La aldea del crimen
Se cumplen 75 a?os de la represi¨®n de la rebeli¨®n anarquista en Casas Viejas
Todo comenz¨® muy lejos, cuando en enero de 1933 la t¨¢ctica de la "gimnasia revolucionaria" alcanz¨® en Barcelona, como recordar¨¢ Juan Garc¨ªa Oliver, un punto ¨¢lgido. El Pleno de Regionales de la CNT hab¨ªa acordado en abril del a?o anterior apoyar a su Federaci¨®n de Ferroviarios en el prop¨®sito de declarar una huelga general. Los comit¨¦s de defensa que reun¨ªan a la vanguardia de la Federaci¨®n Anarquista Ib¨¦rica estaban impacientes por desencadenar una insurrecci¨®n contra el Gobierno de la Rep¨²blica, presidido por Manuel Aza?a y sostenido en una coalici¨®n de republicanos de izquierda y de socialistas. Era, a los ojos de la FAI, un gobierno de sanguinarios dictadores que utilizaban los poderes del Estado burgu¨¦s para aplastar a la clase obrera. Hab¨ªa, pues, que salir a la calle, espacio en el que tendr¨ªa lugar la lucha final entre proletariado y burgues¨ªa.
A ojos de la FAI, hab¨ªa que salir a la calle para llevar a cabo la lucha final entre la burgues¨ªa y el proletariado Fue una revoluci¨®n disparatada en su origen, y amargo fruto de la desesperaci¨®n y de la brutalidad en su t¨¦rmino
Y a la calle salieron aunque el sindicato de ferroviarios, retractado de su primera decisi¨®n, no emitiera las ¨®rdenes de huelga general. Puede sorprender lo esquem¨¢tico del plan, como sorprender¨¢ a los dirigentes de la Asociaci¨®n Internacional de Trabajadores esta manera de lanzar una huelga general que llevaba colgada de su convocatoria la expectativa de una insurrecci¨®n armada sin haber realizado previamente ning¨²n trabajo de organizaci¨®n. Nadie daba la orden con garant¨ªas de que habr¨ªan de ser cumplidas, nadie asum¨ªa la responsabilidad derivada del seguro fiasco. Era un axioma del anarcosindicalismo que el gran d¨ªa amanecer¨ªa te?ido de rojo gracias a la voluntad revolucionaria de una minor¨ªa consciente, viril, de la misma manera que la chispa enciende la mecha que hace explotar las energ¨ªas acumuladas por la masa.
As¨ª fue como el 8 de enero "se libr¨® una de las batallas m¨¢s serias entre los libertarios y el Estado espa?ol", escribir¨¢ el mismo Garc¨ªa Oliver, m¨¢ximo responsable de mantener la convocatoria de revoluci¨®n. Era, en realidad, la segunda batalla de la FAI contra la Rep¨²blica, pero su seriedad consisti¨® en que los dirigentes de los comit¨¦s de defensa fueron inmediatamente detenidos por las fuerzas de polic¨ªa, que estaban sobre aviso; llevados a comisar¨ªa, encarcelados y apaleados. La huelga general revolucionaria qued¨® al albur de los comit¨¦s regionales, confundidos por los rumores que llegaban de Barcelona, desde donde partieron consignas de desconvocar la revoluci¨®n cuando ya algunos comit¨¦s hab¨ªan emitido la orden de desencadenarla.
En Casas Viejas, los anarquistas decidieron que hab¨ªa llegado el momento de la revoluci¨®n, y en la noche del 10 de enero pasaron a la acci¨®n, repitiendo la pauta insurreccional del anarcosindicalismo espa?ol, que arranca con el acarreo de armas de donde las hubiera, y sigue con el asalto al registro y la quema de papeles, la proclamaci¨®n del comunismo libertario, el asedio al cuartelillo de la Guardia Civil y la vigilancia para impedir la entrada al pueblo a las fuerzas del orden. Los guardias civiles, mal equipados para enfrentarse a concentraciones de campesinos, llevaron las de perder en su intento de hacer frente a la rebeli¨®n: alcanzados por las balas de los insurrectos, el sargento y un guardia fueron heridos de muerte. La rebeli¨®n triunf¨® en unas horas, y a la ma?ana siguiente se procedi¨® a la incautaci¨®n de v¨ªveres y a su reparto entre la poblaci¨®n mientras en el sindicato se debat¨ªa sobre la suerte que esperaba a los enemigos de la revoluci¨®n.
