M¨¢s legitimidad

Tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Autonom¨ªa de la Comunidad Valenciana es m¨¢s que probable que la sangre no llegue al r¨ªo en ninguna de las sentencias posteriores y que, en conseuencia, los dos estatutos del art¨ªculo 151 de la Constituci¨®n, el de Catalu?a y el de Andaluc¨ªa, pasen el control de constitucionalidad sin grandes sobresaltos. Lo m¨¢s probable es que a las sentencias sobre los estatutos catal¨¢n y andaluz se les preste una atenci¨®n discreta y que a todo el mundo le interese pasar p¨¢gina. El ruido ensordecedor que acompa?¨® al proceso de reformas en la primera mitad de la legislatura ha dejado paso a un murmullo apenas audible en el final de la misma. La ferocidad de las declaraciones iniciales ha dado paso a la cansina reiteraci¨®n de algunos lugares comunes, a los que sin duda se les pondr¨¢ el amplificador en algunos de los m¨ªtines electorales, pero nada m¨¢s.

Quiere decirse, pues, que vamos a una legislatura en la que los nuevos estatutos vana empezar a desplegar su eficacia y en la que podremos comprobar muy r¨¢pidamente si se ha producido un perefeccionamiento o no del Estado auton¨®mico. Y digo muy r¨¢pidamente porque dada la nueva redacci¨®n que se ha dado en las reformas estatutarias a las competencias asumidas por las comunidades aut¨®nomas, en cuanto empiecen a ser ejercidas comprobaremos si aumentan o disminuyen los conflictos entre las comunidades aut¨®nomas y el Estado.

El aumento o disminuci¨®n de la conflictividad competencial es el mejor indicador del que se puede disponer para verificar el funcionamiento de cualquier Estado pol¨ªticamente descentralizado. Una conflictividad alta es la se?al inequ¨ªvoca de una defectuosa constituci¨®n territorial. Una conflictividad reducida lo es de todo lo contrario. Con este indicador tendremos que valorar las reformas estatutarias para comprobar si han sido positivas o no.

En muy poco tiempo, como digo, vamos a poder hacer la valoraci¨®n y comprobar si el Estado auton¨®mico avanzar¨¢ hacia el caos, como se ha venido pronosticando de manera muy amplia, no solamente desde la filas del PP, sino tambi¨¦n desde la pluma de m¨²ltiples y variados columnistas de distintos pelajes, o si por el contrario, la conflictividad se reduce y la gesti¨®n territorial del Estado se hace de manera m¨¢s pac¨ªfica.

Tengo la impresi¨®n de que va a ocurrir lo segundo. En contra de lo que se ha venido sosteniendo en estos ¨²ltimos a?os, pienso que el periodo de las reformas estatutarias ha sido un periodo de clarificaci¨®n. El proceso de reformas estatutarias ha sido el momento de m¨¢xima reflexi¨®n sobre la constituci¨®n territorial del Estado que se ha producido en toda la historia de Espa?a. El debate en torno a la reforma de los estatutos ha sido un debate de una complejidad y de una riqueza muy superior al debate que se produjo durante la transici¨®n y en el proceso de elaboraci¨®n de la Constituci¨®n.

En este mes he empezado la explicaci¨®n del m¨®dulo dedicado a la organizaci¨®n territorial del poder del Master de Derecho Constitucional que organiza el Departamento de la Universidad de Sevilla y me he pasado las navidades releyendo lo que se dijo y se escribi¨® en el comienzo de la transici¨®n, repasando los distintos proyectos de la Constituci¨®n de 1978 hasta el texto definitivo, siguiendo paso a paso el debate constituyente, analizando el documento de la Comisi¨®n de Expertos presidida por el porfesor Garc¨ªa de Enterr¨ªa, revisando el texto de los Pactos Auton¨®micos de 1981 y 1992... y puedo asegurarles que el nivel del debate no llega, ni de lejos, al que se ha producido en esta legislatura en los distintos proyectos de reforma.

Creo que disponemos de una base mucho m¨¢s s¨®lida para gestionar la diversidad territorial de Espa?a de la que hemos tenido en el pasado y que disponemos, adem¨¢s, de un personal pol¨ªtico y t¨¦cnico mucho m¨¢s preparado para poner en marcha los nuevos textos estatutarios.

El clima pol¨ªtico no es bueno. Pero el clima en el que se inici¨® la construcci¨®n del Estado auton¨®mico a finales de los setenta y comienzo de los ochenta era todav¨ªa peor. Alianza Popular (AP), que en 1982 sustituir¨ªa a UCD como representante de la derecha espa?ola, era partidaria de la reforma del T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n, a fin de rebajar considerablemente el contenido y alcance del ejercicio del derecho a la autonom¨ªa y no se nos puede olvidar que despu¨¦s del 28 F de 1980 vino el 23 F de 1981, cuyo objetivo era impedir lo que se consideraba que era la fractura territorial del Estado.

Los tiempos para construir un Estado pol¨ªticamente descentralizado nunca han sido buenos en Espa?a. Siempre que se avanza en una proceso descentralizador se nos vaticina el caos. En el momento de la elaboraci¨®n inicial de los estatutos se hizo y se ha vuelto a repetir en el proceso de reformas de los mismos. Despu¨¦s no pasa nada. O mejor dicho, pasa que acabamos teniendo un Estado mejor, m¨¢s leg¨ªtimo y m¨¢s eficaz.