Sentidos al l¨ªmite
En La cama, su espect¨¢culo anterior, la compa?¨ªa Teatro en el Aire invitaba al p¨²blico a acostarse y a vivir una experiencia entre s¨¢banas. Ahora, le propone que entre en la intimidad de un hamman femenino y se deje ba?ar por las tayabastes. En el saloncito del teatro La Caravana, acomodados en sillones disparejos, quince invitados aguardamos el primer ensayo abierto de La piel del agua, espect¨¢culo interactivo s¨®lo para mujeres al que hoy, excepcionalmente, asistimos un par de colaboradores masculinos y alg¨²n amigo. Lidia Rodr¨ªguez, su directora, nos pide que nos descalcemos. Enseguida, un grupo de actrices viene a susurrarnos que las acompa?emos al interior de una haima. En el centro, sobre un fuego, hay un caldero enorme con agua. Los quince nos sentamos alrededor. Una joven me invita a sacarme parte de la ropa, otra me calza un pareo como el que apenas la tapa a ella, se sienta ante m¨ª y, en un idioma ininteligible, toma uno de mis brazos, comprueba si el codo es suave y me convierte en compa?ero de un juego inocente, con reglas no escritas. Tan cerquita, huele como un prado de violetas.
Lidia Rodr¨ªguez: "Mi deseo", prosigue la directora, "es que el juego c¨®mplice desemboque en un di¨¢logo sobre la vida, los hombres, el sexo..." Josep Pere Peyr¨®: "Trabajamos en el filo de la realidad: nos encantan esos accidentes que en el teatro convencional se intentan ignorar"
La piel del agua, que se estrenar¨¢ el 9 de febrero en el festival Escena Contempor¨¢nea, de Madrid, es uno de los cuatro espect¨¢culos donde el p¨²blico vive una experiencia en primera persona, y que est¨¢n en cartel hasta mediados del mes pr¨®ximo: Viaje al pa¨ªs de Timismo, E c O y Las puertas del cielo. La idea de montarlo se le ocurri¨® a Lidia Rodr¨ªguez en Estambul, mientras se daba un ba?o turco: "Entr¨¦ en una gran sala de m¨¢rmol, donde un mont¨®n de mujeres desnudas, cada una con su balde, aguardaban que las ba?asen. All¨ª todas ¨¦ramos iguales, sin distinci¨®n de edad ni de clase: compart¨ªamos la misma piel. La tayabaste que me lav¨® se tom¨® todo el tiempo del mundo. Me trataba como a una ni?a: me unt¨® con jab¨®n de arriba abajo, me peg¨® un cachete en las nalgas para que me diese la vuelta, me frot¨® entera, me aclar¨® y me sec¨® hasta los lugares m¨¢s rec¨®nditos, sin que en todo ello hubiera ning¨²n matiz er¨®tico. Mientras hac¨ªa su labor, hablaba con las otras tayabastes de cosas cotidianas: se re¨ªan de la blancura de alguna cliente, del vello de otra. Fue como reencontrarme con mi madre. Sal¨ª de all¨ª convencida de que en mi pr¨®ximo trabajo ten¨ªa que recrear po¨¦ticamente aquel ambiente y propiciar el reencuentro del p¨²blico con el universo ¨ªntimo femenino, con esa belleza que todas tenemos".
La directora comparti¨® su revelaci¨®n con Carlos Javier Sarmiento, uno de los veteranos del Teatro en el Aire, que se puso a buscar documentaci¨®n sobre los ba?os p¨²blicos de la Espa?a andalus¨ª: s¨®lo en C¨®rdoba hab¨ªa m¨¢s de seiscientos. A partir de ah¨ª y del ensayo El agua y los sue?os, de Gaston Bachelard, Sarmiento escribi¨® el primer borrador del espect¨¢culo. Luego, las siete actrices han ido ensayando juegos sensoriales en torno al l¨ªquido elemento, la higiene, la feminidad y el cuidado del cuerpo. "Mi deseo", prosigue la directora, "es que el juego c¨®mplice desemboque en un di¨¢logo sobre la vida, los hombres, el sexo... Si el p¨²blico se atreve a tanto, las actrices se ver¨¢n en un compromiso. Quiero que pasen cosas de verdad, que nos reencontremos con nuestros fluidos, nuestras l¨¢grimas, nuestros miedos. Por eso no pueden entrar los hombres". Entre las obras que inspiran la est¨¦tica del espect¨¢culo, Rodr¨ªguez cita La gran odalisca, de Ingres; las fotograf¨ªas de Shirin Neshat, el ¨®leo sobre lienzo ?De d¨®nde venimos? ?Qui¨¦nes somos? ?Ad¨®nde vamos?, de Gauguin, y una instalaci¨®n de Pepe Espali¨² que ha servido de modelo para el espacio esc¨¦nico.
