Una multinacional despide a Mathias por querer ser Sara
Un ingeniero pierde su empleo tras anunciar su deseo de cambiar de sexo
Sara estaba feliz ayer. No paraba de recibir felicitaciones por su m¨®vil. La UGT difundi¨® ayer una nota en la que explicaba que Sara Shulze, legalmente todav¨ªa Mathias Shulze, de 36 a?os, hab¨ªa llegado a un acuerdo con la empresa que la despidi¨® el 28 de septiembre por bajo rendimiento y mal trato a clientes y compa?eros. Pero Sara, ingeniera industrial, sabe que es por otra raz¨®n: en mayo comunic¨® a sus jefes su condici¨®n de transexual y su deseo de vivir durante un a?o como mujer antes de someterse a una operaci¨®n de cambio de sexo. Tres meses m¨¢s tarde fue despedida. No lo dud¨® y present¨® una denuncia por discriminaci¨®n. El lunes era el juicio, pero no se celebr¨®: fue indemnizada por despido improcedente con 22.000 euros.
S¨®lo le queda un pero. "Es que de esa suma tendr¨¦ que pagar 5.000 euros de IRPF y no me llegar¨¢ para pagarme la operaci¨®n de la cara", dice esta mujer alemana, de 1,80 metros y larga melena pelirroja, que vive en Gav¨¤ y conduce una Suzuki de 1.200 metros c¨²bicos. Sara, licenciada en Ingenier¨ªa Industrial, empez¨® a trabajar en la multinancional alemana T¨¹v Theiland Group el 11 de julio de 2006 como jefe del departamento de certificaci¨®n de productos. No tuvo ning¨²n problema hasta que en mayo tom¨® la decisi¨®n: iniciar el proceso para cambiar de sexo. Pero antes de pasar por el quir¨®fano hay un requisito indispensable: vivir un a?o como una mujer asistiendo, adem¨¢s, a un programa con psic¨®logos y psiquiatras, en este caso en el hospital Cl¨ªnico. "Hay que hacerlo para que no haya dudas. A veces alguien puede imaginarse que quiere ser una chica y despu¨¦s no hay marcha atr¨¢s", explica. Y eso es lo que aquel d¨ªa de mayo le comunic¨® a su jefe, Llu¨ªs Bassas. "Se le cayeron las gafas", recuerda Sara. "Me dijo: '?C¨®mo es posible? ?Pero si no se nota!', y yo le repliqu¨¦: 'Yo he sido as¨ª toda mi vida".
La empresa eludi¨® comunicar al resto de los trabajadores que Mathias quer¨ªa ser Sara y ella continu¨® trabajando con normalidad hasta el 28 de septiembre. Incluso aquel d¨ªa acudi¨® a certificar la calidad de un producto en la firma Duscholux y Jos¨¦ Antonio Fajardo, un compa?ero de Madrid, la present¨® as¨ª: "?sta es mi jefa: Mathias Shulze". Pero tras el gui?o de complicidad lleg¨® el jarro de agua fr¨ªa. Poco despu¨¦s fue despedida. Y se qued¨® sin trabajo, justo como le hab¨ªa ocurrido en 2003 en una empresa de Barcelona. Esta vez no se qued¨® con los brazos cruzados: se puso en contacto con la Asociaci¨®n de Transexuales de Catalu?a y la UGT, que ya hab¨ªa ganado el caso de Gina, otra transexual que ahora es delegada sindical en su empresa.
Quiz¨¢ fue un error del destino porque Christel, su madre, se qued¨® de piedra cuando en el hospital de Hannover tuvo un hijo en lugar de la ni?a que tanto deseaba. "?Ni?o? ?Pero si ten¨ªa que ser Sara!". Pero fue Mathias, y su padre le oblig¨® a jugar al f¨²tbol y practicar atletismo, y a estudiar, en lugar de odontolog¨ªa, ingenier¨ªa para trabajar en la f¨¢brica cercana de Volswagen. "Me he perdido muchas cosas por nacer hombre; por ejemplo, toda mi juventud", dice Sara, que vivi¨® en Inglaterra y Argentina, donde hace 10 a?os asumi¨® su condici¨®n de transexual. Ahora invierte el tiempo en acabar su doctorado y en cartearse por e-mail con Lynn Conwway, una ingeniera de Estados Unidos, inventora de los microprocesadores con ordenadores, despedida hace 40 a?os por un caso similar. "Me da consejos sobre lo que tengo que operarme de la cara", explica feliz. "Porque una vez operado el sexo, la ¨²nica diferencia entre un hombre y una mujer est¨¢ en la voz y la cara".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.