Jueces y catedr¨¢ticos

En relaci¨®n con la carta publicada en la edici¨®n de ayer de EL PA?S, Selecci¨®n de jueces y catedr¨¢ticos, referida a mi art¨ªculo del d¨ªa 26 La justicia no es ciega, deseo puntualizar lo siguiente: me asombra que un hombre de derecho -el autor manifiesta serlo- quiera reducir a los jueces a la mera condici¨®n de funcionarios y olvide que adem¨¢s son representantes de un poder del Estado, el Judicial, y que eso marca una diferencia sustancial con una modesta catedr¨¢tica de lengua y literatura o, por dar otro ejemplo, un m¨¦dico de la Seguridad Social. Los jueces pueden enviar a una persona a la c¨¢rcel durante a?os y pueden deshacer o corregir una ley elaborada por un Parlamento, un inmenso poder que, obviamente, no tienen escritores y catedr¨¢ticos.

Por otro lado, de mi articulo dif¨ªcilmente se puede deducir que todos los jueces deban ser elegidos por votaci¨®n directa; tan s¨®lo pretend¨ªa abrir un debate sobre su legitimaci¨®n. El mundo es muy ancho y existen muchos sistemas que podr¨ªan ser estudiados. S¨®lo a t¨ªtulo de ejemplo, tal vez si los magistrados propuestos para el Tribunal Constitucional hubieran tenido que explicar sus m¨¦ritos y sus curr¨ªculos ante la Comisi¨®n de Justicia del Congreso, nos hubi¨¦ramos evitado el penoso espect¨¢culo de un magistrado amante de las armas y envuelto en una pelea de tr¨¢fico.