La Audiencia no perseguir¨¢ a Castro por genocidio
Rechaza de nuevo una querella presentada por disidentes cubanos
La Audiencia Nacional ha decidido no investigar ni proceder contra el dirigente cubano Fidel Castro, porque a pesar de que ha delegado poderes en su hermano Ra¨²l sigue siendo el jefe del Estado de Cuba y goza de inmunidad soberana. Los 17 magistrados de la Sala de lo Penal de la Audiencia, bajo la presidencia de Javier G¨®mez Berm¨²dez, decidieron ayer por unanimidad, tras una reuni¨®n de dos horas, no admitir la querella que por presuntos delitos de genocidio, terrorismo, torturas y bienes espec¨ªficamente protegidos en caso de conflicto armado hab¨ªa presentado el Comit¨¦ de Ayuda a la Disidencia 2506 (CAD 2506) contra el l¨ªder cubano y el ex ministro de Turismo Osmani Cienfuegos.
Los magistrados se?alan que Castro tiene inmunidad de jefe de Estado
Se le culpaba de la muerte de nueve prisioneros de Playa Gir¨®n en 1961
Los disidentes cubanos, a trav¨¦s de varias asociaciones, han venido presentando peri¨®dicamente en la Audiencia Nacional, desde 1998, querellas por genocidio contra Castro por su supuesta responsabilidad en la muerte de nueve prisioneros, capturados en la invasi¨®n de Playa Gir¨®n, durante su traslado a La Habana el 20 de abril de 1961.
Tanto los jueces centrales de instrucci¨®n como la Sala de lo Penal, han rechazado en varias ocasiones iniciar una investigaci¨®n por entender que Fidel Castro goza de un fuero especial, denominado inmunidad soberana, que impide juzgarle por ser jefe de Estado. Y, asimismo, ha estimado que los hechos denunciados no constituyen delito de genocidio ya que del relato de los propios querellantes no se desprende que Castro tuviera la intenci¨®n de destruir un grupo humano, nacional, religioso, racial o ¨¦tnico, lo que constituye un requisito indispensable para que exista genocidio.
Fuentes de la Sala indicaron ayer que el caso de Fidel Castro es similar a lo que ocurri¨® con la primera enfermedad de Franco o con Ronald Reagan cuando fue objeto de un atentado. En todos los casos, los mandatarios siguieron siendo jefes de Estado, aunque por razones de enfermedad o de las graves lesiones sufridas hubieran delegado sus funciones. As¨ª ocurri¨® en Espa?a, en 1975, cuando Franco estuvo ingresado en el hospital La Paz, de Madrid, y cedi¨®, por enfermedad, sus poderes al entonces pr¨ªncipe de Asturias, don Juan Carlos. Y cuando se recuper¨®, retom¨® el mando, si bien en ning¨²n momento dej¨® de ser el jefe del Estado. Lo mismo ocurri¨® con Ronald Reagan, que nunca dej¨® de ser el presidente de los Estados Unidos, a pesar de estar hospitalizado tras recibir varios disparos en un atentado, y aunque el vicepresidente asumi¨® sus funciones.
El caso de Castro, seg¨²n los magistrados de la Audiencia Nacional, es similar. Ha cedido parte de sus funciones pero sigue siendo el jefe del Estado de Cuba, por lo que no ha perdido la inmunidad soberana, que impide que sea perseguido en Espa?a.
La Fiscal¨ªa se hab¨ªa opuesto a la admisi¨®n a tr¨¢mite de la querella por considerar que existe una continua y constante actividad de los disidentes cubanos, que adoptan distintas denominaciones, para tratar de que prosperen sus tesis y se procese a Castro. Pero el fiscal Jes¨²s Alonso sostiene que los hechos son id¨¦nticos a los de las querellas anteriores, por lo que la Justicia ya se pronunci¨® sobre los mismos y no cabe hacer nuevos pronunciamientos por estar afectados por el principio de cosa juzgada.
La resoluci¨®n no se notificar¨¢ previsiblemente hasta el pr¨®ximo martes. Aunque la decisi¨®n es firme y definitiva, es probable que los querellantes recurran la decisi¨®n de la Audiencia ante el Tribunal Supremo o ante el Constitucional.
El Comit¨¦ de Ayuda a la Disidencia 2506 relataba en su querella que los 149 detenidos en Playa Gir¨®n fueron trasladados a La Habana para su encarcelamiento en "un cami¨®n de aluminio con forro interior de madera previsto para el transporte de mercanc¨ªas, ni siquiera de animales y mucho menos de personas, pues al encontrarse herm¨¦ticamente cerrado carece de orificio alguno al exterior que permita al ser vivo respirar (...). El veh¨ªculo viaj¨® durante 11 horas hasta llegar a su destino. Durante el trayecto hubo varias paradas, y en ninguna de ellas se abrieron las puertas (...) a pesar de los gritos, lamentos y patadas que daban sus ocupantes. Cuando finalmente se abrieron las puertas, en el Palacio de Deportes en La Habana, nueve hombres hab¨ªan muerto".
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