C¨®mo entender de flamenco en 30 discos
"?Flamenco? Me gusta, pero es que yo no entiendo". Esta frase de marras la han o¨ªdo hace generaciones los cantaores, los bailaores, los guitarristas. Incluso los aficionados, cuando hablamos con gente menos aficionada -rara vez-, nos vemos obligados a escuchar la letan¨ªa y a preguntarnos: ?Acaso se cantar¨¢ el pobre flamenco en chino mandar¨ªn? ?Se parecer¨¢ a la f¨ªsica cu¨¢ntica? ?Ser¨¢ un arte ininteligible, una m¨²sica m¨¢s abstrusa que las otras? ?Se expresa Paco de Luc¨ªa con la oscuridad de un fil¨®sofo de la Escuela de Francfort?
Bueno, nadie dice que el flamenco no sea misterioso, ni que sus jip¨ªos sean plato f¨¢cil, ni que su expresi¨®n desolada no suene a veces arcaica, desgarrada y / o impenetrable. Pero una cosa es no entender y otra es no querer entender. Dicho como se?al de respeto, pase. Pero como actitud, ?no ser¨¢ demasiado reverencial? A m¨ª la escultura me gusta, pero no la entiendo. Yo de arte no entiendo. ?Qu¨¦ distinto el entusiasmo de esos rom¨¢nticos extranjeros, que nada m¨¢s pisar tierra hispana exclaman: "?Mi gustar flamenco very much!".
Todo fue culpa, admit¨¢moslo, de los flamenc¨®logos y los periodistas, que durante d¨¦cadas parecieron empe?ados en convertir el flamenco en un reducto del duende, la pureza, el aje y las jambres donde solo medraban los pe?eros desocupados. El manager sin despacho Juan Verd¨² recuerda que en los a?os setenta, si uno quer¨ªa ser aficionado, ser cabal como dicen ellos, ten¨ªa que pasar antes el examen. Ibas a la pe?a, dec¨ªas buenas tardes, y el pe?ero pon¨ªa un disco y preguntaba: ?siguiriya o sole¨¢? ?Pero sole¨¢ de Utrera o de Alcal¨¢? Y as¨ª sucesivamente, fandango de Huelva, Lucena o Puente Genil, grana¨ªna o media grana¨ªna, tercio de Paquirri El Guant¨¦ o de Curro Durse, buler¨ªas de Santiago o de la Plazuela. Ante ese despliegue ambiente de variantes nominales, regionales e incluso callejeras, mucho m¨¢s c¨®modo opositar a notar¨ªas.
Gracias a Undebel, los tiempos fueron cambiando, el flamenco fue haci¨¦ndose universal, los artistas profesionales se hicieron cargo del asunto y a los puristas, tan necesarios siempre, se les escap¨® el negocio de las manos. Y entonces pas¨® eso que contaba hace poco Miquel Barcel¨®, gran amigo de Camar¨®n y compadre de Rancapino: "En los a?os 80, cuando les pon¨ªa flamenco a mis amigos en casa, me insultaban, me quer¨ªan pegar, era peor que si les pusieras m¨²sica ruidista. Pero eso cambi¨®, y ahora el flamenco ya no solo no da miedo sino que se escucha en todo el mundo".
Una de las pruebas es esta colecci¨®n: 30 discos del mejor flamenco, cl¨¢sico y actual, uno detr¨¢s de otro. Antes hubo de todo (cl¨¢sica, jazz, pop, rock, grupos de Zaragoza...), pero lleg¨® el momento. Rel¨¢jense, escuchen, lean, gocen. Si ponen atenci¨®n, ver¨¢n como dentro de 30 discos entienden de flamenco tanto como el que examin¨® a Verd¨².
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