El antierotismo del almanaque
Algo nos dice que cuando el sexo, el desnudo, la obscenidad carnal, se difunden tanto es porque han perdido buena parte de su valor. Valor de provocaci¨®n, valor de asombro, valor como suceso, valor de cambio. El sexo mantiene muy alto su valor de uso puesto que se trata de lo m¨¢s divertido que cabe imaginar, pero ha descendido mucho en su cotizaci¨®n simb¨®lica. Ahora, no s¨®lo las relaciones intersexuales se han multiplicado por mil y diversificado impensadamente, sino que las ofertas colman el mercado y no paran de crecer. Hasta la publicidad que en el motivo sexual hallaba el m¨¢s f¨¢cil, duradero y eficaz de los cebos ha comenzado a comprobar las negativas consecuencias de su hartura. No en vano, ha sido la muerte, m¨¢s que el sexo, desde el primer Oliviero Toscani hasta nuestros d¨ªas de Dior, el elemento sugestivo en los ¨²ltimos y mejores anuncios comerciales.
Frente al sexo que conmueve cada vez menos, la muerte, oculta y tab¨², se alza como producto estrella. Si resulta pr¨¢cticamente imposible escandalizarse hoy con la obscenidad del cuerpo, la muerte es la obscenidad corporal m¨¢s radical e irreductible. Los relumbres de la muerte, en violeta o en charol, en bermell¨®n o en plata, cruzan los anuncios de Navidad, mientras el sexo bullendo ha desaparecido del superspot de Freixenet. Pero lo m¨¢s definitivo y significante en la fatal decadencia del sexo se representa a trav¨¦s de su hospitalizaci¨®n en los calendarios.
El calendario con desnudos de azafatas, enfermeras, curas o bomberos culmina el m¨¢s bajo nivel de su carrera. No s¨®lo cualquier colectivo obrero se revela dispuesto ya a desnudarse en cualquier manifestaci¨®n o acto reivindicativo, sino que los mismos vecinos y las vecinas se ofrecen para ser explotados como cuerpos en los almanaques. ?Puede concebirse una degradaci¨®n mayor de la mercanc¨ªa que ofertan?
En la intimidad, el desnudo sigue desempe?ando su funci¨®n de diversi¨®n y amor pero, p¨²blicamente, el ojo lo ha desgastado. Tanta profusi¨®n de reclamos ha ro¨ªdo su acicate, y tanta repetici¨®n de unas y otras chicas en cueros ha logrado el parad¨®jico efecto de cubrirlas.
El recurso que inici¨® Lacoste y sugiere Calvin Klein utilizando al var¨®n sin ropas no ha logrado, ni de lejos, reemplazar el descenso que sufre la desnudez femenina. Uno y otro desnudo interact¨²an, adem¨¢s, en una usura rec¨ªproca. Una fuerte usura de la lubricia que se corresponde con el auge de su deslucida estampa en el calendario. ?Un almanaque como soporte del erotismo? Nada m¨¢s soso en el orden de la pornograf¨ªa, nada m¨¢s tosco en la presentaci¨®n del tiempo, nada menos lascivo que su condici¨®n dom¨¦stica, operaria o familiar.
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