Ronda m¨¢gica
Probablemente W. G. Sebald hubiera recibido con una sonrisa ir¨®nica la mitoman¨ªa desplegada tras su muerte por accidente en 2001. El tard¨ªo reconocimiento como escritor, afianzado con Austerlitz, su ¨²ltima novela, dista perceptiblemente del culto hagiogr¨¢fico iniciado post m¨®rtem. Su editorial alemana, Hanser -que adorna la portada de Campo Santo con un retrato en sepia del desaparecido-, atiz¨® la expectaci¨®n, sembrando rumores sobre manuscritos contenidos en el legado que, por desgracia para sus fervorosos lectores, se han desvanecido. Sven Meyer, especialista a cargo de la presente edici¨®n, desmiente terminantemente la existencia de otros trabajos del profesor de la Universidad de Norwich, con excepci¨®n de los reunidos aqu¨ª: cuatro fragmentos para un libro sobre C¨®rcega y un brillante compendio de ensayos literarios.
Campo Santo
W. G. Sebald
Traducci¨®n de Miguel S¨¢enz
Barcelona. Anagrama, 2007
191 p¨¢ginas. 17 euros
Sebald (1944-2001) abandon¨® el proyecto corso en 1995 a favor de Austerlitz; de ah¨ª que los cuatro relatos apenas sumen cuarenta p¨¢ginas y no se conozca su desarrollo final. Sin embargo, constituyen un verdadero trofeo, no s¨®lo para los incondicionales de Sebald. En la l¨ªnea de Los anillos de Saturno, pertenecen a lo m¨¢s sugerente e intenso escrito por este autor que, mediante una prosa culta y cadenciosa, con ocasi¨®n de un viaje de verano a C¨®rcega, rescata la memoria de los accidentes y horrores de la historia. Las visitas a un cementerio, a la casa Bonaparte en Ajaccio, a los antiguos bosques alpinos de la isla se transforman en las reverberaciones melanc¨®licas, tan propias de Sebald, a medio camino entre el diario de viaje, el informe antropol¨®gico y el apunte de historia pol¨ªtica y social. De los cementerios pasa a los ritos funerarios ancestrales; del ¨¢rbol geneal¨®gico de los Bonaparte a las "minucias imponderables" que cambiaron el destino de Europa; de una cr¨®nica forestal decimon¨®nica a la devastaci¨®n medioambiental de C¨®rcega. As¨ª penetra el narrador, con pericia de arque¨®logo, en las distintas capas de la realidad del lugar, donde se imagina dedicado el resto de sus d¨ªas "al estudio del tiempo pasado y pasante", para desentra?ar los hilos de "las invisibles relaciones que determinan nuestra vida".
El peso espec¨ªfico de Campo Santo, sin embargo, lo aportan los ensayos literarios. Las reflexiones sobre Kafka, Nabokov, Bruce Chatwin o Jean Am¨¦ry no s¨®lo ofrecen gu¨ªas fundamentales para la comprensi¨®n de la obra de Sebald; con ellos se borra la l¨ªnea entre ensayo y narraci¨®n y se reafirma la certeza de la autodefinici¨®n de Sebald: "Mi medio es la prosa, no la novela". Es all¨ª donde el narrador de repente se muda en personaje, como en la nost¨¢lgica recreaci¨®n del viaje de Kafka y Max Brod a Par¨ªs en Al burdel, pasando por Suiza. Es all¨ª donde Sebald teje, con pasmosa naturalidad, una irresistible trama de recuerdos de infancia y referencias literarias que no tiene parang¨®n. Entre estos rastreos meta-literarios, la pieza m¨¢s compleja y vibrante tal vez sea Moments musicaux, un emotivo y, a la vez, hilarante recorrido por la "educaci¨®n sentimental" musical del autor, con la que Sebald cierra magistralmente, en un bar de Ajaccio, la m¨¢gica ronda abierta con los paseos por C¨®rcega.
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