Poetas del siglo XXI
Han entrado en el siglo XXI en un estado inmejorable, conservando intactos ese deseo de modernidad, ese reto de cruzar fronteras est¨¦ticas y confluir con las vanguardias europeas, ese anclaje en la tradici¨®n como seno donde todo nace y nada muere. La generaci¨®n del 27 fue aquella luz que irradi¨® con voltios po¨¦ticos toda la cultura de lo que se ha denominado despu¨¦s la Edad de Plata, en un t¨¦rmino que invent¨® el cr¨ªtico y profesor de literatura de la Universidad de Zaragoza Jos¨¦-Carlos Mainer.
Es un grupo que sigue y seguir¨¢ asombr¨¢ndonos con nuevos descubrimientos, como los primeros poemas de Rafael Alberti, que se salen ahora a la luz gracias a una investigaci¨®n que la fil¨®loga Beatriz Hernanz presenta en este n¨²mero de Babelia y que muestran ya en el poeta adolescente los rasgos de quien fue despu¨¦s.
En el Alberti joven que ha descubierto Hernanz "ya hay un esbozo de lo que fue en el futuro como creador"
"Muchos respond¨ªan a una voluntad de artistas completos, de rebeldes con c¨®digos firmes", comenta Andr¨¦s Soria
"Fue un grupo ejemplar, orgulloso de s¨ª mismo y que se forj¨® con naturalidad", comenta Mainer
"Si todas las ¨¦pocas se hubiesen estudiado como la del 27, otro gallo nos cantar¨ªa", asegura Jos¨¦-Carlos Mainer
Quedan aspectos de la generaci¨®n por investigar, "como cotejar manuscritos originales", asegura Jos¨¦ Teruel
"Hay que trabajar m¨¢s en los desconocidos como Hinojosa, Larrea, Villal¨®n o Emilio Prados", cree Teruel
Se cumplen ahora 80 a?os del nacimiento de este grupo po¨¦tico. Salieron a la luz en aquella reuni¨®n en el Ateneo de Sevilla montada para homenajear a don Luis de G¨®ngora, el padre a quien todos mostraban debido respeto, el s¨ªmbolo de la pureza po¨¦tica, el faro que hab¨ªan elegido como luz para navegar sin que pudieran todav¨ªa percibir las tormentas del naufragio. Tampoco vislumbraban entonces todo lo que el destino les ten¨ªa deparado y que acab¨® con un pa¨ªs roto en pedazos despu¨¦s de una guerra en la que todos perdieron, unos m¨¢s que otros.
Asombra de todos modos, con el tiempo, c¨®mo aquella tragedia no trunc¨® su creatividad y que la determinaci¨®n de ser poetas pervivi¨® en ellos, incluso con m¨¢s fuerza, desde el exilio, desde el silencio impuesto, desde la ignominia a la que muchos se vieron condenados. Eligieron el lenguaje como refugio, en sus dimensiones m¨¢s nobles. Le devolvieron el poder a la palabra. En eso tambi¨¦n demostraron ser ejemplares. En el compromiso insobornable, en el dolor, en la b¨²squeda desde el destierro, en el infierno interior. Todos ellos siguieron el camino de la creaci¨®n sin plantearse nunca una renuncia.
Quiz¨¢s esos vaivenes vitales de la mayor¨ªa fueron los que los hacen siempre impredecibles. Una caja de sorpresas que obliga a muchos expertos a plantearse si se ha estudiado a fondo toda su huella, si no quedan aspectos en los que profundizar, en los que ahondar. Como ese Rafael Alberti joven descubierto por Hernanz, un Alberti adolescente "en el que ya hay un esbozo de lo que fue en el futuro como creador", asegura la fil¨®loga y poeta cuyos descubrimientos obligar¨¢n a los estudiosos a replantearse muchas cosas sobre el autor de Marinero en tierra.
