Opciones econ¨®micas...
La sucesi¨®n de indicadores adversos exige afinar en el rumbo tras las elecciones
El inicio de la larga precampa?a electoral ha contado con la presencia de un invitado no previsto: el brusco deterioro de las expectativas econ¨®micas para el a?o 2008. No se trata de que Espa?a haya entrado en recesi¨®n, una situaci¨®n de la que se est¨¢ muy lejos, sino de que la sucesi¨®n de indicadores desfavorables ha afectado la confianza de los ciudadanos.
La inflaci¨®n y el paro empa?an el balance de la econom¨ªa espa?ola en 2007, y crece la inquietud acerca de su comportamiento inmediato. No son rasgos exclusivos de nuestro pa¨ªs, pero s¨ª m¨¢s preocupantes que en el resto de Europa. Desde luego, el primero de ellos, la inflaci¨®n, que en su registro del ¨ªndice de precios al consumo armonizado (IPCA), ha confirmado las previsiones m¨¢s pesimistas: el 4,3% de aumento con que se ha despedido 2007 es el peor de los ¨²ltimos 12 a?os. Sus consecuencias son dif¨ªciles de minimizar: adem¨¢s de erosionar la capacidad adquisitiva de los perceptores de rentas sin posibilidad de revisi¨®n, deteriora la ya d¨¦bil capacidad competitiva de las exportaciones de bienes y servicios, limitando la reconducci¨®n de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
Los datos de paro conocidos tambi¨¦n esta semana dejan poco lugar para la duda: diciembre ha sido el tercer mes consecutivo en el que ha aumentado el n¨²mero de desempleados en Espa?a. Hoy existen 106.000 parados m¨¢s que en 2006. La construcci¨®n ha sido el sector en el que m¨¢s se ha dejado sentir la destrucci¨®n de empleo y los trabajadores inmigrantes quienes m¨¢s la est¨¢n sufriendo. El sector de la vivienda, principal motor de la econom¨ªa durante los ¨²ltimos a?os, da se?ales de haber dejado atr¨¢s los momentos de euforia: el precio de los pisos ha aumentado el 1,1 % durante el ¨²ltimo semestre, cuando no hace tanto los incrementos anuales alcanzaban los dos d¨ªgitos. Ocurre, adem¨¢s, que el elevado nivel de endeudamiento de las familias, con tipos de inter¨¦s elevados, reduce la renta disponible para el consumo, el otro motor de la reciente bonanza espa?ola.
Aun cuando esta concentraci¨®n de indicadores econ¨®micos adversos no sea extrapolable a 2008, lo cierto es que algunos de ellos van a tardar en registrar mejoras significativas. Las propias autoridades econ¨®micas han admitido que la inflaci¨®n no ceder¨¢ hasta pasado el primer trimestre, siempre que los precios de los bienes energ¨¦ticos, el petr¨®leo de forma destacada, reconduzcan sus repuntes recientes. El entorno internacional, ya sea en su dimensi¨®n geopol¨ªtica o en la estrictamente econ¨®mica, no actuar¨¢ precisamente como c¨®mplice de la renovaci¨®n de los ritmos de crecimiento que registr¨® Espa?a en el pasado. A los m¨¢ximos en el precio del crudo seguir¨¢n acompa?ando las dificultades para superar la crisis financiera originada en el mercado hipotecario de EE UU.
A diferencia de episodios anteriores de desaceleraci¨®n global o de crisis inmobiliarias como la de principios de los noventa, la econom¨ªa espa?ola se enfrenta a la nueva situaci¨®n con unas finanzas p¨²blicas saneadas, que otorgan importantes m¨¢rgenes de maniobra para compensar, aunque sea parcialmente, la debilidad de la inversi¨®n y el consumo privados. La asignaci¨®n del gasto p¨²blico asegura la continuidad de la inversi¨®n en infraestructuras y en las no menos relevantes partidas destinadas a fortalecer el capital tecnol¨®gico y humano. No cabr¨ªa descartar, por tanto, que aunque resultara menor el crecimiento en 2008, su composici¨®n fuera m¨¢s equilibrada y saneada que en los ¨²ltimos a?os.
Para que esa posibilidad prospere, las opciones de pol¨ªtica econ¨®mica adoptadas despu¨¦s de las elecciones ser¨¢n decisivas. No tendr¨ªa el mismo efecto centrarse exclusivamente en el saneamiento de las finanzas p¨²blicas, que en la mejora de las condiciones de oferta de la econom¨ªa.
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