Entre Nietzsche y Riquelme
El estudioso Valeri, estrella del campe¨®n Lan¨²s y revelaci¨®n de la temporada argentina
Cuando a finales del siglo XIX el fil¨®sofo alem¨¢n Friedrich Nietzsche escribi¨® que "s¨®lo las almas ambiciosas y tensas saben lo que es arte y lo que es alegr¨ªa", no s¨®lo no pensaba en el f¨²tbol como arte ni como mecanismo generador de alegr¨ªa, sino que probablemente ni siquiera conociese un juego que con ese nombre estaba naciendo en las Islas Brit¨¢nicas. Del mismo modo, cuando en 1995 el autor uruguayo Eduardo Galeano se declaraba "un simple mendigo de buen f¨²tbol", no pod¨ªa saber que en Lan¨²s, un suburbio del sur de Buenos Aires, ya comenzaba a mostrar su ductilidad con la pelota un chico serio, algo t¨ªmido, tan aplicado en la cancha como en el estudio.
Diego Valeri (Valent¨ªn Alsina, Buenos Aires; 1986) estudi¨® en un colegio biling¨¹e, habla alem¨¢n e ingl¨¦s, anhela darse tiempo alg¨²n d¨ªa para hacer la licenciatura de Historia y es un gran aficionado a la lectura. Galeano, el argentino Alejandro Dolina y Nietzsche, a quien descubri¨® ayudando a su novia, Florencia, con los apuntes de la facultad, se cuentan entre sus escritores favoritos, aunque su verdadero ¨ªdolo est¨¢ muy lejos de los libros: "Yo veo jugar a Riquelme y me quedo embobado. Es el mejor de todos".
"Olv¨ªdese
La confesi¨®n ayuda para terminar el perfil del personaje. Porque el observador que mire con atenci¨®n c¨®mo camina por la cancha, acaricia el bal¨®n en los tiros libres o pisa el ¨¢rea con la decisi¨®n y el tiempo precisos el 8 del Lan¨²s, descubrir¨¢ andares semejantes a los de quien fue 8 del Villarreal. Como Rom¨¢n, Valeri (as¨ª, sin tilde, por m¨¢s que el periodismo argentino se empe?e en llamarle V¨¢leri) juega con la cabeza siempre erguida, otea el horizonte, reparte asistencias y, partiendo desde una banda (la derecha en 2006, la izquierda en 2007) regula el term¨®metro de su equipo. Y no lo hace nada mal. De su mano, el Lan¨²s acaba de ganar el Torneo Apertura y el diario Clar¨ªn le pre-mi¨® la semana pasada como la Revelaci¨®n Deportiva.
"Para nosotros, que lo conocemos desde siempre, no es ninguna sorpresa", dice Ram¨®n Cabrero, su entrenador; "si se demor¨® m¨¢s que otros en destacar fue porque en 2005 tuvo una lesi¨®n complicada (rotura de ligamentos cruzados en la rodilla derecha) y despu¨¦s hab¨ªa otro chico, Aguirre, que en su momento estaba mejor que ¨¦l". De hecho, a principios del a?o pasado, Valeri pidi¨® marcharse a otro club en el que pudiera ser titular. Cabrero fue tajante: "Olv¨ªdese; a un jugador como usted no lo consigo en ning¨²n lado".
La explosi¨®n lleg¨® esta temporada, cuando la partida de Sebasti¨¢n Leto al Liverpool oblig¨® a Cabrero a trasladar a Valeri a la izquierda y darle los galones de mando: "Yo soy diestro, pero desde chico mi mam¨¢ me insist¨ªa en que ejercitara la zurda. Por eso me adapt¨¦ f¨¢cil al cambio".
Ahora que ya le asalt¨® la fama esperan otros retos. El pri-mero, la Copa Libertadores con el equipo del barrio donde eligi¨® seguir viviendo (acaba de comprarse un piso con su novia): "No quiero irme del club sin jugarla", avis¨® ante los primeros rumores de ofertas por su pase. Despu¨¦s, el salto a un equipo de mayor jerarqu¨ªa. "Por precio, calidad y pol¨ªtica, Lan¨²s no vende sus jugadores en el medio local. S¨¦ que toda la familia de Diego es hincha del Boca, pero me temo que se ir¨¢ directamente a Europa, aunque calculo que hasta junio no habr¨¢ nada", afirma Fernando Cosentino, su representante. Tal vez, una pr¨®xima convocatoria a la selecci¨®n, teniendo en cuenta que a Alfio Basile no le sobran centrocampistas exteriores.
Si le llamasen, Diego Valeri se dar¨ªa uno de los grandes gustos de su vida: compartir equipo con Riquelme. "Fui sparring de la selecci¨®n en tiempos de Marcelo Bielsa. Ah¨ª coincid¨ª con ¨¦l, pero me dio verg¨¹enza hasta pedirle un aut¨®grafo". All¨ª, al lado de su ¨ªdolo, podr¨ªa seguir rescatando detalles para agregarle a su juego el arte y la alegr¨ªa de las que hablaba Nietzsche; para regalarle a Eduardo Galeano varias limosnas de ese buen f¨²tbol que va mendigando por los estadios.
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