Novedades de ese calibre nos indican que no ha terminado de estudiarse con todas sus consecuencias la generaci¨®n del 27. Muchos lo creen as¨ª, otros no lo ven del todo cierto. Entre otras cosas porque es una de las que m¨¢s a fondo se ha estudiado, sostiene el propio Mainer: "Tengo la impresi¨®n de que se trata de uno de los grupos mejor conocidos de nuestra historia literaria, si todas las ¨¦pocas se hubiesen estudiado as¨ª, otro gallo nos hubiera cantado".
Pero quedan aspectos importantes sobre los que adentrarse m¨¢s. La conmemoraci¨®n de los 80 a?os de la reuni¨®n del Ateneo sevillano servir¨¢n para esas cosas. Para recuperar antolog¨ªas tambi¨¦n, como la de Gerardo Diego, la que muy tempranamente marc¨® el canon e incluy¨® a la mayor¨ªa de los que despu¨¦s pervivieron en ella. Jos¨¦ Teruel, profesor de la Universidad Aut¨®noma, ha llevado a cabo una reedici¨®n de aquella selecci¨®n legendaria que lanz¨® a una serie de poetas desconocidos. "La nueva edici¨®n presenta en un ¨²nico volumen las dos antolog¨ªas de Gerardo Diego en 1932 y 1934, adem¨¢s de otro elemento sustancial, un pr¨®logo de 1959", afirma Teruel.
Las dos respond¨ªan a aspectos muy diferentes: "Una, la primera, era generacional y la otra, hist¨®rica, algo que con el tiempo, desde que se reeditaran en 1959, hab¨ªa quedado confuso hasta hoy", dice el profesor. Ya en 1932 estaban en la lista Pedro Salinas, Jos¨¦ Moreno Villa, Jorge Guill¨¦n, D¨¢maso Alonso, Juan Larrea, Garc¨ªa Lorca, Alberti, Aleixandre, Cernuda, Altolaguirre, el propio Diego, junto a consagrados y no miembros del 27 como los hermanos Machado, Unamuno, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez... "Esa edici¨®n fue una plataforma generacional, mientras que la siguiente trata de incluir a ese grupo en su contexto", comenta.
Algunos se autoexcluyeron despu¨¦s. El caso de Emilio Prados y de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, que quiso hacer causa aparte y no aparecer en ninguna antolog¨ªa. Fue quiz¨¢s la primera gran pol¨¦mica. Fue tambi¨¦n una muestra de custodia celosa de un reino, el de la poes¨ªa en Espa?a, que ¨¦l ostentaba con corona por aquellos d¨ªas. Juan Ram¨®n para muchos de ellos era el padre al que acercarse y a tambi¨¦n destruir, el s¨ªmbolo de algo pasado, pese a que el tiempo le ha colocado en un lugar de culto y por delante en muchos aspectos. "Aquello cre¨® una relaci¨®n tensa con sus disc¨ªpulos", apunta Teruel.
Pero habr¨¢ m¨¢s antolog¨ªas. Una nueva, como la que ha preparado Andr¨¦s Soria, de la Universidad de Granada, que ser¨¢ publicada por Visor. "Est¨¢ concebida como si fueran salas de un museo", asegura Soria, "en ¨¦pocas y periodos hist¨®ricos muy delimitados", comenta. Tambi¨¦n este experto en el 27 es el comisario de una exposici¨®n sobre el 80? aniversario de la reuni¨®n del Ateneo que se ver¨¢ en Madrid y en M¨¢laga y que ha sido impulsada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y por el Centro de la Generaci¨®n del 27, dirigido por Julio Neira, que tiene sede en la ciudad andaluza. La exposici¨®n analiza ese grupo po¨¦tico m¨¢s all¨¢ de sus conquistas literarias: "Observa el 27 de una manera m¨¢s global, con sus implicaciones en toda la cultura y tambi¨¦n en sus aspectos sociol¨®gicos", adelanta Soria.
