La mirada cr¨ªtica
Fiel a su compromiso con la realidad espa?ola, Mario Camus regresa a la direcci¨®n con El prado de las estrellas, un ajuste de cuentas con cierta modernidad filmada desde el desapego con el presente que le ha tocado vivir. Estamos en un momento en el que buena parte de las tradiciones, de las se?as de identidad, de los modos de vivir, se van a pique; pr¨¢cticas tan distintas como la agricultura y la ganader¨ªa, el ciclismo, la educaci¨®n, el respeto al paisaje y el gusto por el trabajo bien hecho. El director c¨¢ntabro mira a su tierra, parece que no le gusta lo que ve y trata de reflejarlo en la pel¨ªcula. No siempre con acierto.
Todos los personajes se debaten entre un azaroso devenir por el presente y una nost¨¢lgica ojeada hacia el pasado; desde el mec¨¢nico-artista de motos antiguas al joven ciclista cl¨¢sico, pasando por la anciana a la que nunca visitan sus hijos. Sin embargo, esa mirada de Camus, a veces l¨²cida, no acaba de desplegarse de la mejor manera. La po¨¦tica del dibujo del prado de las estrellas pintado por un ni?o de otro tiempo, choca con la ruda escenificaci¨®n de la especulaci¨®n inmobiliaria.
EL PRADO DE LAS ESTRELLAS
DIRECCI?N: MARIO CAMUS. INT?RPRETES: ?LVARO DE LUNA, MARIAN AGUILERA, ANTONIO DE LA TORRE, RODOLFO SANCHO.
G?NERO: DRAMA. ESPA?A, 2007. DURACI?N: 119 MINUTOS.
La sencillez de las conversaciones entre la joven que ans¨ªa escapar del pueblo y sus dos pretendientes, se da de bruces con la presencia de personajes monigote de una sola pieza (el administrador econ¨®mico de los hijos, el profesor retirado, el abogado exc¨¦ntrico). La ¨¦pica del ciclismo y la l¨ªrica de la primera aparici¨®n de la bicicleta entre la espesa niebla colisionan con la vulgar e innecesaria retransmisi¨®n de las competiciones deportivas. Desde su magistral debut en 1963, con la demoledora Los farsantes, Camus ha compuesto una filmograf¨ªa tan coherente como atractiva, pero en El prado de las estrellas el desequilibrio de su diatriba acaba ganando el combate.
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