Los huevos de Esperanza y el coco de Gallard¨®n
Echo de menos las parodias pol¨ªticas de Martes y Trece. Imagino su versi¨®n del episodio protagonizado por Aguirre y Gallard¨®n en el despacho de Rajoy. Unas horas despu¨¦s de aquella tarde en G¨¦nova le pregunte a Josema Yuste qui¨¦n de los dos mandatarios madrile?os le parec¨ªa mas parodiable. Me dijo sin dudar que Esperanza Aguirre, porque la presidenta regional -argument¨®-, era m¨¢s espont¨¢nea mientras que Alberto Ruiz-Gallard¨®n se pon¨ªa demasiado trascendente.
Ese comentario de alguien que ha vivido de la observaci¨®n y la sorna de los personajes p¨²blicos ayuda a comprender hasta qu¨¦ punto las formas tienen que ver con el desenlace de este culebr¨®n pol¨ªtico que tendr¨¢ a buen seguro segundas partes. Gallard¨®n es lo que se conoce t¨¦cnicamente como un estirao. Y quiz¨¢ tenga motivos para serlo, porque en la actualidad hay pocos pol¨ªticos con un coco como el suyo. No es s¨®lo cuesti¨®n de talento, el hoy alcalde de Madrid desarrolla un empuje y una capacidad de trabajo extraordinarios. Luego est¨¢ el pico. El hijo de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Gallard¨®n ha heredado lo mejor de su verbo y no hay un solo parlamentario popular con los reflejos, la precisi¨®n y la eficacia en el discurso que ¨¦l exhibe. Esos y otros atributos, como sus calculados gui?os a la progres¨ªa y los medios, hacen de Alberto Ruiz-Gallard¨®n el pol¨ªtico popular con mejor valoraci¨®n en las encuestas a nivel nacional, por encima incluso de Rajoy. ?l lo sabe, se gusta y su vanidad intelectual ha terminado por convertirse en el mayor handicap de su carrera pol¨ªtica. Ruiz-Gallard¨®n no se hace querer en su formaci¨®n ni sabe manejar la vela cuando hay que navegar en las aguas del partido. A los mediocres les hace sentir que lo son, y a los que no lo son tampoco le sale enamorarles. El resultado es que hasta los conserjes de G¨¦nova le miran atravesado y que esa fascinaci¨®n que provoca entre el electorado, a los del aparato del PP y a los militantes m¨¢s sectarios incluso les jode. Justo lo contrario que Esperanza Aguirre.
La batalla por el futuro del PP es la batalla de Madrid. L¨¢stima que los intereses de Madrid cuenten poco
En las distancias cortas la presidenta regional logra transmitir una calidez y un buen rollo que, por muy cr¨ªtico que seas con su forma de operar, si no te andas con ojo te lleva al huerto. M¨¢s lista y ambiciosa de lo que sus camaradas nunca imaginaron, es como de andar por casa, una especie de Mar¨ªa Teresa Campos de la pol¨ªtica. Sabe conectar con la gente y pastorea a quienes mueven los engranajes del partido haci¨¦ndoles sentir en todo momento su manto protector sobre la piel. La militancia la adora, y ahora m¨¢s. Su mano de hierro sin guante de seda ha logrado imponer a Mariano Rajoy la exclusi¨®n de Gallard¨®n en las listas del Congreso, donde tem¨ªa que se hiciera fuerte. S¨®lo ella sabe si el amago de dimitir como presidenta regional para estar en la lista de Madrid fue un ¨®rdago o un farol, pero la jugada le sali¨® redonda. Los huevos que le faltaron al presidente del PP para afrontar el asunto con diligencia y autoridad los puso encima de la mesa Esperanza Aguirre.
No creo que Mariano Rajoy sea mala gente, pero lo ha hecho fatal. Tibio y medroso, consinti¨® que se pudriera el asunto y sac¨® el genio a destiempo para resolverlo con una escenificaci¨®n innecesariamente humillante para el alcalde de Madrid. Ha quedado como un torpe y un calzonazos y ser¨¢ dif¨ªcil que tama?o desprop¨®sito no le pase factura el 9 de marzo. Con todo, lo peor es que ¨¦l solito ha conseguido proclamar que quienes ganan elecciones en el PP ven tan incierta su victoria que juegan sus bazas en clave de sucesi¨®n.
Gallard¨®n, por su parte, aunque pueda sentir los primeros sofocos de la menopausia pol¨ªtica, tiene cuerda para rato y su anunciada renuncia a la pelea nacional ser¨¢ solo circunstancial. Volver¨¢ como McArthur, porque es lo que m¨¢s le pone y porque su partido no est¨¢ sobrado de talento para prescindir de un tipo de su talla. A do?a Esperanza mientras tanto le llover¨¢n los pelotas. Saben que los huevos son tambi¨¦n un bien escaso en G¨¦nova y, si Rajoy se estrella, la presidenta de Madrid estar¨¢ en la mejor posici¨®n para hacerse con los mandos del partido. S¨®lo los duros pueden meter el cuchillo y ella no tendr¨¢ m¨¢s remedio que meterlo para soltar lastre y cepillarse la caspa que ahora espanta al electorado de centro. Deber¨¢ airear sus convicciones liberales e intentar liberar su imagen p¨²blica de la caverna en que fue confinada por el apoyo de los recalcitrantes y sus amistades peligrosas. La batalla por el futuro del PP sigue siendo la batalla de Madrid. L¨¢stima que los intereses de Madrid cuenten tan poco en esta guerra.
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