Descaros en pol¨ªtica
Uno de los mayores indicios de desverg¨¹enza que se dan en pol¨ªtica es el de intentar hacer ver a los ciudadanos y responsabilizar al adversario de las actuaciones irresponsables e indeseables del propio comportamiento. No s¨¦ si esta desfachatez es algo que se impone cuando entras en la actividad pol¨ªtica. Probablemente no sea as¨ª, pero lo normal es que sean m¨¢s frecuentes en este ¨¢mbito, y que se recrudezcan en tiempo electoral.
No me cabe la menor de duda de que, como a casi nadie debe agradarle perder la verg¨¹enza que se le presume, su p¨¦rdida debe tener alguna compensaci¨®n que, entiendo, ha de ser la de obtener una cierta rentabilidad electoral.
Atr¨¢s va quedando toda una legislatura en la que si algo se ha caracterizado el Grupo Popular ha sido el insulto; la deslegitimaci¨®n de las instituciones; el intento de aglutinar la defensa de Espa?a; la identificaci¨®n con algunos obispos; el rechazo de los estatutos de autonom¨ªa; la cascada de recursos ante el Tribunal Constitucional de cualquier ley, sea nacional o auton¨®mica, que represente avances sociales, cuando no el uso de la ofensa.
Con estos antecedentes, m¨¢s propios de un estudio psiqui¨¢trico por cuanto reflejan toda una realidad de oposici¨®n, ahora resulta que quien insulta es el presidente de la comunidad andaluza y el grupo socialista. Esto afirman, con menos rubor que Pujalte o Acebes, el secretario general del PP, Antonio Sanz, y su presidente, Javier Arenas, cuando dicen que "Manuel Chaves debe abandonar su estrategia de ofensa y que no merece gobernar en Andaluc¨ªa". En un santiam¨¦n, como si de Tamarit se tratara, se pasa de ser v¨ªctima de todo tipo de ataques en todos los frentes, a ser la persona que lidera una estrategia de ofensa por parte del grupo socialista. Deber ser que nos movemos en tiempos preelectorales, que exigen que nos transformemos en m¨¢rtires para que se extienda un halo de solidaridad y arrancar votos. Si no fuera por lo perverso del comportamiento, dir¨ªa que este proceder es bastante c¨®mico. Tan c¨®mico como ver a Javier Arenas presentarse por Almer¨ªa y no por Sevilla o C¨¢diz, que son las ciudades por las que se presentan los l¨ªderes de los grupos pol¨ªticos de mayor peso en la comunidad.
Debe ser tambi¨¦n que, en t¨¦rminos de rentabilidad pol¨ªtica y electoral, es el camino que hay que seguir para los representantes de este grupo. Algo que entra en su normalidad pues, cuando se es capaz de distorsionar la realidad hasta el punto de intentar hacer creer que nunca han estado en la confrontaci¨®n y la ofensa, es que se sabe que los ciudadanos se alejan de quienes practican estas conductas. De ah¨ª este intento, en fechas pr¨®ximas a las elecciones, de cambiar el paso.
Claro que, en esto de cambiar el paso, tengo la impresi¨®n de que aparece algo tarde. Ha sido mucho el tiempo, y muy constante, el que se ha venido practicando una oposici¨®n reflejo del pensamiento ¨²nico y de desprecio a todos los adversarios en pol¨ªtica. Es por esta raz¨®n, y alguna m¨¢s, por la que no conf¨ªo en pol¨ªticos que practican una oposici¨®n impune, porque destrozan vidas y haciendas de quienes colocan enfrente y, cuando llega la hora de las elecciones, se trasforman en v¨ªctimas para provocar la solidaridad de los ciudadanos. No cuela. Javier Arenas deber¨ªa saberlo. Despu¨¦s de unos a?os ejerciendo su ministerio sin tener en cuenta los intereses de Andaluc¨ªa y despu¨¦s de pasear una oposici¨®n sin resultados, desde que era un ni?o, no parece que su t¨¢ctica vaya a dar resultados y de ah¨ª que ahora se refugie en Almer¨ªa.
En fin, que lo m¨¢s sano ser¨¢ dejar atr¨¢s estos descaros en pol¨ªtica. No conducen a nada serio y mejor pensar en ir fijando posiciones en funci¨®n del hacer o no hacer pol¨ªtico. Hay que ir echando una mirada en progresos sociales como tambi¨¦n en lo que queda pendiente de avanzar y, sobre todo, en el desarrollo del Estatuto para Andaluc¨ªa. La raz¨®n es sencilla. No quiero pensar si, con la misma facilidad que se convierten en ofendidos los ofensores, estos mutantes de la realidad deciden nuevos cambios; volver hacia atr¨¢s en los avances sociales y decir al Estatuto si te he visto no me acuerdo.
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