Si todo hubiera quedado ah¨ª, Casas Viejas habr¨ªa pasado a la historia como uno m¨¢s en la lista de los muchos lugares que proclamaban por unas horas el comunismo libertario para acabar de inmediato con los revolucionarios en la c¨¢rcel, como ocurri¨® en los pueblos de Barcelona, L¨¦rida y Valencia donde tambi¨¦n se hab¨ªa izado el 8 de enero la bandera rojinegra, se hab¨ªan destruido archivos, abolido del dinero y repartido alimentos. Lo que sac¨® a ese nombre de la lista y lo convirti¨® en motivo de permanente agitaci¨®n pol¨ªtica y social no fue la revoluci¨®n, sino la brutalidad de la represi¨®n. Pues no hab¨ªan transcurrido a¨²n veinticuatro horas de comunismo libertario cuando llegaron al pueblo las primeras patrullas de la Guardia Civil, a las que seguir¨ªa en la madrugada del d¨ªa siguiente una compa?¨ªa de Guardias de Asalto al mando del capit¨¢n Manuel Rojas, enviado por el director general de Seguridad, Arturo Men¨¦ndez, para sofocar la rebeli¨®n en la zona de Jerez con el empleo de la fuerza que fuese menester.
Los guardias civiles y de asalto entraron en el pueblo "haciendo fuego contra todo el que no bajaba los brazos y contra las casas de donde hab¨ªa partido disparos contra la fuerza", como el mismo Rojas dijo a Manuel Aza?a cuando habl¨® con ¨¦l varias semanas despu¨¦s. Lo que Rojas no dijo, ni el Gobierno lleg¨® a saber hasta muy tarde, fue que hab¨ªa ordenado incendiar la choza en la que se hab¨ªan refugiado un viejo campesino, apodado Seisdedos, y algunos familiares y otros compa?eros que desde el interior mataron a dos guardias. Ametrallada a conciencia, la choza fue enseguida pasto de las llamas, y quienes no lograron escapar, hombres, mujeres y alg¨²n ni?o, sucumbieron abatidos a tiros o murieron calcinados. No satisfechos con la venganza, 12 detenidos fueron llevados hasta la misma choza y fusilados sobre la marcha, la mayor parte de ellos sin responsabilidad alguna en los hechos.
En Casas Viejas, dijo Aza?a el d¨ªa de reapertura de las Cortes, "no ha ocurrido sino lo que ten¨ªa que ocurrir". Mucho lament¨® haberlo dicho. Cuando comenzaron a llegar informaciones fidedignas y se conoci¨® la magnitud de la matanza, Men¨¦ndez fue destituido y una comisi¨®n parlamentaria se desplaz¨® a la aldea del crimen, como la bautiz¨® Ram¨®n J. Sender. Rojas fue procesado y condenado, pero el da?o pol¨ªtico estaba hecho: la oposici¨®n republicana radical salt¨® sobre la ocasi¨®n para poner en marcha la obstrucci¨®n parlamentaria, dando as¨ª raz¨®n a Garc¨ªa Oliver, que, por su parte, se consolaba pensando que el "resultado extraordinario" de aquella revoluci¨®n hab¨ªa sido "la descomposici¨®n de las izquierdas republicanas que usufructuaban el poder". Miserable epitafio para una revoluci¨®n disparatada en su origen, y amargo fruto de la desesperaci¨®n y de la brutalidad en su t¨¦rmino. -
![Cad¨¢veres de las v¨ªctimas de la matanza de Casas Viejas (actualmente Benalup, C¨¢diz) el 12 de enero de 1933, durante la II Rep¨²blica.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZKBVAUNFQE3EDM57SSQLYCZ4WY.jpg?auth=710598077976b466b90b9c6c9ab51906415d25bdb780892714e9eb617d7b553e&width=414)
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