El centro decide las elecciones en Espa?a
El PSOE ganar¨¢ si unos dos millones de ciudadanos moderados castigan la estrategia de la crispaci¨®n de un PP m¨¢s pr¨®ximo a los 'neocon' estadounidenses que a los conservadores brit¨¢nicos
De las nueve elecciones generales celebradas en Espa?a, cuatro las han ganado partidos de centro o de derecha, mientras que la izquierda, representada por el PSOE, se ha hecho con la victoria en las cinco ocasiones restantes. Teniendo en cuenta que las encuestas demuestran sistem¨¢ticamente que en nuestro pa¨ªs hay bastantes m¨¢s ciudadanos de izquierda que de derecha, no deja de llamar la atenci¨®n el triunfo de los centristas y de los conservadores en casi la mitad de las convocatorias.
Las principales razones que explican el relativo equilibrio en las victorias electorales son, por un lado, la divisi¨®n de la izquierda en dos partidos (PSOE e IU) y, por otro, la mayor tendencia de los ciudadanos progresistas a no votar al PSOE, eligiendo, entre otras opciones, la abstenci¨®n. As¨ª, mientras que las victorias del PP est¨¢n sujetas a que la izquierda no se movilice en exceso, los triunfos del PSOE no dependen de lo que se haga en el campo ajeno.
El PP logra el apoyo de casi todos los ciudadanos que se sit¨²an a la derecha
El abstencionismo se nutre de la izquierda, pero tambi¨¦n del centro y ciudadanos sin ideolog¨ªa
En un art¨ªculo de opini¨®n publicado recientemente en este diario (11-11-2007), C¨¦sar Molinas llama la atenci¨®n sobre las condiciones que deben cumplirse para que el PSOE gane las pr¨®ximas elecciones en Espa?a: un voto a IU lo suficientemente bajo y una participaci¨®n lo suficientemente alta. Mediante el an¨¢lisis agregado de los resultados de las elecciones, cuyos datos se obtienen, como bien se?ala el autor, en la p¨¢gina web del Ministerio del Interior, se especifican en este interesante art¨ªculo los par¨¢metros que podr¨ªan conducir a la derrota socialista: un voto a IU que supere el 4% y una participaci¨®n por debajo del 71%.
Coincido con estas observaciones, cuyos fundamentos -especialmente la dependencia entre el voto al PSOE y la abstenci¨®n- ya hab¨ªan sido tratados en varios estudios de sociolog¨ªa pol¨ªtica a partir de la explotaci¨®n de las encuestas postelectorales del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS).
En su art¨ªculo, Molinas va m¨¢s all¨¢ de este hallazgo y concluye que no son los votantes centristas los que deciden las elecciones en Espa?a, sino la izquierda que oscila entre el PSOE, IU y la abstenci¨®n, calificada de izquierda vol¨¢til. La tesis se basa en las variaciones de voto entre elecci¨®n y elecci¨®n. Sin embargo, estas variaciones no permiten extraer conclusi¨®n alguna sobre la ideolog¨ªa de los electores, lo mismo que tampoco dejan conocer otras de sus caracter¨ªsticas, como su edad, su clase social, sus actitudes religiosas, u otros atributos. Los flujos de voto entre elecci¨®n y elecci¨®n son ciegos con respecto a los perfiles pol¨ªticos y sociales de los ciudadanos.
Esta observaci¨®n va m¨¢s all¨¢ de una discrepancia puramente metodol¨®gica: el problema no est¨¢ en el m¨¦todo, sino en la pretensi¨®n de extraer una conclusi¨®n pol¨ªtica de cierta trascendencia -las elecciones no se juegan en el centro- sin tener informaci¨®n alguna sobre la ideolog¨ªa de los que cambian de voto o de los que entran y salen del electorado. Esta informaci¨®n s¨®lo puede obtenerse analizando la posici¨®n ideol¨®gica de los ciudadanos: para ello, se debe recurrir a las encuestas, el m¨¦todo que nos permite complementar los an¨¢lisis agregados de los resultados electorales.
Seg¨²n Molinas, los 600.000 votos que el PP gana en 2000 y que pierde en 2004 son el grupo de votantes centristas que hay en Espa?a. Por su lado, la izquierda vol¨¢til contendr¨ªa a los dos millones de electores que perdieron los partidos de izquierda, el PSOE e IU, en 2000 y que habr¨ªan sido recuperados en 2004.
Varias observaciones son pertinentes. En primer lugar, el centro no puede cuantificarse sin m¨¢s por lo que el PP gane o pierda. Sabemos, por las encuestas, que en Espa?a hay aproximadamente un 20% de centristas declarados, muchos m¨¢s de los que Molinas estima. Estos ciudadanos son clave para determinar las victorias electorales. Los datos poselectorales del CIS revelan que el partido que gana las elecciones en nuestro pa¨ªs es, sistem¨¢ticamente, el m¨¢s votado en el centro pol¨ªtico (la posici¨®n 5 de la escala ideol¨®gica de 1 a 10). Ning¨²n triunfo, ni del PP ni del PSOE, se ha producido sin haber ganado en el centro.
