La guerra reaviva el infierno de Congo
45.000 personas se hacinan en el mayor campo de refugiados de la regi¨®n de Kivu Norte desplazados por la amenaza de un nuevo genocidio
Pascal huy¨® del infierno de la guerra y qued¨® atrapado en el infierno del campo de refugiados. "Llevo 15 d¨ªas en el campo y no he logrado a¨²n que me proporcionen una tienda ni que me den un poquito de comida. ?Nada!", explica Pascal, 42 a?os y ocho hijos, de voz grave, mirada severa y paciencia casi infinita.
La crisis humana en el Kivu Norte, al este del Congo, crece a un ritmo vertiginoso y ha desbordado a las autoridades y a las agencias humanitarias: desde que empez¨® el a?o hay 440.000 nuevos desplazados -el doble que en Darfur en el mismo periodo-, que se amontonan sin apenas recibir ayuda.
Todos escaparon de los combates y llevan d¨ªas a la espera de comida
Muchos refugiados huyen al o¨ªr el nombre del jefe guerrillero Nkunda
Hay muchos como Pascal en Mugunga que, con 45.000 desplazados, se ha convertido en el mayor campo de la convulsa regi¨®n congole?a, un polvor¨ªn permanente desde al menos 1994. La mecha, nunca bajo control, volvi¨® a estallar en septiembre y el resultado es una nueva guerra abierta de ra¨ªces inextricables, pero conectadas con los peores fantasmas de ?frica: el genocidio de Ruanda (1994) y la guerra mundial africana (1996-2003), que enfrent¨® a nueve pa¨ªses en suelo congole?o y caus¨® cuatro millones de muertos.
Al campo de refugiados de Mugunga s¨®lo se llega tras cruzar un destartalado camino en medio de una belleza arrebatadora. A los paisajes del Kivu Norte, el granero congole?o, se les ha comparado a menudo con Suiza, y los alrededores de Goma, la capital, aparentan efectivamente la calma helv¨¦tica: altas monta?as de vegetaci¨®n exuberante junto al imponente Lago Kivu. Aire puro. Rincones ideales para ser feliz. Y sin embargo, tras recorrer el camino escondido por bananeros se llega a Mugunga donde, en d¨¦cimas de segundo, Suiza se convierte en la cara m¨¢s terrible de ?frica.
M¨¢s de 2.000 personas se api?an en un hangar sin espacio ni siquiera para mover las piernas. Esperan a ser inscritos. Algunos llevan varios d¨ªas as¨ª, perdiendo la vida poco a poco. Al observar la llegada de visitantes, casi todos van logrando sacar fuerzas para levantarse e ir a por ellos. Creen que por fin les van a registrar. Cuando se dan cuenta de su error, conf¨ªan en que al menos les dar¨¢n algo de comer.
Todos cuentan al mismo tiempo la misma historia en el mismo precario franc¨¦s: huyeron de los combates, llevan d¨ªas esperando. ?Por qu¨¦ no les dan nada para comer? Un responsable del campo admitir¨¢ m¨¢s tarde los problemas y los achacar¨¢ a la riada de nuevos desplazados -1.700 llegaron a Mugunga s¨®lo el pasado martes-. Dir¨¢ que se reparten 12 kilos de comida -harina de ma¨ªz, aceite, verduras- por familia y mes. Admitir¨¢ que es poco, pero subrayar¨¢ que se est¨¢n haciendo esfuerzos para mejorar la situaci¨®n. Entonces es cuando Pascal le interrumpir¨¢, indignado: "?12 kilos de comida? ?Llevo 15 d¨ªas aqu¨ª y nunca me han dado nada! ?Y no conozco a nadie a quien le hayan dado 12 kilos de comida!"
?C¨®mo sobrevive tanta gente sin nada? "Vamos cada d¨ªa al bosque y cortamos ramitas de los ¨¢rboles. Luego, vamos a Goma a pie y tratamos de venderlas. Nos pagan cinco francos congole?os por cada paquete", explica Pascal.
El descontrol de la situaci¨®n facilita las epidemias. En Mugunga hay un brote de c¨®lera y nadie se sorprende: el ratio de agua potable considerado aceptable es de 20 litros por persona y d¨ªa. La media en los campos de desplazados de Kivu Norte es s¨®lo de cinco.
Un equipo de M¨¦dicos Sin Fronteras ha instalado un centro en medio del campo que ha logrado al menos frenar la intensidad de la epidemia de c¨®lera, que sigue en cambio muy descontrolada en Rutshuru.
En el improvisado centro contra el c¨®lera de Mugunga se han tratado casi 900 casos en seis semanas. El doctor, Eric, de Goma, empieza a respirar. Se estren¨® en 1994, en el mismo campo, que se abri¨® para atender a los centenares de miles de refugiados que hu¨ªan de Ruanda durante el genocidio. "La situaci¨®n de ahora es muy similar a la que vivimos entonces", explica resignado a que el desastre actual reciba mucha menos atenci¨®n internacional.
Aquella crisis de proporciones dantescas -en tres meses, las milicias interahamwe (los que matan juntos) asesinaron a machetazos a 800.000 tutsis y hutus moderados- a¨²n colea en el Kivu Norte y explica parte de los desplazamientos de ahora. La ola de refugiados de 1994 -tutsis, hutus y, al final, muchos interahamwes- a?adi¨® todav¨ªa m¨¢s tensi¨®n al Kivu Norte, una regi¨®n ya de por s¨ª complicad¨ªsima, crisol de decenas de tribus y de preciadas minas del preciado colt¨¢n. En cierta manera, el sangriento enfrentamiento ruandesa entre hutus y tutsis se traslad¨® a la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo, en donde habitan tambi¨¦n estas tribus.
"Estoy seguro de que al final la situaci¨®n mejorar¨¢, pero hoy por hoy tengo miedo de Nkunda y de los tutsis", explica en su min¨²sculo habit¨¢culo de Mugunga Ijakaremje Gilbert, hutu de 24 a?os huido de Kichanga. Nkunda es el l¨ªder de la milicia tutsi, que se niega a disolverse esgrimiendo precisamente que los 200.000 tutsis de la regi¨®n se ver¨ªan abocados a un nuevo genocidio. "Nkunda mantiene viva la querella entre tutsis y hutus porque vive de alimentar el problema", se queja Ijakaremje.
Muchos refugiados se ponen de pie y recogen los cuatro harapos que conservan para huir con s¨®lo escuchar el nombre de Nkunda. El frente est¨¢ apenas a 20 kil¨®metros al norte de Mugunga y, cuando alguna vez el viento ha favorecido que aqu¨ª se escucharan los tiros, miles han salido corriendo en estampida y el campo ha sido tomado por el pillaje. Por eso cuesta tanto organizar el campo, afirman los responsables de hacerlo.
Y por esto centenares duermen al raso, sin comida, resignados: temen tanto "a los tutsis", convertido en un sin¨®nimo de ruand¨¦s pese a que hay tutsis en Congo desde hace siglos, que prefieren el hambre y el c¨®lera a verse atrapados en territorio de Nkunda, el militar rebelde bien conectado con Ruanda que con apenas 4.000 hombres ha puesto en jaque a todo el Gobierno de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
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