En este primer ensayo con p¨²blico funcionaron de miedo los t¨² a t¨² entre el espectador, que pasa a ser protagonista al instante, y las actrices, porque lo que est¨¢ sucediendo vis a vis o piel con piel es cierto: el masaje, el mon¨®logo en el que ellas improvisan seg¨²n advierten en tus ojos y en tu piel... Varios invitados de ambos sexos coincidimos en esto cuando, al final, la directora pide una ronda de comentarios para ver si la cosa ha calado. La madre de una de las actrices, en cambio, no ha permitido que le pongan las manos encima, ni se ha quitado una sola prenda: aqu¨ª nadie obliga a nada. La buena impresi¨®n general reabre en la compa?¨ªa un debate cerrado a medias. ?No deber¨ªan admitir p¨²blico mixto? Sarmiento cree que s¨ª. Rodr¨ªguez no descarta del todo la posibilidad de hacer alguna funci¨®n, m¨¢s adelante. De momento no quiere dispersar su energ¨ªa. Si en La cama no entraban m¨¢s que 21 espectadores por funci¨®n, uno por lecho, en La piel del agua, Rodr¨ªguez y Ana Ramos, la codirectora, van a meter 60, que son muchos. ?C¨®mo? "Mientras la mitad entran en la zona de ba?o, la otra mitad aguardar¨¢n en la de descanso, desde donde se ve lo que sucede al otro lado. Es el primer espect¨¢culo de Teatro en el Aire en el que vamos a tener p¨²blico como tal, aunque luego, los que miran pasar¨¢n a la zona de ba?o, y viceversa".
Rodr¨ªguez, Sarmiento, Ramos y buena parte de las int¨¦rpretes comenzaron a hacer estas experiencias teatrales que el p¨²blico vive en primera persona con Enrique Vargas, maestro colombiano que, despu¨¦s de trabajar en medio mundo, ha encontrado asiento para su Teatro de los Sentidos en el antiguo polvor¨ªn del castillo de Montju?c: lo est¨¢ reconvirtiendo en laboratorio y en escenario de sus producciones futuras. Vargas y los suyos trabajan todos los formatos. En Bogot¨¢ montaron una gigantesca Feria del Tiempo Vivo, pero en Espa?a se les conoce por crear laberintos habitados (El hilo de Ariadna, Or¨¢culos) e instalaciones sensoriales y festivas como La memoria del vino, donde la compa?¨ªa invita a entrar en un poblado digno de Las ciudades invisibles, y a disfrutarlo. Vargas acaba de representar en Pozuelo (Madrid) un espect¨¢culo para ni?os, escrito junto a Margarida Socias, donde "quienes se lo pasan mejor son los adultos", dice el director. Viaje al pa¨ªs de Timismo es un laberinto de 250 metros cuadrados para recorrer a solas durante diez minutos. El acceso es a trav¨¦s de un armario ropero, en cuyo interior el espectador sufre una transformaci¨®n. "La trasera del armario desemboca en un laberinto de espejos, donde hallar¨¢ treinta r¨¦plicas de s¨ª mismo, pero no se reconocer¨¢. Luego, recibir¨¢ otra sorpresa. La idea es que para encontrarnos hemos de perdernos, desprendernos de nuestro ego y aceptar que tenemos otros yoes. Y escoger con cu¨¢l nos quedamos".
La escuela de Vargas no cesa de crecer y diversificarse. La semana pr¨®xima, la compa?¨ªa On¨ªrica Mec¨¢nica, dirigida por Jes¨²s Nieto, estrena en el Teatro Pradillo E c O, espect¨¢culo que combina teatro sensorial, danza, manipulaci¨®n de objetos y m¨²sica contempor¨¢nea compuesta por Pedro Larossa e interpretada en vivo por el grupo Dhamar. Es un cuento sobre una civilizaci¨®n que se extingue, narrado en esperanto, lengua sin territorio. Nieto, que trabaj¨® con Vargas en El hilo de Ariadna y en La cama con Teatro en el Aire, pretende trasvasar al teatro a la italiana la intensidad de ese tipo de espect¨¢culos. "Son fascinantes, pero llegan a muy poco p¨²blico. Ahora los festivales, por razones pol¨ªticas y econ¨®micas, est¨¢n exigi¨¦ndoles un aforo mayor, ampliaci¨®n que no soportan sin quebranto: un solo espectador de m¨¢s basta para que sus int¨¦rpretes tengan que forzar el ritmo. Nosotros intentamos crear una magia parecida en escenarios convencionales, con plateas de hasta 500 espectadores".
