Noticias fiables
A cinco columnas y a toda p¨¢gina, a principios de la semana pasada, alg¨²n peri¨®dico public¨® que cinco inmigrantes hab¨ªan sido detenidos por intentar secuestrar a un ni?o en Guadalc¨¢zar, C¨®rdoba. Los cinco "supuestos secuestradores", rumanos, fueron detenidos por la Guardia Civil cuando los vecinos del pueblo proced¨ªan a ajustarles las cuentas en una carretera. Hab¨ªan intentado meter al ni?o en el coche en que viajaban, seg¨²n el informador, que narraba el suceso con objetividad, enumerando desapasionadamente los hechos, aunque los hechos resultaran ser falsos. Al d¨ªa siguiente la misma prensa aclaraba el malentendido. Los rumanos, dos adultos y cuatro menores, uno de ellos de dos a?os y medio, iban a comprar un coche de segunda mano, pararon para preguntar por una calle al ni?o presuntamente a punto de ser secuestrado, y acabaron perseguidos y maltratados, tal como cont¨® el mi¨¦rcoles en estas p¨¢ginas Manuel Planelles.
El primer informador no inventaba la noticia: la adaptaba a los deseos y las expectativas del p¨²blico de la cr¨®nica negra. Hay una acuciante preocupaci¨®n por dos ni?as desaparecidas en M¨¢laga y Huelva, casos en los que los medios repiten la hip¨®tesis del rapto hasta convertirla en hecho indiscutible por encima de otras posibilidades, y la coyuntura es propicia a la producci¨®n de pseudosucesos. El supuesto rapto de Guadalc¨¢zar era, aunque infausta, una gran noticia. La noticiabilidad se un¨ªa a la credibilidad. Hab¨ªa un n¨²cleo verificable: el miedo de un ni?o y la reacci¨®n brutal de sus mayores ante la presencia de extra?os en la zona. La desinformaci¨®n se basa casi siempre en algo verdadero, no en la mentira. Modifica la realidad, le da forma al gusto de los consumidores de noticias. La agresi¨®n a unos rumanos en Guadalc¨¢zar se transform¨® en el secuestro de un ni?o.
Los difusores de noticias negras parten de la predisposici¨®n de los espectadores a creer lo que ya creen. Era una noticia muy apetecible el secuestro de un ni?o por inmigrantes rumanos, y se basaba en hechos y testigos, y en la actuaci¨®n de la Polic¨ªa Local y la Guardia Civil. El delito se difundi¨® inmediatamente por Internet, porque la alarma p¨²blica siempre encuentra meg¨¢fonos, y tradicionalmente el extranjero pobre es una intromisi¨®n molesta, una visita inc¨®moda y preocupante, como un ataque procedente del exterior o un presagio de desgracias dom¨¦sticas. El miedo primitivo identifica al extranjero con extraterrestres, vampiros y Hombres del Saco que roban lo m¨¢s nuestro, nuestros ni?os.
Pero no es necesario que nos pongamos fant¨¢sticos. Autoridades religiosas a las que se supone ponderaci¨®n y sentido com¨²n han vislumbrado el peligro extranjero en sus meditaciones en voz alta. Los Obispos del Sur de Espa?a, en sus recientes orientaciones pastorales ante el 9 de marzo pr¨®ximo, d¨ªa de votar, dirigi¨¦ndose "a la comunidad cat¨®lica y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad", destacaban en el punto ocho de su homil¨ªa la preocupante coyuntura econ¨®mica. Las circunstancias "hacen temer seriamente un incremento del paro, y especialmente en la poblaci¨®n inmigrante. Esta situaci¨®n, en una coyuntura dif¨ªcil, puede dar lugar a un incremento notable de la delincuencia, y de la inseguridad social".
Las primeras noticias, falsas, de los hechos de Guadalc¨¢zar, confirmaban las profec¨ªas de delincuencia e inseguridad. Un secuestro es siempre espectacular, pero no menos espectacular era la verdad: veinte vecinos de un pueblo de 1.200 habitantes a la caza de un coche de forasteros por la campi?a del Guadalquivir, entre sembrados y talleres de desguace. El rapto falso provoc¨® "gran alarma social" en el pueblo, como se?al¨® la Guardia Civil. No creo que la agresi¨®n a los inocentes hubiera provocado tanta alarma, as¨ª que es normal que en un principio se diera por buena la versi¨®n m¨¢s sensacional, m¨¢s televisiva, m¨¢s actual de los hechos.
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