Un qu¨ªmico espa?ol en la c¨¦lebre Conferencia Solvay
Disponer de un m¨²sculo artificial consciente y capaz de realizar delicadas tareas no es un sue?o imposible. Es factible, real y demostrable como se ha visto en la Conferencia Solvay de este a?o en Bruselas, durante la exposici¨®n de Toribio Fern¨¢ndez Otero, un catedr¨¢tico de la Universidad Polit¨¦cnica de Cartagena que pasa por ser el primer qu¨ªmico espa?ol invitado a participar en un congreso frecuentado por premios Nobel, candidatos a premios Nobel y futuros premios Nobel.
Tras 12 a?os de par¨®n en la vertiente de la qu¨ªmica, la legendaria conferencia ha vuelto con ambiciones de regularidad y lo ha hecho con el tema Desde organizaciones no covalentes a m¨¢quinas moleculares, cr¨ªptica terminolog¨ªa traducible para profanos en la creaci¨®n de mol¨¦culas capaces de realizar trabajos mec¨¢nicos, lo mismo reproducir artificialmente ¨®rganos humanos que crear m¨¢quinas para explorar f¨ªsicamente extremos impensables. "Estamos abriendo una ventana al futuro", dice Otero.
El director del laboratorio de Electroqu¨ªmica, Materiales y Dispositivos Inteligentes de la universidad cartagenera fue uno de los invitados a exponer sus investigaciones en la sesi¨®n final de esta 21? Conferencia de Qu¨ªmica que organizan los Institutos Solvay. Otero ha conseguido sintetizar muy largas mol¨¦culas de pol¨ªmeros (pl¨¢sticos) que inmersas en una soluci¨®n salina se curvan y encogen al paso de la electricidad. Lo nunca visto: pl¨¢sticos que responden a se?ales el¨¦ctricas. "En mi laboratorio hemos desarrollado el primer m¨²sculo artificial basado en los movimiento de estas mol¨¦culas", explica. "El dispositivo tiene una conciencia primitiva".
Conciencia primitiva debe entenderse como la capacidad del m¨²sculo -formado por dos l¨¢minas de pol¨ªmero separadas por una cinta aislante y sometidos a una corriente el¨¦ctrica, seg¨²n se vio en Bruselas- de actuar y responder a obst¨¢culos o fuerzas y de arrastrar objetos o detenerse si es lo aconsejable. "Trato de desarrollar un modelo que junta la mec¨¢nica, la ciencia de los pol¨ªmeros y la electroqu¨ªmica, tres componentes que la mayor¨ªa de los cient¨ªficos consideran incompatibles", dice Otero.
?Hacia d¨®nde apunta su investigaci¨®n? "Sabemos ad¨®nde queremos llegar", responde con pasi¨®n y convicci¨®n.
"El m¨²sculo artificial puede sustituir al natural. Estamos abriendo una ventana al futuro: se pueden hacer robots de musculatura artificial, sondas para llegar a zonas inalcanzables del cuerpo, ¨®rganos artificiales, mecanismos para adelantarnos a la enfermedad... cosas que no podemos ni imaginar". ?Y eso cu¨¢ndo? "Si se pone dinero y se elige a los mejores, en muy poco tiempo", responde.
Todo es posible a juicio de Otero, optimista hist¨®rico que se lamenta amargamente del estado en que se encuentra la universidad espa?ola, burocratizada, minada por enanas ambiciones pol¨ªticas y con estructuras que son para llorar, en particular en lo relativo a la investigaci¨®n y desarrollo. "En la universidad espa?ola hay m¨¢s de 400 investigadores del programa Ram¨®n y Cajal que no ser¨¢n premios Nobel porque la universidad les asfixia", clama . "?C¨®mo es posible que la octava potencia econ¨®mica del mundo no tenga un premio Nobel? Es estad¨ªsticamente imposible".
Se embala el profesor, que lleg¨® a Cartagena desde la Universidad del Pa¨ªs Vasco en San Sebasti¨¢n. "En Espa?a no hay inter¨¦s en que la ciencia funcione. No s¨¦ por qu¨¦. Se ha decidido que seamos un pa¨ªs de servicios. Los pol¨ªticos se han cre¨ªdo que no estamos capacitados para Investigaci¨®n y Desarrollo, que no somos competitivos. ?Pero tenemos capacidad y gente para hacer lo que queramos!".
No termina de creer Otero el inter¨¦s que por la ciencia dice profesar la clase pol¨ªtica espa?ola. "El inter¨¦s por la ciencia se ve en los presupuestos, el resto es palabrer¨ªa vac¨ªa para ingenuos. Cuando dediquemos el 6% o el 7% del Producto Interior Bruto a I+D como hacen los pa¨ªses n¨®rdicos, entonces tendremos premios Nobel". La Espa?a de 2007 dedica a ese rengl¨®n en torno al 1%.
Un canto a la raz¨®n
La 21? Conferencia Solvay de Qu¨ªmica vuelve a encarrilar una tradici¨®n casi secular de reuniones del m¨¢s alto nivel cient¨ªfico para abordar cuestiones palpitantes. Siguiendo la imbatible pauta marcada por el primer Consejo Solvay -que en 1911 convoc¨® para discutir sobre la radiaci¨®n y los quanta a f¨ªsicos y qu¨ªmicos del tenor de Marie Curie, Albert Einstein, Max Planck, Ernest Rutherford, Henri Poincar¨¦ o Maurice de Broglie, eternizados en una foto memorable-, el hotel Metropole, un cl¨¢sico de Bruselas, ha acogido este a?o a medio centenar de qu¨ªmicos especializados en m¨¢quina moleculares, nanoobjetos capaces de realizar movimientos controlados o de dirigir el movimiento de mol¨¦culas o de iones, artefactos que fascinan a investigadores por sus potenciales aplicaciones.
En un formato de presentaci¨®n de ponencia y debate, este ciclo ofreci¨® cuatro d¨ªas de intensos intercambios de opiniones de investigadores entre los que figuraba Jean-Marie Lehn, premio Nobel de 1987, quien coron¨® la conferencia con una charla abierta al p¨²blico en la sala Flagey de la capital belga, un espacio m¨¢s acostumbrado a conciertos y proyecciones cinematogr¨¢ficas que a discusiones cient¨ªficas.
De la materia a la vida ?La qu¨ªmica? ?La qu¨ªmica! fue el t¨ªtulo de su exposici¨®n, un canto a la ciencia y a la raz¨®n que trajo a Lehn desde el big bang hasta nuestros d¨ªas para concluir con el epitafio del matem¨¢tico alem¨¢n David Hilbert: Wir m¨¹ssen wissen, wir werden wissen (Debemos saber, sabremos). La pr¨®xima Conferencia Solvay se celebrar¨¢ en octubre de 2008.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.