Josep Pere Peyr¨® (Palma de Mallorca, 1959), director de la compa?¨ªa barcelonesa La Invenci¨®, viene de otro sitio. Como Sergi Belbel y otros muchos autores de su generaci¨®n, se form¨® en el taller de Sanchis Sinisterra. Ha estrenado docena y media de obras de texto, pero en Las puertas del cielo, montaje sobre los inmigrantes que llegan a Espa?a desde ?frica metidos en contenedores, ha puesto algo m¨¢s que palabras. "En 2002 ped¨ª a varias personas que hab¨ªan hecho ese viaje que me contaran su experiencia. Se puede resumir as¨ª: las mafias les dicen en qu¨¦ momento pueden entrar en el contenedor, les encierran y, all¨ª, en la oscuridad, pierden la noci¨®n del tiempo. Tres o cuatro d¨ªas despu¨¦s, los cargan en un barco. En alta mar, abren, airean y limpian el contenedor, y cuando est¨¢n a punto de llegar a destino, los vuelven a enjaular hasta que pasa el peligro. Nosotros, en cincuenta minutos, reproducimos la experiencia de entrar en un lugar donde est¨¢s vendido: te pueden descargar en un pueblo de Marruecos y decirte: 'Ya est¨¢s en Europa', pueden venderte, abandonarte o dejarte encerrado".
Peyr¨® y compa?¨ªa representan Las puertas del cielo para que, cuando volvamos a escuchar noticias sobre inmigrantes clandestinos, sintamos su peripecia en carne propia. Antes de que entremos en el contenedor met¨¢lico de 6 metros de ancho por 2,35 de fondo, nos vemos envueltos en el proceso de selecci¨®n que hacen las mafias. "Este espect¨¢culo no es participativo, pero sit¨²a en el n¨²cleo mismo del drama a los 24 espectadores que entran en cada funci¨®n, y les brinda una experiencia emocional muy cercana. A quienes vienen juntos, les separamos para que no descarguen la tensi¨®n cuchicheando o con unas risas. Queremos que hagan un viaje intenso. A veces, al finalizar, dos desconocidos se abrazan. De eso se trata".
Cuando, preparando el espect¨¢culo, Peyr¨® sugiri¨® representarlo en un contenedor, le tildaron de loco: "Nadie va a aguantar ah¨ª dentro m¨¢s de cinco minutos', me dijeron. Lo ensayamos en Marruecos para dar tres pases en Sitges y nada m¨¢s, pero llevamos ya 180. Hacemos tres diarios, para que entre m¨¢s gente". A veces, la respuesta del p¨²blico cambia el curso de la funci¨®n. "Una tarde dimos la entrada a un hombre, y su chica insisti¨® en acompa?arle. 'T¨² te esperas', le dijimos. Porque la realidad es ¨¦sa: cuando est¨¢s en manos de una mafia no puedes decidir. Una vez dentro, ella quer¨ªa irse. Ten¨ªa claustrofobia. Desde el otro lado, su marido le gritaba: '?No, esp¨¦rate! ?Aguanta!'. Entre ambos, hicieron una escena a grito pelado. En Parla, un skinhead le grit¨® a uno de los actores marroqu¨ªes: 'Habla en cristiano'. La cosa se puso fea, casi llegaron a las manos, el skin acab¨® y¨¦ndose y el p¨²blico, al final, nos coment¨®: '?Qu¨¦ buena esa escena!'. Trabajamos en el filo de la realidad: nos encantan esos accidentes que en el teatro convencional se intentan ignorar para que no distraigan al p¨²blico. Un llanto silencioso en el patio de butacas suele pasar inadvertido; aqu¨ª, en cambio, crea un momento dram¨¢tico de verdad. Y si un espectador entra en p¨¢nico, el espect¨¢culo entero se contagia".
E c O. Madrid. Teatro Pradillo. Del 10 al 27 de enero. A las 21.00. La piel del agua. Aranjuez (Madrid). La Nave de Cambaleo. D¨ªas 9 y 10 de febrero. Madrid. Casa de Am¨¦rica. Del 13 al 15. Las puertas del cielo. Valencia. Parque de Marxalenes. Del 18 al 22 de febrero. Pases a las 19.00, 20.00 y 21.00.
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