Las mujeres y el regreso de las religiones
Los que me conocen, saben que no he sido nunca particularmente anticlerical, ni siquiera cuando era muy joven, que ten¨ªa sobradas razones. Soy agn¨®stica, y lo digo para dejar clarito desde donde parto, y ahora estoy apabullada, asustada, no s¨¦...
Las religiones est¨¢n de vuelta... ?y c¨®mo! Han vuelto a entrar en el an¨¢lisis, por decirlo brutalmente. Y no como una cuesti¨®n antropol¨®gica, ni siquiera en el plano de las grandes preguntas que nadie puede dejar de hacerse y que tienen que ver con el sentido de la vida y con la presencia -o la ausencia- de Dios. No: las religiones han vuelto con lo mejorcito de lo suyo, y como sujetos pol¨ªticos. Y lo nuevo de estos ¨²ltimos meses es que, desde el proyecto social laico, se les est¨¢ volviendo a considerar. Y que se hace como con naturalidad.
Para la libertad y la felicidad de las mujeres, la laicidad es fundamental
Los datos cantan y todos los conocemos: el retorno religioso ya no es el p¨¢nfilo new age de los noventa, blando como el pensamiento que le dej¨® su sitio en el mundo. Son religiones militantes y militares, el islam m¨¢s duro, o las sectas neocon, protestantes y cat¨®licas. El opus, los legionarios, los quicos, las iglesias fundamentalistas y televisivas norteamericanas, etc¨¦tera. Y en Espa?a, tenemos la toma pol¨ªtica de la calle por los obispos cat¨®licos, y su identificaci¨®n sin fisuras con lo m¨¢s reaccionario de la derecha, a la que inspiran y promueven desde sus medios de comunicaci¨®n.
Como dec¨ªa Felipe Gonz¨¢lez en estas mismas p¨¢ginas, si hay algo en lo que est¨¢n de acuerdo, es en cumplir su propia profec¨ªa, que en realidad es un proyecto: el choque de civilizaciones. Dentro y fuera de Occidente, si es que ya hay un fuera.
La alternativa laica, tambi¨¦n lo dec¨ªa Gonz¨¢lez, es la Alianza. Es la alternativa civilizada. Pero a nadie se le oculta que va a ser muy dif¨ªcil conseguir un acuerdo con los l¨ªderes religiosos, que relativice su propio papel social, y me temo que una alternativa laica no puede dejar de hacerlo.
Pero, ?por qu¨¦ ha de ser laica la alternativa? Las mujeres lo vemos mucho m¨¢s claro que Sarkozy. Para nuestra vida, y para nuestra felicidad, la laicidad es fundamental. En Oriente y en Occidente. Porque somos la piedra de toque de las culturas y el cuerpo espacio que las religiones se obstinan en controlar.
El c¨²mulo de sufrimiento que las religiones han proporcionado a las mujeres est¨¢ por escribir, como su papel activo y directo en una situaci¨®n que todav¨ªa dista mucho de ser igualitaria hasta en el Occidente m¨¢s desarrollado y progresista. La inferioridad de la mujer, hay que decirlo, sigue siendo dogma de fe y de conducta en las religiones. En todas. Empezando por la moralizaci¨®n del cuerpo -o su empecatamiento- y terminando por los roles familiares, patriarcalistas por supuesto.
La idea de la igualdad de la mujer, la idea de la libertad de la mujer, es muy nueva. Nov¨ªsima. Como es estrictamente nueva la comprensi¨®n de los derechos del hombre, de la igualdad de derechos de todos los seres humanos, de la necesaria universalizaci¨®n de su exigencia.
De hecho, y es paradigm¨¢tico el caso de las mujeres, la mayor¨ªa de las sociedades no lo ve as¨ª. Y desde luego, las teocracias actuales (iba a poner modernas, pero es una petici¨®n de principio, y cuento al Vaticano) no son las campeonas del tema.
Tampoco se puede negar que la igualdad de los hombres incluidas las mujeres, y los derechos derivados, son fabricaci¨®n occidental y laica. Y que se tuvo que confesar como laica porque hubo de ser arrancada a las religiones organizadas, entre otros poderes m¨¢s. Y que naci¨® precisamente para ilegitimar sus usos y abusos... entre otros. Hace, insisto, muy poco.
No, a las mujeres no nos favorece nada el multiculturalismo entendido como los liberales: que cada cultura decida su moral y el rol de sus religiones. Y su c¨®digo penal. Porque siempre se nos llevan por delante.
La Alianza de Civilizaciones arranca de un previo: la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos de 1948, y es la mejor y mayor tentativa de paz, frente a los proyectos guerreros Norte-Sur y el choque de civilizaciones. La mayor, y la mejor, porque de alg¨²n modo, y con un programa muy concreto, va a englobar, sin anularlos, otros proyectos sectoriales, como el que va estableci¨¦ndose en el ¨¢rea mediterr¨¢nea.
Pero para ser esta opci¨®n civilizatoria y plural, tendr¨¢ que plantear en su agenda el tema de las mujeres y contar con su voz. Con esa guerra civil soterrada, esa guerra de sexos sin enemigo, que pasa ya su factura de sangre.
y periodista.
Rosa Pereda es escritora
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