La paz pasa por Damasco
La paz en Oriente Pr¨®ximo pasa por Damasco. S¨¦ que esta afirmaci¨®n sorprender¨¢ a m¨¢s de uno e indignar¨¢ a otros. Sin embargo, tal es mi convicci¨®n desde que viaj¨¦ por primera vez a la Siria de Bashar el-Assad. Entonces ya me criticaron: ?acaso Siria no forma parte del Eje del Mal, seg¨²n la definici¨®n del presidente Bush?
Deber¨ªa ser evidente que la paz se negocia con los enemigos, pero no todo el mundo lo entiende as¨ª. La ¨²nica cuesti¨®n es saber en qu¨¦ momento hay que entablar el di¨¢logo, y esta cuesti¨®n no tiene que ver con la moral, sino con la pol¨ªtica.
Siria est¨¢ madura para la paz. La presencia de un viceministro sirio en la conferencia de Annapolis junto a Israel y Arabia Saud¨ª, enemigo jurado de su aliado iran¨ª, as¨ª lo demuestra. Ser¨ªa un error seguir aislando a Siria, un pa¨ªs que mantiene tan largas fronteras con Israel, Turqu¨ªa, L¨ªbano y Jordania. En un momento en que Estados Unidos chapotea en Iraq y se estanca en busca de una paz israelo-palestina aceptable para las dos partes, Occidente debe convencerse de ello. La pol¨ªtica de ostracismo acent¨²a la dependencia de Siria respecto al Ir¨¢n de Ahmadineyad, condena al L¨ªbano a la dominaci¨®n de Hezbol¨¢, e incluso, a la larga, a su desaparici¨®n. Finalmente, conduce inevitablemente a la guerra entre Siria e Israel.
Es un error seguir aislando a Siria, un pa¨ªs ¨¢rabe laico que est¨¢ listo para la paz
?Debemos imponer nuestro sistema pol¨ªtico a ca?onazos como Bush en Irak?
"La pol¨ªtica y la teolog¨ªa son las dos ¨²nicas grandes cuestiones", dec¨ªa hace m¨¢s de un siglo el brit¨¢nico William Ewart Gladstone. Ahora bien, con Siria, ¨²nico pa¨ªs laico del mundo ¨¢rabe, a¨²n es posible hacer pol¨ªtica al margen de la teolog¨ªa.
Los sirios hacen gala de su laicismo. Incluso el gran muft¨ª de Siria, Al-Din Hassoun, se dice laico. Lo que impone, seg¨²n ¨¦l, el respeto a las otras religiones.
Al-Din Hassoun me ha invitado -a m¨ª, jud¨ªo polaco y escritor franc¨¦s- a dirigirme a los fieles durante la plegaria del viernes y en una de las mezquitas m¨¢s famosas del mundo musulm¨¢n: la de los Omeyas, en Damasco. Porque, seg¨²n dice, "usted es un khakham", que, tanto en ¨¢rabe como en hebreo, significa "erudito".
En Siria viven a¨²n algunos centenares de jud¨ªos. En Damasco, son cerca de ochenta y, s¨®lo en la capital, poseen veinte sinagogas, pero, por falta de fieles, nada m¨¢s queda una abierta. Sin embargo, tienen una restricci¨®n: toda relaci¨®n con Israel est¨¢ prohibida. Siria e Israel est¨¢n en pie de guerra.
Me dirijo al Centro Comunitario en compa?¨ªa del embajador de Francia, Michel Duclos. Cuando salimos del coche, todos los jud¨ªos de Damasco est¨¢n ah¨ª. Nos esperaban. Llueven los aplausos. Estoy emocionado. Albert Cam¨¦o, el presidente, tambi¨¦n lo est¨¢: no suelen recibir muchos visitantes.
A la cabeza de un pa¨ªs en el que el ochenta por ciento de la poblaci¨®n es sunita, Bashar el-Assad no tiene futuro alguno con el Ir¨¢n chiita. Los sirios, a su vez, observan con angustia a esos miles de peregrinos iran¨ªes, y entre ellos a tantas mujeres vestidas de negro de pies acabeza, encerradas en sus prisiones ambulantes, que vienen a recogerse ante el relicario en el que, seg¨²n la tradici¨®n, reposa la cabeza de Hussein, hijo de Al¨ª, el primer im¨¢n chiita, asesinado en Karbala en 680.
La islamizaci¨®n de la sociedad siria significar¨ªa la muerte del clan Assad y el fin de la supremac¨ªa del partido socialista Baas. Para Bashar el-Assad, es una carrera contrarreloj. Es urgente para ¨¦l entablar negociaciones con Israel y abrirse, as¨ª, a Occidente.
No es una casualidad que el presidente sirio dedicase su discurso ante los dirigentes del partido Baas casi exclusivamente a la paz con Israel. Que yo sepa, ni la prensa occidental ni la israel¨ª se han hecho eco de esta circunstancia, y es una l¨¢stima.
"Estamos por la reanudaci¨®n de las negociaciones", dijo Bashar el-Assad. "Que los israel¨ªes tengan presente que una verdadera paz, una paz permanente, es preferible a cualquier otra situaci¨®n temporal". El presidente sirio a?adi¨® que si no es posible "pronunciar ante los israel¨ªes la palabra tierra, o la devoluci¨®n del territorio sirio a cambio de la paz, entonces, al menos, como hizo Isaac Rabin, que se escriba una frase en ese sentido en una carta de compromiso".
Era una alusi¨®n a la promesa escrita del que fue primer ministro israel¨ª de retirarse del Gol¨¢n a cambio de una paz completa con Siria. Esa carta, cuyo contenido exacto no conocemos, preve¨ªa, seg¨²n nuestras informaciones, varias etapas para probar la buena voluntad de los beligerantes. Los sirios recuperar¨ªan los Altos del Gol¨¢n al cabo de diez a?os. Pero Isaac Rabin fue asesinado y el padre de Bashar el-Assad, que negoci¨® aquel documento, tambi¨¦n ha muerto.
No cabe duda de que el presidente sirio no es un dem¨®crata. Pero ?acaso conocemos a muchos dem¨®cratas a la cabeza de los pa¨ªses de Oriente Medio o ?frica? ?Debemos imponer en Siria nuestro sistema pol¨ªtico a ca?onazos, como hace el presidente Bush en Iraq? Raymond Aron dec¨ªa precisamente que "en pol¨ªtica no se elige entre el bien el mal, sino entre lo preferible y lo detestable".
Sin Siria, la paz en Oriente Pr¨®ximo es inconcebible. No porque tenga un gran peso en el mundo ¨¢rabe, sino porque su orgullo nacional es fuerte y su capacidad de desestabilizaci¨®n, inmensa. Los medios de comunicaci¨®n internacionales acusan agresivamente a Siria, con raz¨®n o sin ella, pero, por ahora, sin pruebas, de estar involucrada en el asesinato de Rafiq Hariri y en los de otros diputados libaneses. Esas acusaciones tienen como primer efecto el de acercar a la oposici¨®n siria al poder.
Abrir el mercado europeo a los sirios ser¨ªa ayudarlos a liberarse de la influencia econ¨®mica de Ir¨¢n. Si Israel aceptase las negociaciones con Siria, ser¨ªa debilitar a todos los grupos terroristas con sede en Damasco, incluido Ham¨¢s.
S¨®lo un r¨¦gimen fuerte, como lo es hoy el de Bashar el-Assad, puede dar un paso hacia la paz con Israel sin temer las reacciones de la calle.
Marek Halter es pintor y novelista franc¨¦s de origen polaco. Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez- Silva.
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