"Estaban a punto de morir y nos ped¨ªan el agua por favor"

"Nunca los hab¨ªamos visto ni tan sedientos ni tan hambrientos ni con tanto fr¨ªo", asegur¨® ayer Austin Taylor, el coordinador en Canarias de los equipos de respuesta inmediata de la Cruz Roja, que en la madrugada del martes al mi¨¦rcoles atendi¨® la llegada a la costa sur de Tenerife de dos cayucos con tres cad¨¢veres y 88 supervivientes en muy mal estado. Nueve tuvieron que ser hospitalizados, la mayor¨ªa por deshidrataci¨®n aguda; y uno de ellos con un dedo amputado. Anoche, otra patera con 54 inmigrantes -13 de los cuales podr¨ªan ser menores- arrib¨® al puerto de Los Cristianos, en el municipio tinerfe?o de Arona, informa Efe.

El de la noche del martes fue, seg¨²n los equipos de rescate, uno de los episodios m¨¢s dram¨¢ticos de los ¨²ltimos 13 a?os, cuando comenz¨® el fen¨®meno de cayucos a Canarias. No hubo tantos muertos como en otras ocasiones, ni beb¨¦s, embarazadas o ni?os a los que asistir como casi todos los d¨ªas. Pero los gritos, los cuerpos de los inmigrantes sobre la arena, a oscuras, donde apenas se distingu¨ªa qui¨¦n estaba vivo y qui¨¦n no, han impactado a las fuerzas de rescate. Uno de los supervivientes no paraba de se?alar uno de los cad¨¢veres gritando: "?My brother!" ("?Mi hermano!").

La primera embarcaci¨®n, con 50 supervivientes y un cad¨¢ver, alcanz¨® la costa de Granadilla de Abona. La Guardia Civil los intercept¨® y los dirigi¨® hacia el muelle de Los Cristianos, donde estaba desplegado el equipo de asistencia de Cruz Roja. Cuando a¨²n no hab¨ªa acabado esta operaci¨®n, el segundo cayuco, con 38 personas y dos cad¨¢veres, llegaba por sus propios medios a la tur¨ªstica playa de Las Vistas, a escasos 500 metros. Era ya la una de la madrugada. "Baj¨¦ corriendo por la arena y lo primero que vi fue un chico en ch¨¢ndal, tambale¨¢ndose, caminando como un zombi hacia m¨ª, gimiendo: 'agua, eau, water'. Nunca les hab¨ªa visto tan mal", explic¨® la primera persona en llegar a la playa de Las Vistas, el fot¨®grafo de Efe Manuel L¨¦rida.

Los 20 miembros de Cruz Roja no fueron suficientes. Polic¨ªas y ciudadanos se volcaron abrigando a los subsaharianos, d¨¢ndoles sueros t¨¦rmicos, abraz¨¢ndolos, hidrat¨¢ndolos; pero, pasadas varias horas, sus cuerpos segu¨ªan helados como t¨¦mpanos. "Estaban muy desorientados, hablaban solos, se pegaban golpes, chillaban y lloraban", recuerda Taylor. "Pero en mitad de la noche y tiritando, se mostraron como siempre, educad¨ªsimos. Estaban a punto de morir y nos ped¨ªan el agua por favor".