Europa
Conoc¨ª a Francisco Eguiagaray en un bar de Sof¨ªa. Fue un gran periodista, con una memoria profunda y un h¨ªgado invencible. Apenas recuerdo de qu¨¦ hablamos esa tarde, pero recuerdo que Eguiagaray, antiguo falangista, conservador, melanc¨®lico, culto, capaz de beberse en un par de horas tres botellas de champ¨¢n b¨²lgaro dulce, me pareci¨® una encarnaci¨®n de Europa. No es f¨¢cil explicarlo. Tampoco Europa es f¨¢cil de explicar.
Pens¨¦ en Eguiagaray leyendo un librito que me regal¨® Antonio Gasset, un amigo al que, por razones parcialmente distintas, relaciono tambi¨¦n con Europa. M¨¢s que un libro, La idea de Europa, de George Steiner, es una conferencia encuadernada. Se trata de una pieza diminuta y esencial. Steiner (Par¨ªs, 1929), te¨®rico de la literatura y la cultura, pol¨ªglota, ensayista imprescindible, considera que Europa s¨®lo es definible a partir de cinco axiomas: el caf¨¦, las distancias breves y transitables a pie, las calles dedicadas a personalidades del pasado, la doble herencia de Atenas y Jerusal¨¦n, y la conciencia escatol¨®gica, es decir, la seguridad de un desastre final.
Nunca hubo un sentimiento visceral, un momento de pasi¨®n que uniera a los europeos
La historia moderna de Europa se fabric¨®, efectivamente, en los caf¨¦s: Danton y Robespierre, en un caf¨¦ de Par¨ªs; Stendhal, en uno milan¨¦s; Lenin y Trotsky, en otro de G¨¦nova; Freud, en Viena; Claudio Magris, a¨²n hoy, en el caf¨¦ San Marco de Trieste.
Dice Steiner: "El caf¨¦ es un lugar para la cita y la conspiraci¨®n, para el debate intelectual y para el cotilleo (...), est¨¢ abierto a todos y, sin embargo, es tambi¨¦n un club, una masoner¨ªa de reconocimiento pol¨ªtico o art¨ªstico-literario y de presencia program¨¢tica". Esa definici¨®n resulta adecuada para el caf¨¦ tradicional y, hasta cierto punto, para la propia Europa, tambi¨¦n abierta a todos y a la vez club restringido. Steiner, quiz¨¢ por pudor, deja sin subrayar la idea central de La idea de Europa: la idea de la que habla es una idea elitista.
Tiene raz¨®n. El concepto de una identidad continental com¨²n surge de la cultura, del arte, de la econom¨ªa. Nunca hubo un sentimiento visceral, un momento de pasi¨®n que uniera a los europeos. Eso es, hasta la fecha, patrimonio de las naciones. La misma UE naci¨® y prosper¨® gracias a la voluntad de un grupo reducido de pensadores y tecn¨®cratas. Sus principales logros, como la moneda ¨²nica y la supresi¨®n de fronteras, no han logrado colmar el vac¨ªo en el sentimiento popular. S¨®lo ciertas competiciones deportivas han tenido ¨¦xito en ese terreno.
Steiner considera que Europa sufre una crisis de identidad causada, en parte, por sus pasadas automutilaciones (el exterminio de los jud¨ªos, las guerras de aniquilaci¨®n), y en parte, por la actual importaci¨®n de valores t¨ªpicamente americanos, como el populismo en pol¨ªtica y el consumismo en econom¨ªa.
Su propuesta resulta singular: "Puede que en aspectos hasta ahora muy dif¨ªciles de discernir, Europa genere una revoluci¨®n antiindustrial como gener¨® la propia revoluci¨®n industrial; ciertos ideales de ocio, de privacidad, de individualismo an¨¢rquico, ideales casi ahogados en el consumo ostentoso y en la uniformidad de los modelos americano y asi¨¢tico-americano, tienen tal vez su funci¨®n en un contexto europeo, aunque dicho contexto implique un cierto grado de recorte material".
O Steiner ha enloquecido, o hemos enloquecido los dem¨¢s. Y yo dir¨ªa que Steiner se mantiene bastante cuerdo, pese a que invoque como aceptable, e incluso conveniente, un "recorte material" en nuestro nivel de vida. Me parecen menos sensatas otras cosas. Como los estadistas que hacen turismo de yate y supermodelo, o los pol¨ªticos que ofrecen dinero a cambio del voto (sea al contado o por rebaja de impuestos), o los ex primeros ministros capaces de todo para mantenerse en el circuito de los poderosos (y no s¨®lo me refiero a Blair), o los magnates televisivos empe?ados en gestionar sus empresas desde el gobierno, o nuestra morbosa dependencia de los tipos hipotecarios.
Pobre Europa. Ha inventado, al menos, las palabras justas para sus sentimientos m¨¢s indefinibles. Suelen ser alemanas. Como geschichtsm¨¹de, una palabra que conoc¨ªa Eguiagaray y que cita Steiner. Significa estar cansado por el peso de la propia historia.
La idea de Europa, George Steiner. Biblioteca de Ensayo Siruela. 80 p¨¢ginas.
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