En segundo lugar, aproximadamente otro 20% del electorado, tanto en Espa?a como en otras democracias, no declara su ideolog¨ªa. La peculiaridad de estos ciudadanos, tanto aqu¨ª como fuera, es su tendencia a ponerse del lado del partido que gobierna. Salvo en las elecciones de 1996, en las que el PSOE gana el pulso al PP entre los que no tienen ideolog¨ªa pese a irse a la oposici¨®n, las dem¨¢s victorias electorales de los dos partidos se han producido con el respaldo de estas personas. Por tanto, con la excepci¨®n se?alada, el partido que llega al Gobierno en Espa?a es aquel que gana el pulso electoral tanto en el centro como entre los ciudadanos sin ideolog¨ªa, que, sumados, representan el 40% del electorado.
En tercer lugar, pese a que en nuestro pa¨ªs la media ideol¨®gica de los que no votan est¨¦ escorada a la izquierda, la bolsa de abstencionistas tambi¨¦n se nutre de centristas y sobre todo de individuos sin ideolog¨ªa declarada. De hecho, son precisamente estos ¨²ltimos los que m¨¢s se abstienen, m¨¢s de lo que lo hacen los ciudadanos de la izquierda (posiciones 3 y 4 de la escala ideol¨®gica). Otra cuesti¨®n es que el PSOE, a diferencia del PP, haya tenido hist¨®ricamente ciertas dificultades para mantener a su electorado ideol¨®gicamente m¨¢s pr¨®ximo. Mientras que los populares logran el apoyo de casi todos los ciudadanos que se sit¨²an en la derecha, el PSOE no logra que la izquierda cierre filas. Las elecciones de 2000 representaron, en este sentido, el momento m¨¢s dram¨¢tico: ¨²nicamente el 48% de los que se dec¨ªan de izquierdas (posiciones 3 y 4) votaron al PSOE. En las elecciones de 2004, sin embargo, la atracci¨®n del voto de izquierda fue casi tan alta como en las elecciones de 1986: el 68% vot¨® socialista. Este porcentaje sigue estando, en cualquier caso, por debajo de la capacidad de atracci¨®n del PP, que logra que le vote el 80% de la derecha.
Esta diferencia en la capacidad de los dos partidos para atraer a los suyos se debe tambi¨¦n a la heterogeneidad de los que se declaran de izquierda. En este grupo ideol¨®gico se encuentran bastantes votantes nacionalistas, que optan por partidos que defienden sus ideas en otro eje de competici¨®n, como es el eje territorial, pero tambi¨¦n ciudadanos que, situ¨¢ndose en posiciones pr¨®ximas a las del PSOE, simplemente se definen como liberales. Dado el pasado franquista de Espa?a, cabe pensar que haya ciudadanos que se sit¨²an en la izquierda por recelar de la derecha sin sentirse necesariamente socialistas.
En suma, las condiciones de la victoria electoral del PSOE son, para bien o para mal, m¨¢s complejas de lo que se da a entender en el art¨ªculo de Molinas. El PSOE, como otros partidos socialdem¨®cratas, se nutre de individuos ideol¨®gicamente diversos. Entre sus votantes, fieles o potenciales, se encuentran socialistas o socialdem¨®cratas convencidos, pero tambi¨¦n personas con perfiles ideol¨®gicos indefinidos, y ciudadanos que simplemente apuestan por la serenidad y la templanza. En el dise?o de sus estrategias, el dilema para el PSOE consiste precisamente, como si de un juego de malabaristas se tratase, en hallar equilibrios.
Y a este electorado tan diverso al que el PSOE debe apelar, no s¨®lo le une el rechazo a un PP que ha optado en los ¨²ltimos tiempos por rehuir de la moderaci¨®n, acercando m¨¢s sus posiciones a la derecha norteamericana que a la brit¨¢nica, sino tambi¨¦n la apuesta por un pa¨ªs eficiente que no renuncie a mejorar los servicios p¨²blicos y las pol¨ªticas de bienestar. La balanza se inclinar¨¢ del lado del PSOE si, en este final de legislatura, los ciudadanos moderados quedan convencidos de que la tensi¨®n en el clima pol¨ªtico responde a una estrategia de la derecha, que es deliberada, como bien ha mostrado el Informe sobre la democracia en Espa?a (2007) de la Fundaci¨®n Alternativas. Pero tambi¨¦n si se les persuade de que las pol¨ªticas emprendidas en estos ¨²ltimos a?os son las que promueven el progreso de Espa?a.
Bel¨¦n Barreiro es polit¨®loga.
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