Hasta el infinito y m¨¢s all¨¢
Pau, a los Lakers. ?Qu¨¦ inesperado subid¨®n! De tanto rumor no concretado, nos hab¨ªamos acostumbrado a la frustraci¨®n de ver al mejor talento que haya dado nuestro baloncesto en un equipo menor, decepcionante, incapaz de aprovechar al m¨¢ximo el potencial de un jugador tan especial. Hasta tal punto hab¨ªa llegado el conteo inacabable de derrotas y malas noticias que, despu¨¦s de siete a?os, nuestro primer foco de atenci¨®n de la NBA se hab¨ªa trasladado de Memphis a Toronto, donde reside Jos¨¦ Manuel Calder¨®n, otro crack de primera categor¨ªa (con elecci¨®n para el All Star o sin ella) y que lleva meses sali¨¦ndose desde que la lesi¨®n de T. J. Ford le ha dado los minutos necesarios para demostrar que esto del baloncesto es algo m¨¢s que unos saltos circenses y tirarse hasta las zapatillas. Con el anuncio de su traspaso, Gasol recupera su habitual primer puesto. No es para menos.
De la noche a la ma?ana, Pau deja atr¨¢s la zona de los desheredados para irrumpir entre los elegidos
La jugada se antoja perfecta. Pau abandona un agujero que desde su lesi¨®n en la semifinal del Mundial de Jap¨®n se ha ido haciendo cada d¨ªa m¨¢s profundo. La progresi¨®n de los Grizzlies, iniciada en el momento que eligieron a Gasol, no es que se hubiese detenido, sino que iba para atr¨¢s como el cangrejo. La temporada pasada fue mala. La actual, de echarse a llorar. Todos (Pau incluido) ¨¦ramos conscientes de que la emigraci¨®n se antojaba necesaria, pero los que ten¨ªan la llave han sido los ¨²ltimos en decidirse. La espera ha merecido la pena. De la noche a la ma?ana, Gasol cambia de universo dentro de la misma Liga. Deja atr¨¢s la zona de los desheredados, la de esos equipos sin un objetivo claro que encadenan rutinariamente 82 partidos y a mediados de abril se van de vacaciones, para irrumpir en la de los elegidos, los que por esas fechas inician su verdadera temporada. ?sos que ganan mucho m¨¢s que pierden, llenan los pabellones, tienen como sue?o el anillo y est¨¢n llamados para la gloria.
De haber sido traspasado a San Antonio, Phoenix, Dallas o Detroit, este an¨¢lisis mantendr¨ªa su vigencia. Pero es que, encima, se va a los Lakers. El equipo m¨¢s famoso y seguido del mundo. El de mayor glamour. El de Magic y Kareem. El del showtime en la cancha y Jack Nicholson en la banda. El que nos hizo amar como pocos el baloncesto. Produce desde orgullo hasta la envidia m¨¢s sana. Por si no fuera suficiente, el momento deportivo de los Lakers se antoja el ideal para que alguien como Gasol aterrice por all¨ª. El terremoto producido por el divorcio Bryant-O'Neal despu¨¦s de tres anillos consecutivos dej¨® la franquicia como un erial. Por primera vez desde entonces, los Lakers vuelven a ser competitivos, sobre todo porque dan la sensaci¨®n de haber encontrado el juego y el esp¨ªritu colectivo necesario para colocarse otra vez entre los aspirantes al anillo. De estas dos cuestiones Gasol va sobrado.
Cuando quedan pocas horas para poder ver a Pau en la pista con la m¨ªtica camiseta amarilla, s¨®lo resta felicitarle y felicitarnos. Campe¨®n de la ACB, rookie del a?o en la NBA, all star, campe¨®n del mundo y mvp con Espa?a, este traspaso le ha colocado en el ¨²ltimo escal¨®n de su carrera. El que le puede llevar, como dec¨ªa Buzz Lightyear en Toy Story, hasta el infinito y m¨¢s all¨¢. Mejor trampol¨ªn que el que ofrecen los Lakers, imposible.
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