Al que al cielo escupe a la cara le cae
Le oigo decir a Antoni Bassas que el Ayuntamiento de Badalona "multar¨¢ con 3.000 euros sacudir la alfombra, gritar en casa o escupir". Parece que estas ordenanzas c¨ªvicas se aprobar¨¢n a partir de mayo del 2008, por lo que estoy pensando en mudarme con car¨¢cter de urgencia a la ciudad de Pilar Rahola.
Ferran Falc¨®, el primer teniente de alcalde de dicha ciudad, explic¨® que lo de escupir les parece especialmente grave. "Hay que ense?ar a nuestros ciudadanos a que no lo hagan", dijo, "pero tambi¨¦n a los de fuera. Los chinos, por ejemplo, escupen en todas partes".
Tiene raz¨®n Falc¨®. Todos los que paseen por la calle de Trafalgar de Barcelona, zona en la que habitan muchos de estos nuevos catalanes, ver¨¢n que los escupitajos vuelan que es un primor. Hace d¨¦cadas tambi¨¦n escup¨ªan los aut¨®ctonos, ahora no, por lo menos no de manera sistem¨¢tica y en serie. Mi abuelo escup¨ªa con la excusa de que ten¨ªa los pulmones hechos pur¨¦ por culpa de la silicosis.
A partir de 2008 en Badalona estar¨¢ multado sacudir la alfombra, gritar en casa o escupir
A mi me da un asco tremendo ver escupir (excepto si el que escupe es un futbolista en el terreno de juego, que me parece un peaje necesario). Y me da todav¨ªa m¨¢s asco pasear por la calle y exponerme a pisar uno de esos productos. Pero comprendo que al ser productos de importaci¨®n hay que ser cauteloso. Seg¨²n c¨®mo se dicte la norma, uno puede parecer racista. Si los que escupen fuesen por ejemplo los vecinos de Tarragona -por una costumbre ancestral heredada de los romanos, pongamos-, entonces ser¨ªa muy sencillo multarlos y vejarlos p¨²blicamente. Llamarles guarros y desconsiderados. Pero si los que escupen son inmigrantes, la cosa es diferente. Cada vez que me he quejado de esta costumbre en p¨²blico, mi actitud ha sido reprobada por se?oritas de pelo rojo o caoba viol¨ªn, de voz atiplada, jersey ancho y pantal¨®n tejano semicaro, pero de talle alto, vinculadas de alg¨²n modo al voluntariado de la c¨¢rcel. Se?oritas, para entendernos, de las que usan muchos m¨¢s diminutivos de lo que ser¨ªa ling¨¹¨ªsticamente sostenible. Ellas suelen recriminarme que no comprendo las costumbres de los dem¨¢s y que en el fondo escupir en la calle es mucho m¨¢s higi¨¦nico que escupir en el pa?uelo que se pueda llevar en la manga o el escote. Y despu¨¦s, claro, a?aden que los chinos (?o son los japoneses? nunca se acuerdan) eructan al final de la comida y que para ellos es de mala educaci¨®n no hacerlo. No hace falta decir que si los ex maridos o futuros ligues de estas se?oritas se atreviesen a hacer algo parecido, ser¨ªan repudiados ipso facto por cerdos.
moliner.empar@gmail.com
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