?Qui¨¦nes son los Reyes?
Hay personas felices de remate. Las personas felices son aquellas que sueltan lugares comunes sin que se les caigan los anillos. A m¨ª las personas felices me soliviantan, me roban parte de mi felicidad, que si no fuera por la abundancia de lugares comunes que escucho a diario podr¨ªa ser absoluta. En estas fechas, los lugares comunes brotan como los caracoles cuando llueve, y hay se?oras por la calle afirmando a gritos aquello de que "el mejor marisco se come en Madrid" y se?ores que dan la tabarra con eso de que los ni?os de antes, con tres cartones y un palo, eran capaces de construirse un carro de combate. Con el palo les daba yo, pero en la boca. Por pesaos. Lo realmente fascinante de los lugares comunes es que las personas aficionadas a ellos viven en la convicci¨®n de que han sido los inventores de semejante vulgaridad. No se crean que los expulsadores de lugares comunes son personas an¨®nimas y sin el bachillerato superior, para nada; se han dado casos de columnistas con t¨ªtulo universitario que escriben art¨ªculos contra la Navidad o sobre el consumismo que nos azota en estas fechas y se quedan tan desanchados, y encima les pagan. Y tambi¨¦n novelistas que escriben libros de memorias y dicen que su familia era la mar de especial y que su abuela era sabia y adivinaba el pensamiento. A m¨ª, en teor¨ªa, me gustan los libros de memorias, pero en la pr¨¢ctica me ponen enferma. A estas alturas, ya s¨®lo admito que un escritor afirme que su familia era peculiar si el abuelo era asesino en serie, la madre lud¨®pata o el padre era el m¨ªo. En ese caso, s¨ª. Yo el libro sobre mi padre me lo estoy reservando, como el que tiene unos fondos de pensi¨®n o as¨ª. Pero yendo al asunto, los lugares comunes. En casa tenemos prohibido que alguien haga alg¨²n comentario sobre las campanadas, los cuartos y tal. Ya bastante con que seguimos a Ramontxu (con su capa) de cadena en cadena para que, si hay que decir la tonter¨ªa de todos los a?os, lo haga ¨¦l, que para eso le pagan. Nosotros, callados como putas. Este a?o invitamos a una amiga. Ella, inocente, solt¨® lo de los cuartos. No lo hizo a mala fe, s¨®lo pens¨® que era entra?able y que a mi padre le gustar¨ªa, de la misma forma que a los abuelos les gustan los polvorones y el turr¨®n que suda. Nos la quedamos mirando de tal manera que la pobre ya que casi no abri¨® la boca; bueno, s¨ª, s¨®lo para decir, mirando un especial Nochevieja, "el cachondeo que tienen es falso, todo est¨¢ grabado". Ya no dijo m¨¢s. A m¨ª los lugares comunes me atacan a la hernia de hiato, m¨¢s propiamente llamada Mal del Reflujo, pero yo no la suelo llamar as¨ª porque me parece una guarrer¨ªa que una se?ora vaya hablando de su reflujo por ah¨ª; yo me quedo con mi hernia, que es una cosa como de toda la vida de Espa?a. Igual que yo defiendo mi hernia, como parte de mi identidad nacional, el otro d¨ªa un individuo, ignorando que los lugares comunes me alteran, me dijo que ¨¦l era partidario de los Reyes Magos y que a ¨¦l Pap¨¢ Noel se la tra¨ªa floja. No se precipiten pensando que el t¨ªo era un simple, no, que el t¨ªo estaba defendiendo nuestra identidad y nuestras tradiciones frente a las impuestas por el imperialismo yanqui. Lo extraordinario es que me lo dec¨ªa como si se le acabara de ocurrir, a ¨¦l, a ese cerebro que era un hervidero de conexiones neuronales. Por cierto, que a los detractores del pobre tonto de Pap¨¢ Noel (?ho, ho, ho!) les ha venido muy bien esa informaci¨®n navide?a en la que se afirmaba que el viejo de los renos era verde hasta que la Coca- Cola (como que no iba a ser la Coca- Cola) se lo apropi¨® y lo ti?¨® de rojo. Sucias argucias comerciales para hacerlo m¨¢s atractivo y as¨ª acabar de una vez por todas con nuestra cultura. Con la mano en la hernia, como si fuera una ma?a a punto de interpretar una jota, le solt¨¦ al tipo que yo, concretamente, como madre de familia desestructurada, le estaba muy agradecida a Pap¨¢ Noel, que nos hab¨ªa permitido a tantas parejas separadas que los ni?os tuvieran regalos el d¨ªa 25 y el 6, con el consiguiente beneficio de no tener que pasar el d¨ªa de Reyes tirado en el suelo, con tu ex, montando el barco pirata de los Lego, lo cual es una actividad irritante para realizar con un ex, al que lo m¨¢s bonito que le deseas para el nuevo a?o es que se coma una pieza del Lego y se le atragante. En Espa?a, le dije al feroz partidario de los Reyes Magos, abundan las familias desestructuradas porque mi barrio se encuentra atestado de Pap¨¢s Noel de esos que trepan por las ventanas, que me soliviantan tambi¨¦n la hernia ca?¨ª, porque se han convertido en otro odioso lugar com¨²n. Tal es su proliferaci¨®n que he llegado a pensar si es que los han estado regalando en el Alcampo con una remesa de papel higi¨¦nico o en Bodybell (le preguntar¨¦ a Rodr¨ªguez Rivero a ver si sabe algo de esto). Se me ocurre que bien podr¨ªa haber incluido la Iglesia en el pliego de protestas que pase¨® por este Madrid, que no es tan carca como podr¨ªa parecer, la reivindicaci¨®n de los Magos de Oriente frente al viejo de la Coca-Cola, o sea, el sue?o de un pa¨ªs al gusto del iran¨ª Ahmadineyad, sin separados, sin abortos y sin maricas. Lo que cualquiera entender¨ªa por una democracia. -
Las personas felices son aquellas que sueltan lugares comunes sin que se les caigan los anillos
Hay se?oras por la calle afirmando a gritos aquello de que "el mejor marisco se come en Madrid"
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