en el Convent dels Caputxins de Sarri¨¢. Ser¨ªa, el SDEUB, uno de los m¨¢s activos frentes de combate contra la dictadura organizado por las nuevas generaciones que nacieron a finales de la Rep¨²blica y/o en el curso de la Guerra Civil. (Jutglar, en 1934).
Intelectual cr¨ªtico
En el pensamiento de Jutglar, como intelectual cr¨ªtico que fue siempre, se combinaron tanto poderosos rasgos de un cristianismo progresista como de un cierto marxismo antidogm¨¢tico (en cuanto a an¨¢lisis metodol¨®gico del capitalismo), y tambi¨¦n dosis de un anarquismo de perspectivas liberadoras, cr¨ªtico de la pol¨ªtica. Por ello, fue siempre un hombre dif¨ªcil de clasificar, un heterodoxo con ciertos toques unamunianos, e incluso nietzscheanos, que muchos de sus coet¨¢neos y colegas no supieron percibir, o percibieron con inquietud.
Como profesor universitario, Jutglar fue excepcional. En las aulas, donde su delicada salud a veces afloraba con evidencia, su fuerza did¨¢ctica consegu¨ªa apasionar a los alumnos que masivamente asist¨ªan a sus lecciones de Pensamiento Social Contempor¨¢neo e Historia Contempor¨¢nea. Una docencia que imparti¨® m¨¢s all¨¢ de los espacios universitarios, organizando seminarios y encuentros en lugares como los Escolapis de Sant Antoni. Tambi¨¦n en el ICESB, donde quienes fuimos alumnos suyos entendimos la necesidad de la Sociolog¨ªa como herramienta complementaria, auxiliar, del historiador, una disciplina que siempre apoy¨® frente al escepticismo de muchos de sus colegas, especialmente los que militaban en el marxismo. Y asimismo una docencia desplegada en recintos tan heterodoxos como la cafeter¨ªa T¨¦rminus, hoy desaparecida, donde sol¨ªa convocarnos a algunos alumnos para profundizar mediante seminarios la Historia Social que tan brillantemente explicaba. O tambi¨¦n en la Fundaci¨®n Anthropos, cuyos cursos de Humanidades y su revista, a¨²n activa, contribuy¨® a fundar. O en las salas y jardines del Ateneu Barcelon¨¨s, que tanto le agradaba frecuentar: all¨ª nos descubri¨® el inmenso tesoro de una de las mejores bibliotecas catalanas, y all¨ª nos explicaba los or¨ªgenes del atene¨ªsmo, surgido en la Catalunya de la segunda mitad del siglo XIX como producto de una burgues¨ªa ilustrada, en el caso del Ateneu Barcelon¨¨s, y del af¨¢n de conocer de las clases trabajadoras en el caso del Ateneu Enciclopedic Popular, que fue destruido por las tropas del general Yag¨¹e que ocuparon Barcelona el 26 de enero de 1939, como el propio Jutglar sol¨ªa explicarnos como demostraci¨®n de la barbarie franquista.
Amplia obra docente
La obra que ha dejado Antoni Jutglar, siempre ligada a la docencia, es muy amplia y profundamente cr¨ªtica, y en ella late siempre una pasi¨®n f¨¦rrea por el republicanismo y el federalismo, con aquel sentido descentralizador que tan sabiamente supieron fundar casi simult¨¢neamente aquel pensador franc¨¦s decimon¨®nico llamado Pierre-Joseph Proudhon, uno de sus referentes esenciales, junto a Pi i Margall, su lejano maestro, cuya personalidad y obra trabaj¨® con la vocaci¨®n del disc¨ªpulo.
Muy pol¨¦micos fueron -y siguen siendo- trabajos suyos como la Historia cr¨ªtica de la burgues¨ªa catalana, analizada desde sus or¨ªgenes en el siglo XIX: Jutglar concluy¨® que en los momentos clave de su historia, esa clase social, cuando ha tenido que escoger entre sus intereses econ¨®micos y Catalunya, nunca ha dudado de desertar del catalanismo y recurrir a los poderes for¨¢neos del Estado centralista espa?ol: una elecci¨®n que fue masiva al estallar la Guerra Civil. Todav¨ªa resuena el eco de Camb¨® desde Buenos Aires: ?Cuideu en Franco! O queda el perfil de la figura de Ventosa i Calvell, otro prohombre de la Lliga Catalana, vestido de falangista en Burgos, la primera "capital" de los sublevados contra la Segunda Rep¨²blica.
Tambi¨¦n podemos citar Ideolog¨ªas y clases sociales en la Espa?a contempor¨¢nea, otro de sus nutridos trabajos sobre las mentalidades sociales, y la sugerente La Espa?a que no pudo ser...
Y ?cu¨¢l deb¨ªa haber sido esa Espa?a que no pudo ser? La Espa?a republicana, federal y social, frente a la Espa?a centralista, olig¨¢rquica y caciquil: esa Espa?a, sol¨ªa explicar, de Los de Siempre, esa Espa?a que fusil¨® a Torrijos, que provoc¨® el suicidio de Larra, que indujo al exilio a Francisco de Goya, y luego a Pau Casals, a Pablo Picasso, a Pere Bosch Gimpera, a Antonio Machado, a Le¨®n Felipe y a tantos y tantos otros, que asesin¨® a Federico Garc¨ªa Lorca y encerr¨® hasta morir a Miguel Hern¨¢ndez... Esa Espa?a lampedusiana, dec¨ªa Jutglar, que a veces parece cambiar para que todo siga igual. Esa Espa?a que los republicanos intentaron transformar a trav¨¦s del reformismo pol¨ªtico y que el movimiento obrero anarcosindicalista pretendi¨® hacerlo mediante la revoluci¨®n social. In¨²tilmente.
Por estas facetas y, sobre todo, por su profundo estudio del federalismo, la obra de Jutglar debe permanecer como aportaci¨®n al conocimiento no s¨®lo del pasado, que es la historia, sino incluso del presente, pues sabemos que sus trabajos inciden mucho m¨¢s all¨¢ de la apariencia cotidiana que nos rodea y que, como Garc¨ªa Calvo se?alara, oculta la realidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.