El se?or Monk y los gallegos
Lo bueno de la televisi¨®n es que carece de inter¨¦s hasta que lo tiene. Est¨¢n reponiendo los primeros cap¨ªtulos de la serie Monk en la Televisi¨®n de Galicia. Es cierto que los ponen tarde y que insisten en la est¨²pida man¨ªa de poner dos cap¨ªtulos seguidos, lo que invariablemente quema a cualquiera antes o despu¨¦s (v¨¦ase los Simpson), pero el esfuerzo merece la pena.
Adrian Monk es un detective mani¨¢tico que padece un trastorno obsesivo-compulsivo de caballo: su ayudante le pasa una toallita para limpiarse despu¨¦s de dar la mano a cualquiera. Es tambi¨¦n un retentivo anal: todo tiene que estar en su sitio y guardar una simetr¨ªa, los cuadros tienen que estar perfectamente rectos y el arroz a la cubana tiene que llegar a la mesa con los ingredientes separados en platos distintos. Monk no podr¨ªa vivir en Galicia pero, aun as¨ª, se parece mucho a nosotros.
B¨¢sicamente, somos un pa¨ªs pantof¨®bico: odiamos y tememos a todas las cosas
En el episodio titulado El se?or Monk y el terremoto el personaje se supera a s¨ª mismo. La ciudad sufre un terremoto sin v¨ªctimas (el ¨²nico muerto ha sido asesinado), pero sus consecuencias son catastr¨®ficas para Monk: todo, absolutamente todo a su alrededor est¨¢ desordenado. Su cerebro no soporta tal caos y comienza a hablar en ruso, idioma que desconoce, sin saber qu¨¦ es lo que est¨¢ haciendo y sin darse cuenta de que los dem¨¢s no le comprenden.
En Galicia no nos ponemos a hablar ruso cada vez que nos desordenan algo pero poco nos falta. En general, no tenemos una conciencia muy clara del orden, pero sabemos que, si una cosa est¨¢ en un sitio, es por algo y no se puede mover de ah¨ª. No somos sumisos: somos fatalistas. A veces damos por sentadas cosas y otras veces viene alguien, nos las sienta en el colo y pensamos que alg¨²n motivo habr¨¢ para ello.
Un ejemplo de lo primero es que "en Galicia llueve" y un ejemplo de lo segundo es A Cidade da Cultura. En tiempos de sequ¨ªa no sabemos reaccionar igual que los andaluces, por ejemplo, que est¨¢n acostumbrados a no ver una gota en meses. Cuando los embalses est¨¢n m¨¢s vac¨ªos, nos da por lavarnos compulsivamente las manos varias veces al d¨ªa. No podemos entender que en Galicia no llueva lo suficiente como para no poder hacerlo y la obsesi¨®n nos domina. Es el s¨ªndrome de Pilatos.
El cat¨¢logo de fobias que padecen los humanos es interminable. Las ara?as, las alturas, los espacios cerrados, las agujas: los gallegos odiamos las mismas cosas que los jodechinchos pero con variantes. As¨ª, si no tienen ketchup, no podemos padecer ostraconofobia que es el miedo a los bichos con concha; pero, en cambio, padecemos otras fobias que nos paralizan. B¨¢sicamente, somos un pa¨ªs pantof¨®bico: odiamos y tememos a todas las cosas. Para solucionar este problema, nos protegemos con nuestra verbofobia (el miedo a las palabras) y, como lo que no se nombra no existe, nos libramos de nuestros fantasmas.
Pero nuestros p¨¢nicos irracionales los repartimos con desigual fortuna ante los desastres. Un petrolero se puede convertir en una presencia no s¨®lo soportable, sino un motivo de heroicidad para algunos y un beneficio econ¨®mico para otros. No as¨ª un incendio. El Prestige sigue hundi¨¦ndose todos los d¨ªas para que nos podamos congratular de nuestra resistencia al sufrimiento. Los incendios de 2006, por otro lado, desaparecieron un buen d¨ªa de nuestras vidas y no han vuelto a dar se?ales de idem. "No es l¨®gico", dir¨ªa el Sr. Monk, "algo no est¨¢ en su sitio".
Efectivamente, lo que pasa es precisamente eso: que el petrolero vino de fuera y los incendios vinieron de dentro. Junto a un complicad¨ªsimo proceso internacional para establecer las responsabilidades del Prestige, s¨®lo tenemos poco m¨¢s que una anciana y un alcoh¨®lico detenidos por haber plantado fuego ellos solitos con su mechero Bic a media Galicia (la otra media pillaba un poco a desmano). Habr¨¢ que llamar a Monk, ya que nuestros gobernantes act¨²an como el capit¨¢n Stottlemeyer: dando por cerrado el caso ante la primera obviedad que se presenta. Este desequilibrio de responsabilidades entre petr¨®leo y fuego lo solucionamos verbof¨®bicamente pero mejor ser¨ªa que partia lenina, sila narodnaia nas kteryostov'a kommun'izma vedi'ot, tovarich. julian@discosdefreno.com
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