Un a?o en campa?a
Francia entera, y buena parte de la pol¨ªtica europea, gira en torno a Sarkozy, que crea nuevas reglas de juego, est¨¢ siempre en candelero y tiene una vida privada muy p¨²blica
Esta semana, una vez m¨¢s, Nicolas Sarkozy ha ocupado la portada de los tres semanarios de informaci¨®n general franceses. "El acr¨®bata", le llama el conservador Le Point. "Lo que nos prepara", avisa desde la izquierda Le Nouvel Observateur. "El presidente people", se?ala finalmente L'Express, sobre una imagen del jefe del Estado sonriente y relajado junto a su novia, la ex modelo y cantante Carla Bruni.
Un grupo denominado Uni¨®n por la Democracia en la Televisi¨®n (RDT en sus siglas en franc¨¦s) lanz¨® una campa?a para que el pasado 30 noviembre de 2007 fuese "un d¨ªa sin Sarkozy". No fue posible. Y es que Francia entera, y tambi¨¦n buena parte de la pol¨ªtica europea, gira en torno suyo.
La crisis econ¨®mica le amenaza: "?Qu¨¦ quieren que haga? ?Que vac¨ªe las cajas del Estado que ya est¨¢n vac¨ªas?"
Pero lleva tan s¨®lo ocho meses en el palacio del El¨ªseo y ahora se cumple un a?o desde que lanz¨® su campa?a presidencial con aquel famoso discurso titulado: "He cambiado". Hasta aquel 15 de enero de 2007 todas las encuestas le daban como perdedor en la carrera al palacio del El¨ªseo frente a su rival socialista, la sorprendente S¨¦gol¨¨ne Royal, la mujer que se hab¨ªa impuesto abrumadoramente a la vieja guardia de su partido y que encarnaba realmente la imagen de cambio y renovaci¨®n que la mayor¨ªa de los franceses deseaba.
Pronto se vio que la solidez de su equipo de campa?a; la impecable articulaci¨®n de su discurso pol¨ªtico; la habilidad con la que se hab¨ªa deshecho de sus competidores -empezando por su predecesor Jacques Chirac y siguiendo por su mayor rival, el primer ministro Dominique de Villepin-; el control que hab¨ªa conseguido establecer sobre la Uni¨®n por un Movimiento Popular (UMP), el gran partido de la derecha, o la habilidad con la que se presentaba como rupturista manteniendo al mismo tiempo su puesto de ministro del Interior, por no citar m¨¢s que algunos aspectos de su extraordinaria mise en sc¨¨ne, desbordaba ampliamente la deslavazada m¨¢quina con la que Royal se le enfrentaba, boicoteada incluso por su propia gente.
Pese a todo, la campa?a fue feroz y provoc¨® un aut¨¦ntico terremoto en las l¨ªneas tradicionales de la pol¨ªtica francesa. Sarkozy procedi¨® a la demolici¨®n del ultraderechista y xen¨®fobo Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, que cinco a?os antes hab¨ªa echado a la izquierda de la segunda vuelta de las presidenciales. Le llovieron las cr¨ªticas, algunas merecidas, como cuando los gui?os al electorado lepenista rozaban lo obsceno; otras totalmente injustas, en cuanto que rescataba a una importante franja social popular -m¨¢s del 15% de los franceses- que desde los or¨ªgenes m¨¢s diversos, incluido el Partido Comunista, se hab¨ªa refugiado hastiada en el voto de protesta.
Las elecciones fueron una fiesta de la democracia. La participaci¨®n, que llevaba d¨¦cadas cayendo, super¨® el 85%. No fue una victoria f¨¢cil. La emergencia por el centro de un candidato equidistante como Fran?ois Bayrou estuvo a punto de desequilibrar a Sarkozy. Finalmente, gan¨® por un amplio margen: 53% contra 47%.
Nada m¨¢s llegar al palacio del El¨ªseo impuso un estilo completamente nuevo. Las im¨¢genes de su toma de posesi¨®n, rodeado por una familia recompuesta: su segunda mujer, C¨¦cilia, con la que se hab¨ªa reconciliado poco antes de entrar en campa?a, con sus dos hijas, m¨¢s los dos varones de su primer matrimonio y el hijo de ambos, el peque?o Louis, corriendo por los jardines del palacio, evocaban el Camelot kennedyano.
Pero la felicidad dur¨® poco. Como el propio Sarkozy dijo el martes cuando le preguntaron si el idilio con Bruni acabar¨ªa en boda, "la presidencia de la Rep¨²blica no asegura la felicidad". C¨¦cilia le abandon¨®. No pudo soportar el peso del protocolo. ?l se resisti¨® a dejarla partir y al final tuvo que aceptar. Pero ya le hab¨ªa abierto las puertas a la prensa del coraz¨®n, a la curiosidad popular.
Tambi¨¦n en esto cambiaba las reglas. Los devaneos amorosos de sus predecesores raramente sal¨ªan a la luz p¨²blica aunque fueran la comidilla de los cen¨¢culos pol¨ªticos. En su caso, si la primera separaci¨®n ya fue sonada, el divorcio a¨²n lo fue m¨¢s, y ahora su noviazgo con la ex modelo promete superar todos los precedentes. Se dir¨ªa que su legendaria capacidad de manipular e influir en los medios de comunicaci¨®n ya no basta para controlar su imagen.
En lo pol¨ªtico puso en pr¨¢ctica inmediatamente su proyecto de reformas -la "ruptura" hab¨ªa sido aparcada durante la campa?a electoral-, y la primera sorpresa fue la inclusi¨®n en el primer Gobierno de varios ministros socialistas, entre ellos el muy popular Bernard Kouchner, en Asuntos Exteriores, as¨ª como a personalidades de origen ¨¦tnico y cultural tan diverso como la propia sociedad francesa: la titular de Justicia, Rachida Dati, de origen magreb¨ª, o la secretaria de Estado para Derechos Humanos, Rama Yade, de origen senegal¨¦s, por citar s¨®lo dos. La izquierda nunca lo hizo.
Este oto?o, sin embargo, cuando lleg¨® la primera batalla pol¨ªtica, la supresi¨®n de los reg¨ªmenes especiales de pensiones que afectaban esencialmente a los empleados de los ferrocarriles y los transportes p¨²blicos, Sarkozy choc¨® con la dura realidad de un pa¨ªs trabado, cosido por intereses gremiales de todo tipo, ideologizado, y tuvo que soportar una larga huelga de transportes que paraliz¨® el pa¨ªs y que s¨®lo pudo detener a cambio de importantes concesiones.
Paralelamente, la gran promesa central de su programa electoral, la subida del poder adquisitivo de los franceses, parece cada vez m¨¢s inalcanzable. Los 15.000 millones de euros que quiso inyectar el pasado verano en la econom¨ªa a trav¨¦s de reducciones fiscales y permitiendo que los trabajadores cobraran las horas acumuladas en raz¨®n de la semana de 35 horas, no s¨®lo no han acabado de llegar al bolsillo de los contribuyentes -la terrible burocracia tiene parte de la culpa-, sino que han chocado con el inesperado giro que la crisis financiera internacional ha dado a la econom¨ªa mundial.
El crecimiento econ¨®mico volver¨¢ a estar por debajo del 2%. La deuda se mantiene por encima de 1,2 billones de euros. "?Qu¨¦ esperan que haga?", dijo el martes al ser preguntado por este asunto. "?Que vac¨ªe las cajas del Estado que ya est¨¢n vac¨ªas?". -
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