Caballero Hillary
La alpinista Edurne Pasaban, primera mujer en hacer cumbre en nueve de los 14 'ochomiles' del planeta, relata su encuentro con Edmund Hillary, el conquistador del Everest, fallecido el jueves a los 88 a?os
No hay que ser un gran alpinista o un experto en monta?a para conocer a Edmund Hillary, quien en compa?¨ªa del sherpa Tenzing Norgay fueron las dos primeras personas que subieron al Everest en 1953, o Sagarmantha, como le llaman los lugare?os de la regi¨®n del Khumbu, la tierra de los sherpas.
Esto ya est¨¢ en la historia y en los libros de texto de la escuela. All¨ª ya nos ense?aron que el Everest era la monta?a m¨¢s alta del mundo, con sus 8.848 metros de altura, y que Hillary y Tenzing fueron los primeros en hollar la cumbre.
Para m¨ª, como para muchos de vosotros, estas fueron las primeras cosas que supe del Himalaya. M¨¢s adelante, cuando el alpinismo me fue interesando, ya supe que en a?os anteriores a 1953 hubo otras expediciones que hab¨ªan intentado alcanzar la cumbre de la diosa madre de la Tierra. En los a?os 20 lo intentaron grupos liderados por ingleses, en los que participaron George Mallory y Andrew Irving. La cordada desapareci¨® a 8.500 metros de altura camino de la cima en 1924, en la ruta del norte del T¨ªbet, y hasta nuestros d¨ªas contin¨²a siendo un enigma si fueron los primeros en coronar el Everest. Ambos fallecieron en el intento y no dejaron pruebas que demuestren el ¨¦xito. Durante todos estos a?os que he ido integr¨¢ndome en este mundo que tanto me apasiona, se ha hablado mucho de todo esto. Si fueron Mallory e Irving los primeros en pisar la gran cima o, 29 a?os m¨¢s tarde, en 1953, Hillary y Tenzing. Todas estas historias que se cuentan no se pueden confirmar de momento, ya que no hay pruebas de la subida del a?o 1924.
Incre¨ªble: aquel hombre sin pinta de escalador fue el primero en subir al Everest
No quiso darme ning¨²n consejo. No pertenec¨ªa a esa clase de tipos
Sir Hillary nos ha dejado, y toda la prensa estos d¨ªas dice que ha fallecido el primer hombre que subi¨® al Everest. Lo que s¨ª es cierto es que fue el primer occidental en vivir la experiencia de ser el primero. Y esto de ser el primero en alguna cosa, por propia experiencia, no es f¨¢cil de llevar, ya que siempre te somete a cr¨ªticas y dudas. Hillary siempre supo manejar las consecuencias de su celebridad como el caballero que era, sin entrar en ninguna disputa.
Tambi¨¦n se le cuestion¨® si fue ¨¦l el que lleg¨® primero a la cumbre o fue el sherpa Tenzing. Un enigma al que la sociedad actual se ha encargado de sacar punta al m¨¢ximo. Yo creo que para Hillary, Tenzing fue un compa?ero m¨¢s de expedici¨®n, como todos los dem¨¢s que lo acompa?aban. No creo que una persona como ¨¦l, en el momento de llegar a la cumbre, se cuestionara esto. Todo lo contrario. Pienso que sinti¨® la emoci¨®n de llegar a la cumbre con un amigo, con su compa?ero de cordada. Esto ha quedado muy evidente todos estos a?os, ya que Hillary nos demostr¨® todo lo que se pod¨ªa hacer por aquel pueblo sherpa, por aquellos hijos, familiares y amigos de aquel compa?ero. Creo que a aquella persona, con todos estos valores, nunca le quitaron el sue?o las cr¨ªticas recibidas y los cotilleos de la gente.
En mi tercer intento de ascensi¨®n al Everest, en abril de 2001, 48 a?os despu¨¦s de que Hillary y Tenzing hubieran conquistado la monta?a, yo me encontraba en el aeropuerto de vuelos nacionales de Katmand¨², esperando tomar un avi¨®n a Lukhla, a 2.800 metros de altura y punto de arranque del trekking de aproximaci¨®n al campo base del Everest. Entonces, un compa?ero de expedici¨®n me avis¨®: "Edurne, ?has visto qui¨¦n est¨¢ sentado ah¨ª?". Mir¨¦ y descubr¨ª a un hombre muy alto, mayor, y con una constituci¨®n muy fuerte. "Es Edmund Hillary", me dijo mi compa?ero.
Yo lo hab¨ªa visto en libros y revistas, pero nunca en persona. Lo primero que me impresion¨® fue la estatura que ten¨ªa. Era incre¨ªble que aquel hombre sin ninguna pinta de escalador para m¨ª hubiese sido el primero en alcanzar la cumbre del Everest.
Me acerqu¨¦ a ¨¦l, como una m¨¢s en la multitud que se le habr¨¢ acercado en su vida. Me recibi¨® con una sonrisa. Aquella sonrisa me hizo deshacerme de toda la tensi¨®n y verg¨¹enza que me produc¨ªa la situaci¨®n. Me sent¨¦ a su lado, y comenzamos a hablar. Le coment¨¦ c¨®mo iba a intentar escalar el Everest. Seguramente no era la primera persona que se le acercaba a contarle lo mismo, ya que en el a?o 2001 era mucho m¨¢s com¨²n encontrar gente en Katmand¨² que iba a escalar el Everest que por supuesto diez a?os atr¨¢s.
No quiso darme ning¨²n consejo. Tampoco me cont¨® nada sobre su experiencia en el Everest. Hoy en d¨ªa, cuando nos juntamos entre diferentes escaladores, enseguida comienzan a circular los consejos. Hillary no era de esos tipos. Nos sacamos una foto, me dio dos besos, y me dese¨® suerte. La verdad es que no creo mucho en las coincidencias. No creo que por haber visto aquel a?o a Edmund Hillary pude subir luego al Everest. Pero aquel encuentro s¨ª que me transmiti¨® tranquilidad y, sobre todo, confianza en m¨ª misma.
Hillary por supuesto entonces no iba a escalar ninguna monta?a m¨¢s. Hab¨ªa viajado a Nepal para supervisar unos de sus tantos proyectos humanitarios, que yo no conoc¨ªa entonces, y que todos estos a?os he podido conocer y ver en el Himalaya.
Para mucha gente se ha ido el primer hombre que escal¨® el Everest. Pero para mucha otra gente, la del Khumbu, se ha ido aquella persona con una calidad humana grand¨ªsima, que hab¨ªa subido a esa monta?a tan grande llamada Sagarmantha que tienen al lado de casa. Aquel hombre que, a?os m¨¢s tarde, les devolvi¨® el agradecimiento al construir escuelas en los pueblos m¨¢s rec¨®nditos del Himalaya. Aquel hombre que hab¨ªa construido un hospital donde curaron a mi padre.
Ojal¨¢ en el mundo del alpinismo haya mucha m¨¢s gente que quiera ser como Edmund Hillary. Por su calidad humana. Por todo lo que hizo para la gente de aquellos pa¨ªses consagrando su vida en una obra de gratitud hacia el pueblo de Tenzing. No por ser el primero.
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