Belda y Saiz regresan desde abajo
Los dos directores, implicados en la Operaci¨®n Puerto, inscriben equipos ciclistas 'amateur'
Es la guerra total. Es el ciclismo.
Dejando de lado las luchas de despacho y de poder entre la UCI y los grandes organizadores, el conflicto b¨¦lico m¨¢s llamativo es el que enfrenta a los cre¨ªbles o preclaros, los equipos que han convertido el antidopaje en su ¨²nica raz¨®n de ser, con los conscientes, los equipos de toda la vida que le han visto las orejas al lobo y han empezado a cambiar su comportamiento, pero alejados del esp¨ªritu misionero o talibanesco de los preclaros, y con los supervivientes, los equipos que nada cambian porque en nada creen.
Cada escenario es un campo de batalla. En Australia, en el Down Under, se fugan Luis Le¨®n S¨¢nchez, murciano de un equipo consciente, el Caisse d'?pargne, y un cre¨ªble, Moncouti¨¦, del Cofidis. "Para ti la etapa y para m¨ª la general", le dice el espa?ol, un cl¨¢sico. "Nanay", responde el franc¨¦s. "Para ti nada y para m¨ª tampoco". Se pone a rueda, no releva. Fuga condenada.
Cada historia encierra una iron¨ªa. En Girona, la ciudad que cicl¨ªsticamente se destac¨® por albergar a Lance Armstrong, Tyler Hamilton y Floyd Landis, tres de los demonios m¨¢s denostados y mitificados, se ubica ahora el Slipstream (Rebufo), el m¨¢s preclaro de los cre¨ªbles, un equipo norteamericano sin nombre comercial -lo financia con diez millones de euros un millonario fan¨¢tico de la bici-, con apellido de guindilla mexicana -Chipotle-, dirigido por Jonathan Vaughters y liderado por el converso David Millar, que se gasta 300.000 euros en un programa antidopaje interno, su mayor producto de marketing. Otro millonario estadounidense, Bob Stapleton, financia al High Road -otra marca que no vende nada-, el antiguo Telekom, otro de los puntales de los cre¨ªbles, y un tercero, Mike Ball, dise?ador de moda, crea otro, con maillots negros de aire neog¨®tico, calavera incluida, en el que rescata para el ciclismo a Cipollini y da trabajo e ilusi¨®n, el viejo oro de California, a Sevilla, Botero y Hamilton. Mientras, otros notorios implicados en la Operaci¨®n Puerto, como Paco Mancebo, se hacen mileuristas en Portugal -15.000 euros al a?o- y desatan furias entre los locales, que les acusan de quitar el pan a los de casa.
Y a este mundo perdido anuncian su regreso dos de las figuras protagonistas de un asunto, la Operaci¨®n Puerto, que, muy a su pesar, fue el catalizador de los tiempos que llegan. Tiempos que ellos se niegan a dejar.
Son Manolo Saiz, que alcanz¨® la cima deportivo-empresarial con el ONCE y el Liberty, y Vicente Belda, que hizo grande al Kelme. Ambos figuran al frente de dos equipos amateur inscritos en la federaci¨®n, que, como ninguno est¨¢ suspendido oficialmente, no puede negarles el derecho. Ambos, tambi¨¦n, llegan financiados por instituciones p¨²blicas, la Consejer¨ªa de Turismo y Deportes del Gobierno c¨¢ntabro, que pone su lema, Cantabria Infinita, en el maillot de los de Saiz, y el turismo canario, que sigue dando el nombre Fuerteventura-Canarias a los de Belda. Las similitudes acaban ah¨ª.
A la espera de su prometido regreso a la elite mundial de la mano de un millonario mexicano, Saiz mantiene el equipo amateur antes llamado Wurth, la gran cantera de la que salieron, entre otros, Barredo, Redondo y Contador. Saiz y su socio de siempre, Pablo Ant¨®n, figuran como m¨¢nagers de un equipo de corredores muy j¨®venes dirigido por Juan Gonz¨¢lez y Alberto Leanizbarrutia.
La operaci¨®n de Belda tiene otro cariz: m¨¢s que de siembra de futuro se trata de supervivencia, de dar trabajo a los suyos. Fuerteventura le patrocin¨® el a?o pasado un equipo profesional. Este a?o, decidi¨® abandonar el patrocinio, pero consiente en seguir, m¨ªnimamente, para saldar una deuda. Los corredores que lo componen son, as¨ª, mayoritariamente profesionales recalificados, empezando por familiares directos de Belda, su hijo David, su yerno Cherro, y otros veteranos que acudir¨¢n a las carreras en las que se deben forjar los j¨®venes del futuro.
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