Carb¨®n a tutipl¨¦n
Pas¨¦ por all¨ª la v¨ªspera. Todo era fren¨¦tico desembalar de cartonajes y envoltorios. Faltaban pocas horas para que abriera al p¨²blico la feria navide?a de Santo Tom¨¢s, en la Gran Via, que como cada a?o estar¨¢ all¨ª hasta el d¨ªa de Reyes. Huele a fritura y los puestos de churros calientan motores. Seguramente, junto a los orinales con deposici¨®n azucarada, los cigarrillos de pega y el carb¨®n, esto sea lo m¨¢s popular de la feria: el chocolate caliente y las frutas de sart¨¦n, con que se despedir¨¢n las fiestas la madrugada del 5 de enero. Pero ahora justo ha empezado la cita con el regalo navide?o. M¨¢s de 300 aparadores, situados entre Muntaner y Enten?a, que desde las 10.00 hasta las 22.00 horas ofrecer¨¢n artesan¨ªa, bisuter¨ªa, golosinas, ropa, bibelots ins¨®litos y juguetes, muchos juguetes. Un mercado de lo m¨¢s variado, que extiende su oferta desde la chucher¨ªa cutrona, hasta verdaderas proezas de la tecnolog¨ªa. Aunque -?ojo!- los precios tambi¨¦n son variados, seg¨²n el puesto y el humor del vendedor. Pero ?qu¨¦ le vamos a hacer?, es el peaje a pagar por sumergirse en esta tradici¨®n, llena de luces de colores y villancicos chillones.
- Seg¨²n me cuentan los comerciantes, este a?o se presenta igual que los anteriores. Es decir: la gente no compra bastante, los impuestos son altos y los costos prohibitivos. Igual que editores y labriegos, los feriantes son un gremio que siempre se queja. Por ejemplo, parece ser que -a fecha de hoy- la mayor¨ªa de los juguetes estrella ya no se encuentran. El rayo McQueen o la perrita Lexie se lo van a poner dif¨ªcil a muchos padres. No obstante, por ser ¨¦sta la capital mundial del buen rollismo, la feria tambi¨¦n ofrece su lado solidario. Para los pap¨¢s concienciados hay casetas donde se recogen juguetes nuevos para los ni?os necesitados. Una iniciativa ya tradicional, que este a?o se acompa?a de la campa?a Juguem? Jugant s'apr¨¨n a viure, que pretende acabar con el juguete sexista.
- Miro a mi alrededor. Pese al foll¨®n y al frenes¨ª, el ambiente es g¨¦lido. Los clientes a¨²n no han llegado y este pedazo iluminado de la avenida -rodeado de tr¨¢fico por todas partes- parece un circo en medio de una autopista. Pienso en el momento en que a usted, sufrido lector, le tocar¨¢ pasar por aqu¨ª. Le imagino cargado de paquetes, con el rostro desencajado, la cartera en sus ¨²ltimos estertores y esa mirada indecisa del que sabe que se olvida algo. Pero es Navidad y -cr¨¦ame- es mejor no resistirse.
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