El marat¨®n del belenista
Recorrido por los principales misterios instalados en la capital
En Madrid se exhiben cada a?o por estas fechas cerca de 50 belenes, muchos en edificios y zonas de gran valor hist¨®rico y art¨ªstico. Eso por no hablar de los innumerables montajes familiares, caseros. Hay de todo, desde exquisitos nacimientos napolitanos del siglo XVIII, hasta escenas populares con figuras de tosca factura, pero resultones.
Madrid es la primera ciudad espa?ola que mont¨® un bel¨¦n. Lo coloc¨® en 1759 en el palacio del Buen Retiro Carlos III, que lo hab¨ªa tra¨ªdo de N¨¢poles. Es tradici¨®n italiana, aunque aqu¨ª se la considera muy nuestra. Naci¨® en el siglo XIII por obra y gracia de san Francisco de As¨ªs, que organiz¨® en una gruta de Greccio la representaci¨®n viviente del nacimiento de Cristo con personas y animales. La idea cuaj¨® enseguida y la gente empez¨® a instalarlo en sus casas por Navidad con figurillas de madera o barro. Desde entonces la cosa se ha ido sofisticando pero, en esencia, sigue siendo lo mismo: los personajes, incluidos camellos, cabras, ¨¢ngeles y gallinas, son encantadores. S¨®lo hay un malo, Herodes, que otea mosqueado desde su castillo.
Madrid es la primera ciudad espa?ola que mont¨® un pesebre En el palacio Real y en el monasterio de la Encarnaci¨®n hay que hacer cola
Un recorrido fugaz por los belenes madrile?os se puede convertir en marat¨®n vertiginoso atravesando el coraz¨®n de la ciudad. ?sta es una posible ruta, la que hizo el reportero con un taxista sabio llamado Pablo.
Comenzamos en la plaza Mayor. Desde mediados del XIX hay all¨ª un mercadillo navide?o donde se venden variopintas figuras que engrosar¨¢n el censo de belenes familiares. Detectamos en algunos puestos la presencia furtiva de caganers (individuos defecando en un rinc¨®n discreto y que son s¨ªmbolo de fertilidad con sus heces abonando la tierra). El caganer es una instituci¨®n en Barcelona, pero aqu¨ª, excepto en la plaza Mayor, no aparece jam¨¢s en el elenco; es un personaje clandestino. La heterodoxia no est¨¢ bien vista en los belenes p¨²blicos. La capital de Espa?a necesita una brisa de humor catal¨¢n al lado de cualquier misterio.
Desde la plaza Mayor nos fuimos a la madre de todos los nacimientos nacionales, en el palacio Real. Instalado en el majestuoso Sal¨®n de Columnas, este a?o presenta uno de los belenes napolitanos m¨¢s importantes del mundo, con 2.000 piezas. Pertenece a la fundaci¨®n mallorquina Bartolom¨¦ March, que lo ha prestado temporalmente. Elegante, de belleza serena, de alguna forma, tambi¨¦n es heterodoxo: parece como que Cristo no hubiera nacido en la Palestina ocupada por Roma, sino en el N¨¢poles del XVIII, con sus gentes, su moda, sus palacios, sus costumbres, su glamour.
En pleno Madrid de los Austrias, visitamos otras espl¨¦ndidas versiones napolitanas: monasterio de la Encarnaci¨®n, Descalzas Reales, Cruzados de la Fe o ese prodigio realizado en marfil (y acorazado en hornacinas de seguridad) de la iglesia de San Andr¨¦s Ap¨®stol. Eso s¨ª, en algunos sitios hay que hacer cola y esperar casi una hora en la calle, sobre todo en el palacio Real y en el monasterio de la Encarnaci¨®n, con la estatua de Lope de Vega observando al personal. En ese mismo estilo, tambi¨¦n es magn¨ªfico el del Museo de Artes Decorativas.
Lo que m¨¢s abunda son los llamados belenes populares, im¨¢genes buc¨®licas, barrocas y costumbristas realizadas con desigual fortuna de acuerdo a los arquetipos tradicionales. Merece la pena visitar el del Ayuntamiento, en Cibeles, y el de la Comunidad, en Sol. Ambos son obra de un belenista prestigioso, el escultor Jos¨¦ Luis Mayo Lebrija, con figuras modeladas a mano y policromadas al ¨®leo. A este apartado pertenecen los nacimientos de la catedral de la Almudena y el Cristo de Medinaceli, cada cual con su personalidad.
Escapando del centro encontramos algunas rarezas. Por ejemplo, en el Palazzo Reale hay una exposici¨®n, El bel¨¦n de mi colegio, con obras de ni?os de Primaria. Uno realizado s¨®lo con huevos decorados. El primer premio se lo ha llevado el colegio Pedro Duque, con un bel¨¦n construido con materiales de reciclaje. L¨¢stima que se note demasiado la mano ortodoxa de los educadores. Lo normal ser¨ªa que los ni?os hicieran barbaridades teol¨®gicas y pusieran soldados con metralleta custodiando el portal, cosas as¨ª.
Seguramente, el m¨¢s popular de todos los belenes madrile?os es el que se monta tradicionalmente el hospital infantil de San Rafael. Es una valiosa colecci¨®n de belenes en miniatura realizados en todas las partes del mundo y en todos los estilos. Adem¨¢s, en otra sala, hay una maqueta gigante con un tren que recorre paisajes y estaciones de cuento. Si ponen ah¨ª un portal con Mar¨ªa, Jos¨¦ y el Ni?o, puede empezar una nueva era.
Muy cerca est¨¢ el Museo de la Ciudad, con un nacimiento de la escuela murciana, patria de los grandes imagineros espa?oles. Es un bel¨¦n discreto y algo pasmado. Mucho m¨¢s interesantes son dos exposiciones adyacentes: casas de mu?ecas y soldaditos de plomo, que debieran ser incorporados al misterio para darle vidilla. Y, para vida y movimiento, el montaje de la estaci¨®n de Nuevos Ministerios, confeccionado en arcilla por Francisco Mart¨ªnez Rojo. Las figuras est¨¢n mecanizadas y se usan medios audiovisuales para dejar a los visitantes boquiabiertos.
Ha sido una jornada esp¨ªdica, pero acabamos la gira relaj¨¢ndonos en el bel¨¦n tallado con bloques de hielo en Azca. Hay que entrar con anorak porque la temperatura es de ocho grados bajo cero. Y adem¨¢s hay que pagar 9,50 euros por pillar un constipado. Seguro que la Sagrada Familia tambi¨¦n se constip¨® en aquella cueva.
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