En qu¨¦ hemos convertido la Navidad
Un a?o m¨¢s ha llegado la Navidad y los hombres y mujeres de buena voluntad y bolsillo cada vez m¨¢s depauperado, nos echamos a temblar ante lo que se avecina. Como viene siendo la t¨®nica habitual, los alimentos se ponen por la estratosfera (pues por las nubes ya estaban) y el bel¨¦n lo montamos en familia haciendo n¨²meros, reuniendo las tarjetas, por si, con suerte, a alguna de ellas le queda en reserva el cr¨¦dito suficiente para hacer frente a los gastos obligados.
Nuestro modelo de sociedad nos impone la apariencia, y eso, se?ores, se ha de pagar, no s¨®lo con dinero sino con la propia salud que nos vamos dejando en cada puente festivo, o en las fiestas emblem¨¢ticas, donde una buena demostraci¨®n de superficial apariencia hace mella entre ateos, agn¨®sticos, laicos, cat¨®licos, anarquistas antisistema y otros grupos o confesiones que haciendo por unos d¨ªas una gran hermandad, nos lanzamos contra cualquier escaparate que tenga algo que vendernos, comemos hasta la extenuaci¨®n y bebemos m¨¢s que los peces del villancico.
Para colmo, los pol¨ªticos, omnipresentes, nos "deleitan" cantando villancicos sobre los mismos esca?os desde los que un rato antes ladraban como perros unos contra otros. Tambi¨¦n el Rey dar¨¢ su tradicional discurso, todo ello mientras el pavo, el besugo, el cordero, o el conejo de Zapatero esperan en la mesa con los langostinos congelados y la manteler¨ªa con velas de colores y motivos navide?os, comprados en la tienda de los chinos de las que cada barrio dispone, Dios les bendiga.
En fin, que un a?o m¨¢s pasaremos lo mejor que podamos este trago en que hemos convertido la Navidad. No obstante, desde esta secci¨®n de cartas al director aprovecho para desear a todos salud y suerte, que con el cambio clim¨¢tico, que es otro m¨¢s de nuestros logros, la vamos a necesitar.
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