El experto granadino cree que ¨¦stas son enormes y que deben analizarse siempre de manera global. "La m¨²sica, el cine, el arte, quedan marcados por esa mirada. En la m¨²sica, al igual que los poetas volvieron la vista al barroco, Falla o Halffter se fijaron en Scarlatti o el padre Soler". Tambi¨¦n, en la voluntad de creadores totales que alentaba a muchos de sus miembros, exist¨ªa ese impulso. "El mismo Federico o Gerardo Diego reivindicaban el acercamiento a la m¨²sica popular y a otras propuestas nuevas como las que encarnaban Stravinski, B¨¦la Bart¨®k, Ravel", comenta Soria.
Buscaban fren¨¦ticamente lo nuevo, quer¨ªan salir del cascar¨®n, de la endogamia llorona en la que les hab¨ªan encerrado sus mayores del 98. Eran los tiempos esplendorosos, "los felices a?os veinte", recuerda Mainer. Un tiempo tremendamente explosivo, creativo hasta la extenuaci¨®n, un viento que arremolin¨® un conjunto de talentos irrepetible y desgraciadamente truncado por la guerra que ha quedado para la posteridad y la historia como un milagro. "Es que el m¨¢s tonto de todos ellos hac¨ªa relojes", asegura Soria.
Las diferencias entre el 27 y el 98 siempre han sido atrayentes. Aunque no han resultado tantas, ni tan desmesuradas como muchos han querido se?alar. "El 98, pese a venir de una Espa?a traumatizada, no fue un movimiento aislado de este pa¨ªs. Existi¨® un 98 europeo", dice Mainer. "Cierto que hubo una invitaci¨®n a la introspecci¨®n, pero impensable sin influencias exteriores". S¨ª que se apreciaba diferencia de caracteres. "Los miembros del 27 fueron m¨¢s l¨²dicos", contin¨²a Mainer. Tambi¨¦n m¨¢s ansiosos de empaparse con nuevos caminos externos. "No s¨®lo en la literatura. En el cine, Bu?uel y Dal¨ª, poetas visuales de la generaci¨®n del 27, se marcharon a Par¨ªs para conquistar los centros de la vanguardia y el surrealismo, concretamente", dice Andr¨¦s Soria. A arrebatarle el cetro a Andr¨¦ Breton, incluso, sin pararse en barras, ni en miramientos.
Su capacidad iconoclasta tambi¨¦n fue m¨¢s radical. Que esto es el canon, pues a por ¨¦l; que Juan Ram¨®n es la figura central de la poes¨ªa espa?ola, pues a bajarlo entero del pedestal. Crearon sus propios santones, sus propios altares. Que G¨®ngora era demasiado oscuro para los acad¨¦micos, pues a G¨®ngora nos encomendamos; que en algunos casos hay que matar al padre, lo matamos y de paso nos pasamos todo por el forro, la familia, las instituciones, la Iglesia con todos sus santos. "Respond¨ªan muchos a una voluntad de artistas completos, de rebeldes con c¨®digos firmes", agrega Soria. Es algo que demostraron a las claras Bu?uel y Dal¨ª, que con Un perro andaluz y La edad de oro firmaron los dos t¨ªtulos m¨¢s incendiarios de la historia del cine espa?ol. O lo que represent¨® para los a?os treinta en Espa?a, la poes¨ªa de Luis Cernuda, y su mundo de Los placeres prohibidos.
Pero en literatura, el desaf¨ªo est¨¦tico era igual de profundo, persegu¨ªa la misma llamada. "La curiosidad, las ganas de digerir ciertas corrientes en una Europa que era aquel carrusel de las vanguardias", asegura Soria. En todos se hac¨ªa palpable la voluntad de alejarse de nacionalismos, de casticismos. "Ni siquiera en el exilio les asalt¨® esa tentaci¨®n de dejarse llevar por el lamento de la patria perdida. Se ve por ejemplo en la correspondencia entre Jorge Guill¨¦n y Pedro Salinas, que huye del provincianismo ciego y de etiqueta", comenta Soria.
