Hoy puede ser un gran d¨ªa
Hoy puede ser un gran d¨ªa... fiscalmente hablando. Si las previsiones pol¨ªticas no fallan, que todo puede suceder en este marem¨¢gnum, las Juntas de Guip¨²zcoa van a aprobar hoy el tipo del 30% para el Impuesto de Sociedades, con lo que se va plasmar la discrepancia interna entre las Diputaciones a la hora de fijar este importante impuesto. Este hecho, que a m¨ª y a muchos como yo nos llena de felicidad, parece provocar el rasgado de vestiduras entre quienes han venido potenciando el foralismo fiscal, lo que merece alguna explicaci¨®n adicional.
El foralismo fiscal vasco es una teor¨ªa surgida como de la nada con ocasi¨®n de la discusi¨®n de la Ley de Terrritorios Hist¨®ricos (LTH), all¨¢ al inicio de la autonom¨ªa vasca. Yo personalmente no he conocido nunca a ning¨²n partidario de esta teor¨ªa que haya sufrido persecuci¨®n pol¨ªtica bajo Franco o que haya formado un partido pol¨ªtico que lo defienda, pero s¨ª s¨¦ que, al amparo del Estatuto de Autonom¨ªa, que no es foralista, ciertas personas forzaron una interpretaci¨®n interesada del mismo para establecer un sistema fiscal vasco que ha permitido durante 25 a?os dar un desmesurado poder en este ¨¢mbito a un ¨®rgano local -en ¨²ltima instancia, eso es lo que son las diputaciones- en detrimento del ¨®rgano natural (o por lo menos as¨ª lo consideran los otros 6.000 millones de seres humanos que habitan este planeta), que es el Parlamento.
El sistema foralista es diab¨®licamente eficaz para eludir la discusi¨®n p¨²blica de los impuestos que todos tenemos que pagar. Con la excusa de que hay que garantizar la armonizaci¨®n fiscal entre los tres territorios, se juntan seis funcionarios en una oficina, llamada ?rgano de Coordinaci¨®n Tributario (OCT) y all¨ª, sin luz ni taqu¨ªgrafos, deciden cuantos impuestos vamos a pagar cada uno. Nadie sabe en qu¨¦ estudios se basan las propuestas, nadie sabe cu¨¢l es la finalidad pol¨ªtica que se persigue con esos impuestos -porque debemos recordar que los impuestos son la mayor expresi¨®n pol¨ªtica de un pa¨ªs-, nadie sabe por qu¨¦ se bajan a unos sectores sociales y se suben a otros, y nadie sabe, en fin, por qu¨¦ se fija el nivel de recaudaci¨®n esperada en una cifra determinada y no en otra superior o menor.
De esta manera, y sin participaci¨®n de la soberan¨ªa popular se decide la cuesti¨®n m¨¢s importante de la pol¨ªtica anual de ¨¦ste y cualquier otro pa¨ªs: el esfuerzo fiscal relativo de cada grupo de ciudadanos y, derivado de ello, el nivel global del gasto publico. Una vez que la OCT habla, las Juntas Generales de cada provincia quedan obligadas a aprobar esa propuesta, so pena de atentar contra "la armonizaci¨®n fiscal" y el propio Parlamento vasco se ve constre?ido a fijar el gasto total p¨²blico de la autonom¨ªa sobre las decisiones sobre los ingresos tributarios tomadas por esos funcionarios. Es el mundo al rev¨¦s: los funcionarios deciden y los electos aprueban esa decisi¨®n.
Para m¨¢s inri, al no estar aprobadas las normas fiscales por ley, cualquier ciudadano puede recurrirlas ante los tribunales ordinarios de la jurisdicci¨®n contencioso-administrativa y, como ha sucedido en el tema del Impuesto de Sociedades, cabe el caso que la norma fiscal sea anulada judicialmente, generando un caos fiscal que perjudica directamente a las empresas.
Por fortuna, este edificio foralista puede resquebrajarse con la votaci¨®n de hoy, por lo que, previsiblemente y contra los equilibrios pol¨ªticos que han sostenido el edificio foral, los partidos vascos van a tener que desempolvar la Ley vasca 3/89, que hace la friolera de 18 a?os fue aprobada por el Parlamento vasco en desarrollo de sus facultades de armonizaci¨®n y coordinaci¨®n tributaria que le concede el art¨ªculo 41.2-a del Estatuto de Autonom¨ªa, para acabar con la desarmonizaci¨®n fiscal y regular de manera unitaria este Impuesto de Sociedades.
Y espero que al desempolvar esa ley se inaugure una pr¨¢ctica por la que se normalice la vida pol¨ªtico-fiscal de este pa¨ªs, de manera que en adelante tengamos un escenario fiscal en el que se aseguren dos objetivos.
Primero, la existencia de una discusi¨®n p¨²blica en el Parlamento donde se explique los objetivos de la pol¨ªtica fiscal; es decir, del tama?o del sector p¨²blico que deseamos y del esfuerzo en el pago de los impuestos que pedimos a cada ciudadano. Y segundo, que todos los impuestos sean aprobados por ley y as¨ª tengan la garant¨ªa jur¨ªdica que les dan ¨¦stas. En otras palabras, que, frente a lo que ocurre ahora, esas leyes solo podr¨¢n ser recurridas ante el Tribunal Constitucional y a trav¨¦s de los mecanismos especiales que rigen esta jurisdicci¨®n.
Ha sido necesario un cuarto de siglo para poder abrir una ventana a la normalidad en pol¨ªtica fiscal. Y aunque esa ventana se haya abierto por unas razones de coyuntura pol¨ªtica que poco tiene que ver con el fondo del debate que planteo en este art¨ªculo, la contumacia de los hechos ha llevado la cuesti¨®n al punto donde deber¨ªa haberse puesto hace 25 a?os. Bienvenido sea el d¨ªa 5 de diciembre.
Javier Olaverri es abogado.
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