Unos terminaron en Europa, otra gran mayor¨ªa en Estados Unidos, en Am¨¦rica Latina, desperdigados por universidades, promoviendo revistas literarias y editoriales. "Conoc¨ªan la importancia de las revistas, esas publicaciones les hab¨ªan formado como generaci¨®n", asegura Soria. Y escribi¨¦ndose cartas. Cartas que han quedado en archivos familiares, muchas todav¨ªa por estudiar, por clarificar. Algo que est¨¢ haci¨¦ndose con el Proyecto Ep¨ªstola, que dirige Mainer.
Pero quedan m¨¢s cosas para acercarse m¨¢s ¨ªntimamente a la obra de todos estos autores may¨²sculos. Cotejar originales, por ejemplo. "Hay que ver su trabajo en los borradores, compararlo con cosas publicadas", asegura Teruel, que ha tenido la oportunidad de hacerlo con Cernuda y ha redescubierto muchos aspectos del poeta.
El 27 est¨¢ abierto, espera lecturas y relecturas. "La investigaci¨®n genera inercias y debemos transitar caminos que nos alejen de generalizaciones. Es una cantera no agotada", a?ade Soria. Tambi¨¦n otros aspectos dejados de lado en estos autores. El teatro, la prosa. "La de Gerardo Diego, por ejemplo, que no est¨¢ suficientemente estudiada", cree Jos¨¦ Teruel.
Y poetas que han estado en la segunda fila, que han cobrado relevancia con el tiempo. "Jos¨¦ Mar¨ªa Hinojosa, Larrea, Villal¨®n o Emilio Prados, hay que seguir trabajando en ellos", comenta el profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Autores que posteriormente fueron ganando el aprecio tambi¨¦n de sus compa?eros de generaci¨®n. "Esa tensi¨®n entre los m¨¢s reconocidos y los dem¨¢s siempre va a existir. El caso de Domenchina es llamativo. Le despreciaron por intrigante y por su car¨¢cter complicado, pero se reconciliaron con ¨¦l despu¨¦s de que aparecieran en M¨¦xico unos sonetos del exilio magistrales. Emilio Prados tambi¨¦n dio lo mejor de s¨ª en el exilio", afirma Soria. O dentro, el caso de D¨¢maso Alonso cuando public¨® Hijos de la ira, con esa descripci¨®n de Madrid como la ciudad de m¨¢s de un mill¨®n de cad¨¢veres. "Fue m¨¢s tr¨¢gico que el Cela del tremendismo", asegura Soria.
Mainer sin embargo cree que cada uno est¨¢ en su justo sitio. "Emilio Prados con su experiencia personal insistente nunca tendr¨¢ una lectura tan deslumbrante como la que ofrece la variedad y el acierto de Lorca o el mundo de Guill¨¦n. No dejan de ser las suyas obras de c¨¢mara frente a las sinfon¨ªas de estos dos ¨²ltimos", comenta con m¨¢s severidad cr¨ªtica.
Cada ¨¦poca elige a los suyos. "Todos, por decirlo de alguna forma, fluct¨²an en el Ibex 35. Como en la Bolsa, sus cotizaciones se alteran por diversos motivos. Ahora, por ejemplo, Guill¨¦n baja, y Lorca o Aleixandre, suben", dice Mainer. Es la implacable vara del tiempo. Generosa con unos, cruel con muchos otros. Aunque en general, con la generaci¨®n como grupo, ha sido ben¨¦vola. Quiz¨¢s como lo fueron ellos con ese pasado que fueron a recuperar. "Fue una generaci¨®n ejemplar, orgullosa de s¨ª misma y que se forj¨® con naturalidad. Uno de los secretos de su perduraci¨®n tan poderosa en el tiempo es precisamente ese di¨¢logo entre tradici¨®n y modernidad", afirma Mainer.
Incluso eclipsa a muchos otros. "Tiene muchos afluentes y oscurece a los que llegan despu¨¦s, en los a?os treinta. Los poetas posteriores, los Rosales, Panero, Vivanco, avanzan con temores y dudas probablemente por la predominancia del 27", a?ade el catedr¨¢tico de la Universidad de Zaragoza. -
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